viernes 17 mayo 2024
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Platos y libros

Quien no recuerda de su juventud aquellos curiosos malabaristas que de vez en cuando aparecían en la televisión mostrando una peculiar habilidad circense. No era otra cosa que un juego del que ya se tiene constancia desde la edad media y que consistía en hacer girar con la mano unos particulares platos cónicos sobre una delgada y a la vez flexible varilla. A mayor longitud de esta varilla, mayor velocidad se le podía aplicar al plato y a mayor número de platos sobre varillas, mayor era la constatación de la habilidad del individuo que protagonizaba el espectáculo. 

Eran números en donde se palpaba mucha tensión en la persona que operaba sobre los elementos del juego pues cada vez que se hacía girar un nuevo plato, irremediablemente se apreciaba que los que se pusieron a bailar al principio decaían en su velocidad de giro y caerían. Paralelamente, esa inquietud también se percibía en quienes observaban el número, ya que sobre ellos aparecía una sensación de impotencia y tensión al no poder hacer nada para avisar o remediar el problema. 

Tal está el mundo hoy, con la sensación de que cuando arreglamos una cuestión, parece que otra que ya estaba en equilibrio empieza a decaer. A tenor de las noticias que se leen, supongo que otro tanto ocurre en los que nos están dirigiendo en cualquiera de sus ámbitos de competencia. El plato del “fuego amigo” parece ser uno de los principales causantes de que ya nadie se fie ni del más cercano, aunque sea de los suyos.

Pero si verdaderamente alguien tiene la sensación del malabarista en este país son los propietarios de las librerías, ya que cada vez se lee menos y las plataformas digitales o los centros comerciales son una competencia demasiado feroz. Como cada once de noviembre, la comunidad celebra el Día Internacional de las Librerías y en esta semana otoñal en la que coincide, no estaría de más reflexionar y también apoyar a esas personas emprendedoras quellenan de libros las estanterías de sus comercios. 

Escribía Unamuno que “cuanto menos se lee, más daño puede hacer lo que se lee”. Ojalá la calidad de vida de las ciudades, su grandeza, su patrimonio y verdadero valor, dependiera de la cantidad y calidad de sus librerías. 

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