El Antequera supera al Hércules con un igualado 4 a 3, aunque podría haberse ganado con una más amplia ventaja en un partido donde se tuvieron multitud de ocasiones. Tras haber sido líder, se asienta en los puestos de eliminatoria de ascenso.
El arranque no pudo ser más prometedor. En una acción coral que comenzó con Marcelo en la medular y terminó con Biabiany asistiendo desde la derecha, Álex Rubio, de primeras, abrió el marcador. Minuto 6. El Maulí rugía.
El vendaval antequerano siguió empujando con descaro, y al cuarto de hora, Pol Roigé se sacó de la chistera una jugada de fantasía como único protagonista y desde la frontal para firmar el 2-0. Y por si fuera poco, apenas cinco minutos después, el propio Roigé cerraba su doblete aprovechando un centro preciso de Biabiany. En 20 minutos, el marcador ya reflejaba un contundente 3-0. Superioridad insultante. ¡Qué buen fichaje el de Roigé!
Pero el Hércules, herido en el orgullo, encontró vida. En su primera llegada clara, Javi Moreno recortó distancias desde el área pequeña. El gol insufló energía a los alicantinos, que aprovecharon una desconexión local para meterse aún más en el partido. Soldevila, con un cabezazo tras centro de Nico, puso el 3-2. En ese momento, el partido pudo romperse en mil pedazos. Pero el Antequera supo agarrarse al encuentro y golpear de nuevo antes del descanso. Un saque de esquina botado por Luismi Gutiérrez encontró la cabeza de Biabiany, que firmó el 4-2 y devolvió algo de calma antes del paso por vestuarios.
Segunda mitad para asegurar la victoria y los tres puntos
La segunda mitad tuvo otro ritmo, más pausado, menos vertiginoso, aunque no por ello exento de tensión. A los diez minutos de la reanudación, un error en la salida de Jero Lario permitió a Soldevila marcar el 4-3 y devolver el suspense al marcador. De nuevo, El Maulí se puso nervioso.
Los cambios introducidos por Medina buscaron oxigenar al equipo. Aspra, Clavijo, Xemi y Elejalde entraron en acción, pero el dominio del juego ya no era tan claro. El Hércules, sin crear ocasiones muy claras, se lanzó en tromba al ataque. Y aunque el empate parecía asomarse por momentos, no llegó. Xemi pudo sentenciar tras una falta bien servida por Luismi, pero su remate se marchó desviado. Fue la última gran ocasión antes del pitido final.
Con el aliento contenido, la afición despidió al equipo con una gran ovación. Porque no todos los días se ganan partidos así. Porque no todos los días se sufre tanto para acabar sonriendo. El próximo capítulo será en casa del colista, el Intercity, pero hoy, la historia que se escribió en El Maulí ante todo un Hércules ya tiene su hueco en la memoria de la temporada.