La vida te va enseñando que es mejor quedarte con lo positivo porque, a veces, si te quedas con lo negativo, entras en el juego de los que distorsionan y confunden la realidad. Suponemos que muchos españoles estaremos pendientes de qué pasará este domingo en Cataluña con el “procés”, el intento de independencia de España. Suponemos que alguno que otro se le habrá pasado por la cabeza iniciar un proceso parecido, pero en su población.
Si nos lo permiten, iniciaríamos desde este lunes el “procés” antequerano por el que buscaríamos conseguir objetivos como: tener las ambulancias que nos correspondan y precisamos. Disponer de un parque de bomberos en el casco urbano. Reabrir el centro de salud primitivo y tener dos en la ciudad. En el plano cultural, buscar la financiación que tuvo el Liceo de Barcelona para reformar y mejorar el Teatro Torcal de Antequera. Conseguir la nueva iluminación de los Dólmenes, como la que acaba de estrenar Medina Azahara sin ser aún patrimonio mundial. Poner en valor Singilia Barba o las Termas de la Villa de la Estación.
También optar por toda la rapidez que se consiguió para construir el Palacio de Exposiciones de Málaga o el de Torremolinos, que se aplique también al de Antequera. Culminar la circunvalación y disponer de una oficina de turismo andaluz. Ofertar más escuelas universitarias, un conservatorio de música superior, escuelas de verano, una lanzadera AVE para llegar cómodamente a la Universidad de Málaga…
Y si no lo conseguimos, puestos a pedir, que se convoque una huelga general en Antequera, colapsemos todas las autovías para bloquear toda Andalucía, sus capitales y los ejes turísticos. Contando, claro, con los representantes políticos, los colegios, institutos, para respaldar esta iniciativa.
Puestos a pedir, ya en plano más humano, que se dedique el mismo esfuerzo, ímpetu y difusión, para multiplicar por lo que sea preciso, la investigación del cáncer, el alzheimer, la violencia machista, el terrorismo, y todos los males que asolan a las familias y personas, y así poder investigar más, prevenirlos y erradicarlos.
Creemos que el “procés” es muy positivo porque se sabe cómo conseguir un fin, sea racional o no. Como presumimos que lo van a conseguir, viene como anillo al dedo lo de ‘El fin justifica los medios’. Si hay que utilizar la argucia catalana para conseguir las prioridades de la ciudad y de la vida misma, nos sumamos al “procés” sin pensarlo. Está claro que en el siglo XXI, el hombre a veces se pone al frente de revoluciones para intereses oscuros, partidistas y no para lo que la sociedad precisa y necesita.
Nos gustaría saber qué opinan las personas que hayan necesitado una ambulancia y no les ha llegado a tiempo, a los que no les recoge el autobús escolar para llevar a su hijo discapacitado, los que no tienen dónde combatir el Alzheimer, quienes ven como hay ciudadanos de primera o de segunda depende de dónde vivan. En fin, el país que vive del turismo y acaba de sufrir un ataque terrorista, lanza la peor campaña al mundo posible desde la Ciudad de La Olimpiada de 1992.
