El 22 de mayo, españoles, andaluces, antequeranos, somos convocados a acudir a las urnas, para renovar a nuestros representantes en Ayuntamientos y Autonomías. Se «abrió la veda» ya, para que los candidatos acudan a nosotros todos: a los ciudadanos para anunciarnos su planes magníficos que van a coincidir todos en mejorar Andalucía por un lado, Antequera por otro; vendrán grandes políticos a niveles nacional y autonómico, para decirnos que lo han hecho muy bien y que la crisis es de todo el mundo y no nuestra en particular, y los otros para echar la culpa a los que mandan de la situación que vivimos y, por supuesto, a decirnos que ellos tienen la solución para sacarnos de este atasco; nos convocarán a los medios para que seamos transmisores de sus promesas, de las ventajas de votarles, de lo que han hecho o piensan hacer, por supuesto destacando sus virtudes y ventajas, sobre los perjuicios o desventajas del contrario. Y los unos dirán que en tantos años –para algunos, demasiados– han convertido esto en un paraíso, mientras los otros dirán que es ya tiempo de alternancia, que tantos años agotan las ideas, y crean unos defectos o vicios, que no son buenos para la política… En fin, lo de siempre.
Ante esos casos ¿qué hacer? Pues ejercitar nuestro derecho a votar en libertad, tras analizar, candidato a candidato, las listas, calculando quién tiene experiencia, capacidad de trabajo, personalidad, iniciativas y, sobre todo, en el caso de las municipales, fuerza para pensar antes que nada en Antequera, como decía nuestro llorado José María González. En la campaña electoral, es lógico que cada cual se empeñe en llevarse los votos, a costa de lo que sea pero, una vez conocidos los resultados que han decidido los antequeranos, deben tener humildad para reconocer el triunfo de quien gane, para apoyarle, porque no se trata entonces de luchar unos contra otros, sino luchar todos juntos por mejorar Antequera. Y, por supuesto, quien gane, debe ser generoso con «el otro» y brindarle la oportunidad de que preste su esfuerzo para lo que todos queremos, que no son esas interminables luchas dialécticas, a veces esperpénticas, de los plenos, sino que nos resuelvan lo que nos preocupa: que baje el paro en lo que esté al alcance nuestro, que mejore el tráfico, que se hagan viviendas, que las calles estén limpias, que venga el turismo nacional y extranjero, que nadie le robe nada a Antequera en ningún sitio, llámese Junta, Diputación, Televisiones oficiales, etcétera; que tengamos grandes fiestas derrochando ingenio y no sólo dinero; que no se crean que, por ocupar un sillón de terciopelo en el Salón de Plenos, son más que nadie, pues están allí para ser nuestros portavoces, para solucionar problemas de quienes los votan.
¿Están preparados los señores candidatos a todo eso? ¡Eso es lo que tenemos que estudiar y no dejarnos llevar por los nombres o los apoyos circunstanciales!
