A veces se nos olvida la maestría que existe detrás de cada una de las palabras que José Antonio Muñoz Rojas dejó escritas a lo largo de su vida, palabras que conforman un legado del que en Antequera debemos sentirnos siempre orgullosos.
“Las cosas del campo” fue uno de esos grandes títulos que perpetuan su impronta, su pluma, su maestría. Uniendo aquel sentimiento de tierra, de raíz, del tiempo, el Festival Literario de Antequera en su primera edición lleva el nombre de esta gran obra. Conexión en el tiempo entre el insigne poeta y los autores de este siglo XXI es el nudo de los coloquios vividos estos días y que abrió en nuestra ciudad el aragonés Manuel Vilas.
Precisamente nada más pisar tierra antequerana, nos confiesa que no es la primera vez que está en Antequera, ya que vino a un homenaje al insigne autor que se realizó hace quince años. Inevitable es pues, cuestionarle sobre el poso que queda de Muñoz Rojas ahora con el paso de los años.
“Queda un legado literario importante, se sigue leyendo y se seguirá leyendo. Es un referente, uno de los escritores españoles más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Le leí de jovencito y Muñoz Rojas recuerdo que siempre durante mi generación, era uno de los poetas más citados y leídos y más admirados”.
Un hilo invisible conecta aquella esencia imperecedera hoy con Vilas, escritores de tierra, de raíz, de ahí su presencia y explica qué tiene de todo esto: “Muchísimo, la novela ‘Ordesa’, es una narración de raíces. Mi pueblo donde nací es el protagonista, y mi familia es la protagonista, por tanto, esto de las raíces lo entiendo perfectamente y es básico a la condición humana. Raíces quiere decir pertenencia a un espacio físico, un espacio geográfico, y quiere decir pertenencia a una familia, a un paisanaje, a un vecindario y a todos esos lazos sentimentales y emocionales que se generan y te construyen una identidad como persona, sobre todo, desde que eres niño hasta que cumples los 18 años. Y ahí se fragua cómo vas a ser cómo persona, por tanto es importantísimo. Y cualquier escritor acaba por darse cuenta de la importancia de su origen”.
Eso lo dejó bastante patente en dicha obra que aquel que la ha leído, con sólo escuchar su nombre ya le sitúan de lleno en esa tierra: “Yo me considero de Barbastro, en un sentido de que allí se fraguó mi identidad y allí es donde está la clave última de quien soy. Esto le pasa a muchísimos escritores, le pasó a Muñoz Rojas y es natural y también es un ejercicio de coherencia, porque hay gente que al perder las raíces no se saben muy bien donde está. García Márquez, también por ejemplo, la huella del origen en la literatura española, es importante”.
Tras Ordesa, llegó la Finalista del Planeta
Tras traducirse aquella novela a más de veinte idiomas, llegó la Finalista del Premio Planeta en 2019, ‘Alegría’, un complemento de la anterior, nos explica. “En ‘Ordesa’ hablaba en la condición de hijo, y en la ‘Alegría’ hablaba en la condición de padre. De alguna manera se cerraba un círculo existencial que es importante para cualquier ser humano. Nuestra naturaleza biológica, quizá, es la más verdadera. Somos hijos o hijas de alguien, de un hombre, de una mujer, y luego te puedes convertir en madre o en padre, pero estos son los hechos, son categóricos, son importantes, no son culturales, no tienen una circunstancia sociopolítica, entrañan lo atávico y lo primitivo de la condición humana. Y por eso a mí me han interesado siempre, porque si tuviéramos que definir la verdad de alguna manera, pues tenemos que ir a la verdad biológica que se impone por sí misma, no tiene matices”.
Las circunstancias. Precisamente éstas son las que marcan su siguiente libro ‘Los besos’, publicada en 2021 y escrita durante el confinamiento: “Necesitaba escribir una novela que dibujara una esperanza, porque como el confinamiento fue tan terrible y era algo tan obsesivo, pensé en qué gente no estaría pendiente de todo lo que estaba pasando y pensé en dos enamorados. Luego me di cuenta, cuando viene una catástrofe, el amor entre dos seres humanos es una forma de salvación y de esperanza. Es el único sitio donde se puede blindar la vida de todas las catástrofes, las guerras, las crisis, los virus, las enfermedades”.
Y para ello puso el foco en la segunda parte del Quijote como fondo de la misma. “Yo estaba contando una historia de amor, y el Quijote cuenta una historia de amor, pero nadie la ha creído. Don Quijote está absolutamente enamorado de Dulcinea, pero nadie le ha creído, es una obviedad, pero se ha pasado muy por alto, para él es fundamental todo lo hace en función de ese ideal que se ha inventado. Esto sigue siendo un tema apasionante, porque se han dicho muchas cosas de él, pero referidas a otros aspectos, a éste del amor, se ha pasado más por alto”.
Y es que el amor está siempre presente en su narrativa, ya sea de una forma u otra. Precisamente este tema, nos sitúa en su Premio Nadal 2023, ‘Nosotros’ detallándonos cómo escribió esta novela. “Quería hacer un cambio en mi imaginación y quería que hablase una mujer, es el motor de la novela y quería indagar en la psicología de una mujer compleja, muy complicada, muy empoderada, muy soberbia, una mujer muy especial, creía que era una mujer muy especial. Cuento su historia, es una historia de amor muy peculiar, con un giro de guión muy fuerte; pero mientras tanto el lector, hasta que llega ese giro, va viendo que es una mujer que muchas veces produce mucha perplejidad por su comportamiento, es apasionada. También es una mujer fantasiosa, no sé sabe muy bien lo que está buscando en la vida, aunque creo que el lector al final entiende que está buscando la plenitud, intentando encontrarla en el amor y en la belleza”.
Ese manuscrito nos presenta una mujer muy particular que mostró precisamente, a otras mujeres antes de ser editada, le preguntamos por la opinión de ellas sobre Irene, la protagonista: “Me han dicho que es un tipo de mujer. El lector cuando llega al final es cuando la perdona, quise que fuese así, para que hubiese un suspense y para que el lector tuviera necesidad de ver cómo acababa la historia”.
Y esto nos lleva conversar sobre sus próximos proyectos: “Saco una novela en septiembre y habla sobre el paso del tiempo. He estado hablando demasiado del amor, del amor en la familia, del amor en pareja, me quedaba un tema pendiente que es el envejecimiento y el paso del tiempo, que es de lo que trato en ella”.
Autor de poesía y emociones
Todo lo hablado nos lleva a un punto que todo lo une, es un autor de sentimientos, de emociones: “Soy un escritor al servicio de lo que es la vida. Mi tarea es ver lo que pasa en el mundo, ver lo que le pasa a la gente y tratar de contarlo. En realidad, los escritores estamos al servicio de la vida, la vida manda. Lo puedes hacer mejor o peor, pero quién decide la verdad de una novela es un lector que lo decide en función de si esa novela, esas páginas que está leyendo tienen significado en la vida, si sirven a la vida”. E incide, “en realidad yo me veo como un sirviente de la vida, seguimos a la representación de lo que somos como seres humanos, a nuestras emociones, nuestros sentimientos, nuestros miedos, nuestras incertidumbres. No sólo personales, sino también colectivas, históricas y en mi novela siempre hay un retrato de la sociedad en la que vivimos”. Describe también su obsesión “por pintar, dibujar el capitalismo en el que vivimos. Siempre en el intento de escenificar el momento histórico que nos toca vivir, para saber qué demonios es la vida. Hay mucha gente que piensa que sabe qué es la vida, pero creo que la vida es un aprendizaje y que cada edad y cada época, suponen un aprendizaje”.
Todo esto nos lleva a otro camino, el del sentido, el sentimiento, su poesía con la que conocimos sus primeros pasos como autor. Nos confiesa que no la tiene apartada: “La poesía la tengo ahí siempre y ahora estoy con un libro de poemas también. Es una doble condición, una especie de doble nacionalidad, ser poeta y narrador. Para mí es absolutamente algo natural, yo siempre digo que una novela se hace con palabras y un libro de poemas, con palabras se hace también”.
Antes de despedirnos de él y que inicie su coloquio en Antequera, le invitamos que en uno de esos viajes a los que lleva a sus personajes aparezca Antequera y nos confiesa un recuerdo perenne en su memoria de aquella vez que estuvo en nuestra ciudad: “Me acuerdo como una fascinación lo que comí, la porra antequerana. No se me ha borrado la porra antequerana que comí aquí, fue una experiencia gastronómica brutal, no la he olvidado en quince años. La gastronomía es cultura. Si estás en una ciudad y ves que hay un teatro, un buen restaurante y una librería, ya sabes que allí existe la civilización”.
Le dejamos mientras visita cada uno de los expositores de esta Feria y comparte experiencias con los que se acercan, siempre con una sonrisa que transmite confianza y belleza por aquello que ama: escribir. 18 de abril, el día en el que Manuel Vilas, Premio Nadal de 2023, pasó de nuevo por Antequera.