En las últimas semanas, medios de comunicación están compartiendo con reportajes varios el nuevo problema que padecen nuestros mayores. La pandemia ha incrementado el abuso de las nuevas tecnologías y privado de la atención personal que se venía ofreciendo.
Las entidades financieras son las más cuestionadas. A la limitación de horario para pagar recibos o consulta de operaciones, se suma ahora que toda gestión se ha de hacer por cajero automático o por banca electrónica. ¿Y qué pasa con el que no tiene o no ha tenido la suerte de aprender?
Cuando anuncian tanto beneficio y tras tantos rescates recibidos, nos preguntamos para qué sirvieron. ¿No se están rompiendo empleos al no disponer de personal de atención al público? ¿No hay administraciones, sindicatos, inspecciones que denuncien y eviten estas situaciones? Y lo que suele ocurrir, el que da la cara es el que obedece órdenes de arriba y percibiendo su gesto, está en contra, pero es lo que le ordenan.
No entendemos cómo se ha pasado de unos tiempos en los que te regalaban de todo, sólo les faltaba ponerte una alfombra roja, y que ahora sea todo lo contrario. Colas en la calle (ya había antes de la pandemia, imaginen ahora con las medidas de distancia), al sol o lloviendo. Y no tener nadie que te ayude, a no ser que sea la persona que está delante o detrás tuya.
A lo de los bancos, se suman el resto de administraciones. Este viernes vimos a una joven desesperada por entrar a la Tesorería de la Seguridad Social, pero por tener que pedir cita previa, no pudo entrar a hacer la gestión. Y no es la única administración. Qué decir de los servicios sanitarios y demás.
Cuando se habla de igualdad, ¿se debería también de defender la de los ciudadanos frente a las administraciones, así como la de los autónomos con los funcionarios o grandes empresas?
Con todos los respetos, ¿se imaginan si un autónomo exigiera al comprador que pidiera cita por internet, que tuviera que esperar a un día y hora determinada para comprar en su negocio?
¿Se imaginan que fueras a comprarte una prenda de vestir, por citar una, y que te dijeran que tienes que registrarte con un certificado digital?
¿Saben lo que pasaría, verdad? Perderían el cliente. El problema con bancos y administraciones radica en el monopolio que tienen y se aprovechan de ello en determinados casos ante el ciudadano.
Por ello, ahora que se acercan elecciones, ¿se atreverá alguien a prometer cambiar este proceso en la atención personal? Si ya era desesperante llamar a un teléfono y tener que hablar con una computadora, imaginen lo que es hacer lo mismo cara a cara.
Dicen que estamos cada vez en un mundo mejor donde las nuevas tecnologías avanzan y nos brindan progresos. Pero si el futuro es la falta del trato humano, creemos que nos equivocamos. Ojalá se supiera conjugar el progreso con el respeto de lo que se había conseguido.
