Juan Benítez Sánchez disfruta hablando del pasado. De ahí esa melancolía siempre en ciernes que de vez en cuando se apodera de él. No entiende lo que es, sin lo que fue. Profesor jubilado de Literatura, apasionado de la tradición oral, es de las pocas personas que guardan en la memoria ciertas tradiciones que de no recuperarlas boquean sus últimos suspiros. El espíritu del Carnaval en la ciudad, como él, insurrecto, dio pie a este encuentro.
¿Qué cree que está pasando, Juan, ahora que terminamos el Carnaval, con la poca afluencia a esta fiesta? “Creo que el Carnaval tiene que surgir espontáneamente, no puede ser dirigido. Desde que se ha sometido a premios de concursos de disfraces, o a que los políticos les moleste lo que se dice de ellos, el motivo que le da origen, se pierde”.
En tiempos de libertad no se tolera el libertinaje
Resulta una paradoja que en tiempos de libertad no se permita un día de libertinaje. “Así es, el Carnaval no se perdió en la época de la dictadura, que fue cuando se manifestó en las Peñuelas y desde allí fue bajando hasta el centro de la ciudad. A Humilladero, que lo criticaron tanto por los 4 autobuses “que fletaron”, la gente fue porque encontraron un botellón que aquí no han encontrado. En Antequera se ha intentado recuperar durante décadas, pero no ha sido posible porque las circunstancias no han ayudado y no se ha dado con la clave que propicie el cambio”.
¿Y cuáles son esas circunstancias? “En España se aprobó la ley del descanso dominical en el año 1911. Pero el descanso como obligación, en el que incluso las autoridades lo apercibían, sería a mediados del siglo XX. En ese momento, había sólo cuatro fiestas oficiales: Navidad, Carnaval, Semana Santa y Feria. Entonces no sólo tenía sentido, es que lo estabas deseando. Te preparabas para ello. Actualmente, los jóvenes tienen tres días de fiesta a la semana. Es por eso que no sólo aquí, sino en muchos otros sitios de España el Carnaval no funciona, excepto en los que tiene otro grado de especialización: Cádiz, Tenerife, Las Palmas o internacionalmente, Venecia o Río. Lo que hacen es atraer a gente. Allí eres un mero espectador”.
¿Y en cuanto a los criterios de su organización? En las últimas décadas se intentaron muchas cosas, cometiendo el error de cambiar según el partido en la Alcaldía. Se trajo a agrupaciones de fuera, que animaban bastante, pero los criterios con los que se le trataron hicieron que no tuvieran continuidad. Luego está eso de querer llevar a todo el mundo a un lugar, como sucede con el Paseo. La fiesta debe extenderse libremente. Y en cuanto al Pasacalles, esos animales mastodónticos que nada tienen que ver. El Carnaval necesita que la gente cante y baile”. Más información, edición impresa sábado 24 de febrero de 2018 (pinche aquí y conozca dónde puede adquirir el ejemplar) o suscríbase y recíbalo en casa o en su ordenador, antes que nadie (suscripción).
