sábado 26 abril 2025
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Grecia da lástima, pero debe servir de aviso

El mundo de la Economía, y el de sociedad en general, tanto de la nación madre de la Democracia, como del resto de Europa, están preocupadísimos por la situación que vive Grecia, literalmente al borde del abismo, con el agravante de que puede “tirar” de las economías de otros países, especialmente miembros de la Unión Europea que entraron en el juego de prestarse dineros unos a otros para formar una masa que atendiera las necesidades perentorias de países necesitados en cuya ayuda acudían los países más ricos. 
 
Era el mejor ejemplo de una Europa solidaria que sabía que no habría forma de progresar en conjunto, si no avanzaba individualmente país a país. Pero llegan unas elecciones generales en el país heleno, y un candidato promete el oro y el moro. Tsipras, promete acabar con “la miseria, las pobrezas, las carencias que había impuesto la política de recuperación del país dictada por la Comisión Europea, que es la que había prestado el dinero para recuperar Grecia, recibiendo fortísimas ayudas, sujetas, cómo no a un plan de recortes en diversos aspectos, única manera de salir del atasco. 
Lógico: si debemos mucho, tenemos que pagar, y si no entra más dinero, lo que hay que hacer es gastar menos.
Todas estas promesas preelectorales, determinaron un entusiasmo lógico en los griegos que creían que el “salvador” podría conseguir todo aquello que sonaba tan bien, acompañado del “farol” que vio claro todo el mundo, menos los propios griegos: “si hace falta nos salimos del euro y de la CEE, si hace falta”. 
“Sonaba” bonito, pues se reforzaba el sentido patriótico del no tener que depender de nadie, de hacer lo que se quisiera y no lo que Europa exigía, como exige a tantos países, que se aguanta, se aprietan el cinturón y siguen cumpliendo compromisos adoptados, a veces, por anteriores gobiernos.
Lo ocurrido en Grecia, debe servirnos de aviso al resto de los europeos, especialmente a los españoles, que también fuimos objeto de promesas sin cuento, y llevamos a muchos ayuntamientos a personas que, enseguida, se descubrieron, colocando a familiares, aumentando sueldos, beneficiándose ellos, mientras se mantienen los problemas que prometían resolver, porque contaban con soluciones que cuando llega la hora de la verdad o no son posibles, o son muy difíciles, tanto como lo de mantener el orgullo griego, a base de bajar las pensiones o los sueldos o dejar de pagar lo que otros países les prestaron.
Insistimos, ¡ojo!, que ya mismo comenzarán otra retahíla de promesas, de cara a las generales, con soluciones peregrinas como las de no hacer caso a la banca, sin tener en cuenta que el dinero que tiene la banca, no es que lo haya impreso ello, sino que procede de los depósitos de personas a la que le sobra y en lugar de tenerlo en casa, “debajo del colchón”, lo llevan al banco, para obtener unas beneficios lícitos y, de su mano, permitir que se preste a quien no tiene y que sigan adelante familias, empresas, negocios que, recordemos, son los que crean puestos de trabajo, los que mueven la economía… No caigamos en más trampas: Grecia es un ejemplo.
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