lunes 13 mayo 2024
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Lo de los Dólmenes, huele a tomadura de pelo

Finales de los años 80. Paulino Plata, entonces alcalde, convoca una rueda de prensa para dar cuenta de algo que nos enorgulleció, nos alegró, nos hizo respirar, al llegar el final de la ignorancia con que había sido tratado el «Parque de los Dólmenes». En puertas de la Expo del 92, Antequera tendría una especie de punto de Información, enfrente mismo de los Dólmenes,

Oportunidad ideal para que quienes viajaran a Sevilla conocieran la singular riqueza de Menga, Viera y El Romeral, igual que quienes estuvieran en Sevilla y quisieran conocer los entornos más destacados. En sus planes, hacer una especie de cuadrados en el terreno situado entre dolmen y dolmen, en cada uno de los cuales irían árboles de los países del Mediterráneo ––desde Grecia a España–, con el detalle de que se iba a disponer en cada cuadrado un «suelo» con plantas de las que acompañan a cada árbol en sus país de origen. La noticia, ya decimos que fue acogida con alborozo, pues se acabaría la discriminación con nuestros Dólmenes, y Antequera se sumaba a los fastos del 92, precisamente con lo que pudo ser el origen de Andalucía, o al menos los asentamientos humanos más antiguos y mejor conservados.

Llegó el 92, y no se dispuso del nuevo recinto; pasaron los años, y tampoco, y así hasta que el Ayuntamiento que preside Manuel Barón, con su teniente de alcalde José Ramón Carmona, anuncia que van a pedir a la Junta que o termine las obras o permita hacerlo al Ayuntamiento.

 

Gracias a la presencia en la Junta de los Consejeros Paulino Plata y Rosa Torres, que nombró Director del Conjunto a Bartolomé Ruiz en un acierto total, se avanzó muchos en algunos temas, pero luego se paralizaban las obras que nos presentaba, en planes y planos el citado Bartolomé Ruiz: en nuestros Dólmenes iba a construirse el Centro de Interpretación de la Historia de Andalucía, con Museo Histórico, sala de proyecciones, aulas… lo que catapultaría el recinto, como lo hizo la presencia de las más grandes autoridades traídas por el citado director, y por los directores generales de Bienes Culturales Margarita Sánchez, y antes de Jesús Romero, también paisanos. Pues ni la conjunción de tantos legítimos defensores del proyecto sirvió para que aquello concluyera, después de treinta años. La excusa –que no se cree nadie– una «pelea» entre arquitectos, a los que habría que demandar si fuera cierto. El caso es que tanto esfuerzo fue baldío, mientras sí destinaba la Junta millones al tranvía de Sevilla, al que dicen poco rentable de Vélez Málaga, y otras obras hechas, seguro, con el dinero destinado a nuestros Dólmenes.

 

Por eso aplaudimos la decisión del actual Ayuntamiento de decirle a la Junta que lo termine y si no puede, que deje que sea el propio Ayuntamiento –que, como en el caso de El Torcal de Antequera nunca debió ceder su gestión– quien lo haga. A lo mejor no tan perfecto ni faraónico, pero desde luego mejor de cómo quedaron las grandes obras emprendidas por Bartolomé Ruiz, al que no dejaron terminarlas.

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