Puede que sea la hora de guardar esos estereotipos del día a día, entre ellos de los más pequeños, niños y jóvenes. Compartimos dos ejemplos que seguro les habrá pasado en su quehacer diario, querido lector.
Por un lado, en las escuelas se está trabajando y más que bien. Otra cosa es que se les facilite la labor. Esta semana comenzamos a entrevistar a las mujeres que han sido elegidas para representar a todas ellas en el proyectado parque. Cuál es nuestra sorpresa que con las que hemos hablado hasta el momento, todas coinciden en haber sido propuestas por jóvenes estudiantes de nuestros centros educativos.
Admiramos a esa clase que cuando le expusieron la iniciativa, buscaron ejemplos a destacar entre madres y abuelas de los compañeros. ¡Qué buena lección ver en el compañero, ese referente para que todos sepan de su valía! Nos preguntamos si nosotros, los mayores, puestos al caso, haríamos lo mismo con el que está en frente nuestra. ¿Quiénes son los niños chicos?
Una de las entrevistadas había pasado una mala época en casa y un día recibió la llamada de una madre que le pedía el favor de atender a su hijo que le había pedido que la llamara para llegarse a su casa.
Accedió, abrió la puerta y se encontró con el joven estudiante que le pedía poder hablar con ella y hacerle una fotografía para proponerla como ejemplo de mujer para el trabajo del colegio. Ella no se lo creía, pensó que había hecho lo que cualquier madre y no se sentía mejor ni peor, sino una madre como toda otra.
Emocionada, compartía con nosotros como a pesar del dolor padecido, el gesto del pequeño en preguntarle algunos datos y pedirle hacerle una fotografía, reconfortaba el hecho de que no es tan malo lo que se dice se aprende en las aulas.
Por otro lado, los padres saben que es complicado que un niño coma ensaladas y no se deje seducir por las golosinas y el chocolate. Pues bien, fuimos testigos cómo una niña accedió a comer ensalada porque en el “cole” le han dicho que es sano. Y no sólo eso, sino que regañó al padre porque estaba comiendo azúcar.
Es tal la necesidad de aprender que ver crecer a un niño con esa búsqueda te ofrece una visión distinta de lo que pasa en las clases. Tal vez el problema lo tengamos nosotros en nuestra sociedad.
Siguiendo con ejemplos de los colegios, no viene mal recordar lo bien que reaccionaron los pequeños en los hábitos de mascarilla, manos y distancias. Quizá el problema es de los que estamos fuera de ellas.
No es tan malo lo que se va aprendiendo en las clases. Quizá el problema es en no respaldar como se merecen las comunidades de Enseñanza y en no desarrollar cuando estamos fuera de ellas, lo que aprendimos.
No es tan malo el futuro de los que vienen por detrás. Puede que el problema lo tengamos los que ahora mismo somos responsables de dirigir y llevar el timón de la sociedad que hemos creado.
Viendo cómo crecen y conocen lo que tienen alrededor, el trabajo está bien cimentado en las escuelas. Quizá habría que pensar en las casas y en la calle. Ser libre no es hacer lo que te da la gana, sino poner los medios para que podamos elegir y no se deje al libre albedrío tener las mismas oportunidades y los recursos para crecer con valores y sentido común. Y obviamente respetando al otro.
Esperanzados por cuando venga el relevo de los que hoy estudian. ¡A ver qué mundo le dejamos cuando les toque! De todos depende.
