domingo 23 junio 2024
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José Ignacio Moreno: “El Señor es el Señor y con eso está todo dicho”

Hay familias que inculcan la devoción a sus hijos incluso desde antes de nacer. Una de ellas es la de José Ignacio Moreno Luque, donde al menos son ya seis generaciones dando gracias al Señor. Protagonizó uno de los momentos más emotivos en una “bajada” cuando a sus 72 años con bastón, se acercó para llevar al Señor de Antequera en su traslado.

Quedamos con él en nuestra Redacción, donde conversamos en una tarde que nos dejó lo importante que es una familia, el arraigo, el sentimiento, el agradecimiento a una imagen como es el Señor, en su familia, como en muchas de esta ciudad, el eje del día a día. A quien le pide por los demás y da gracias por todo.

José Ignacio Moreno Luque nació el 23 de agosto de 1951. Hijo de José María Moreno de Rojas y de María Josefa Luque Collado. Su bisabuelo fue Luis Moreno Fernández de Rodas, hermano mayor de la Real Hermandad entre 1914 y 1947. Su abuelo, Luis Moreno Pareja-Obregón, hermano mayor desde 1949 a 1967 y alcalde de la ciudad, desde 1955 a 1965. Y su padre, José María Moreno de Rojas, hermano mayor de insignia del Señor, desde 1963 a 1976.

Perdió a su madre a los pocos días de nacer. Más tarde su padre se casó con Araceli Aragón Moreno, su segunda madre. Era hijo único hasta entonces y nacieron sus hermanos: Francisco Javier, Luis Alejandro, Juan Álvaro (+), Araceli, Pablo y Lourdes.

Empezamos la entrevista y tras enumerarle su familia relacionada con el Señor, le preguntamos por su primer recuerdo: “En mi niñez. Es lo primero que recuerdo en la vida. Me viene de tradición: bisabuelos, abuelos, padre… Toda mi vida he estado en la Hermandad. Es una satisfacción enorme porque el Santísimo Cristo de la Salud y de las Aguas nos llena a todos los que participamos en ella, nos hace hermanos de verdad, devotos del Señor”.

Su abuelo, hermano mayor y alcalde, es su primer referente. “Vivíamos con él en casa de mi padre, con toda la familia. En Ramón y Cajal 22, la casa de mi abuelo Luis. Y al lado vivía mi tío Luis Moreno de Rojas. Teníamos mucha afinidad y estábamos juntos siempre”.
Su devoción tiene en las novenas un pilar importante. “A mí siempre me llena participar en ellas. Es tanto el fervor y el cariño que siento… Al Señor lo tengo siempre muy presente. Cuando estuve estudiando fuera, he buscado estar aquí para las novenas y si no, al menos para la procesión del Señor”.

¿Cómo ha cambiado esta devoción? “Todo progresa en la vida, pero en su concepto básico, se trata de querer al Señor, de ir al templo, compartir tus rezos con las personas que están haciendo oración como tú, unirse al sacerdote en la santa misa… Cuando entro en San Juan, me de mucha alegría y me siento muy agradecido por poder estar un año más”.

Simplemente, el Señor
Le preguntamos cómo llaman al Señor de la Salud y de las Aguas en casa. “El Señor, así, simplemente. Cuando vienen amigos de fuera, les tengo que explicar por qué lo del Señor y no el Cristo. Mi familia me ha enseñado lo que le tenemos tanto cariño al Señor, que le hablamos con el corazón, el Señor nos dice y da todo”.

Siempre el Señor. Dentro del paso de los tiempos, esta imagen está relacionada con el campo y la lluvia. Este año hemos visto cómo el móvil ha ayudado a suspender procesiones en Semana Santa. ¿A quién preguntaban si salir o no hace años? “Siempre había previsiones que se pedían al instituto meteorológico. Íbamos seguros para que el Señor y la gente que le acompaña no tuviera problemas de lluvia en la procesión. Siempre se ha procurado ser serenos y conscientes si se podía salir, pues adelante, y si no, esperábamos al año siguiente. Ya hoy las nuevas tecnologías nos ayudan a tomar esas decisiones”.

¿Cómo ha cambiado el trayecto del recorrido? “De siempre se ha subido y bajado por la Cuesta Real. Fue en 1983 cuando se comienza a pasar por Niña de Antequera, lo que nos dio más facilidad para salir del barrio. Habíamos subido y bajado tantos años por esa cuesta, que hoy no comprendes cómo se podía subir”.

De niño con el Señor y con su padre, hermano mayor que fue de insignia. En la fotografía que adjuntamos de 1963, se ve cómo estaba junto a él y los hermanacos. “Mi padre lo hacía con mucho cariño, como lo han hecho todos los hermanos mayores del Señor. Nos inculcó el cariño que hoy le profesamos, tanto a mí como a todos mis hermanos. Él era mi padre y lo hacía también de todos los que llevaban al Señor. Me emociono cuando le recuerdo llevarlo con esa serenidad que él tenía que nos daba tranquilidad a todos”.

¿Llegó alguna vez a pensar que sería hermano mayor de insignia del Señor? “No se me ocurrió nunca. Yo iba con él encantado en la procesión, luego cuando iba creciendo lo que quería llevar es al Señor a hombros. Así lo hice y empecé a serlo”.

Hermano mayor de insignia del Señor
¿Y cómo fue lo de pedirle ser hermano mayor de insignia? “Algo inesperado y que me llenó el pulmón de alegría porque fue una satisfacción enorme. Tras tener el trato directo con mis compañeros hermanacos, me tocó estar al frente. Intenté llevarme bien con todos. Yo lo hacía con mucho respeto, como vi en mi padre y en don Luis Robledo, padre del actual hermano mayor de la hermandad, Gabriel. Les decía que todo lo que hiciéramos, fuera en beneficio del Señor, de sus devotos que nos acompañan y así luzca lo mejor posible”.

Fue desde 1990 al 2005. Empezó con las rogativas por la sequía entre 1993 y 1995. “¡Qué años! Cuando hoy hablamos de sequía, parece que no sabemos de dónde venimos. La gente acompañó al Señor en todo momento, fueron verdaderos compañeros de ruta, de devoción, de cariño y súplica al Señor para que lloviera”.

Y llegó el 2004. Por eso Antequera es tan barroca. Hizo patrón a su Señor. “Creo que todos recordamos ese año en el que Antequera entera y los devotos de toda España se volcaron más aún con el Señor. Con el traslado y misa desde Santa María, con esas calles repletas y una procesión con la que nos emocionamos nada más recordarla, como siempre hacía con mi mujer y sigo hoy con mi hija”.

Dejó su sitio y volvió al de hermanaco. “Donde es lo que a mí más me gustaba, ser uno más entre todos, y lo hice hasta que cumplí los 65 años y como todos los que nos llega esa edad, tuvimos que ceder el puesto a quien tiene tanta devoción o más que nosotros”.
¿Tiene en falta ser hermanaco? “Pues mira, no porque luego coges tu vela y le sigues acompañando de otra forma, vas agradeciendo como siempre, saludando a otros devotos, viendo cómo le queremos. En la vida tenemos nuestro sitio, y ahora es el que me toca estar alumbrándole”.

Su fe hoy en día ante el Señor
Estamos seguro que antes de acostarse, rezará al Señor. “¡Cómo no! Doy siempre las gracias por mi familia, le doy gracias por mi Antequera, por mis amigos, le doy gracias por todo. Pido también por todos los enfermos, por todos los necesitados, por las intenciones del Papa, por las intenciones de la Santa Madre Iglesia. Yo al Señor, algunas veces, le pido más de la cuenta, pero no lo hago para mí, sino por otros. Pero como Él lo puede todo, yo estoy encantado de hacerlo y que me siga dando fuerzas para hacerlo”.

Estamos a unos días de la procesión y no puedo dejar de preguntarle por su último gran testimonio de fe cuando en la “bajada”, con su bastón, se acercó al Señor y lo portó con sus hombros. “El Señor es una maravilla. Sentí ilusión, alegría, satisfacción y ganas de poder hacerlo. Me operé hace poco de un problema en la cadera, y la verdad es que quería ver al Señor. Llegué, vi el momento, me decidí y como siempre me puse bajo sus pies”.
¿Y qué pensó en esos momentos? “Pues le di gracias por los nietos, por mi hija, por mi yerno, por mis hermanos, por Antequera, por el mundo entero, por los amigos, los conocidos, gracias por todo”.

Hablando de generaciones, ahora les toca a su hija María José y sus nietos Carmen y Miguel Ángel. “¡Son lo más grande que tengo en mi vida! Mi mujer, Carmen Navarro, falleció, la pobre, y qué cariño le tuvo también al Señor. Una mujer de Úbeda, una señora excelente y se me fue por el COVID como se llevó a mucha gente y le tocó ella. Yo no me fui de milagro, no sé cómo salí para adelante. Pero ella no pudo”.

Recordamos lo orgulloso que estaba aquel año con su mujer, su hija y el primer nieto. “Así es, por la Cuesta de los Rojas. Los nietos vienen con fuerza, les encanta ir al Señor de la Salud y de las Aguas y todas las procesiones”. “Mi hija le encanta participar, ayudar, cuando puede compañía con el resto de mujeres de la hermandad”.

Vamos terminando la grata entrevista. Le exponemos todo lo que hoy se consigue en las cofradías con el uso de las redes sociales, los altares, los carteles, pregones… y le pedimos que le aconseje algo a ellos para que no olviden que lo primero es lo primero. “El Señor es el Señor y con eso está todo dicho. Son palabras mayores. Los jóvenes siempre están muy preparados y no tengo que decirle nada. Quizá que siempre se pongan a sus órdenes y que le den todo lo que puedan”.

Terminamos, pero antes nos enseña una foto con su hija y sus nietos. ¡Recuerden!: Es José Ignacio Moreno, el último caballero de la vieja guardia de amar con pasión al Señor de Antequera.

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