Juan José Sánchez, hermano mayor de trono del Patrón de Antequera: Al Señor: ‘Que nos siga protegiendo de esta enfermedad’

Este año no podemos titular en portada: ‘Hoy sale el Señor’, porque la imagen del Patrón de Antequera se tiene Este año no podemos titular en portada: ‘Hoy sale el Señor’, porque la imagen del Patrón de Antequera se tiene que quedar en casa por el estado de alerta sanitaria. Al Señor le pide: “Por las personas que se han ido, consuelo para sus familias porque se han vivido situaciones horribles. No poder ni siquiera acompañar, despedir a tantas personas que se han ido. Estando con salud y fe en el Señor, y lo que necesitamos todos es trabajo y seguir viviendo nuestra vida”.

Este sábado 23 de mayo, a las 19 horas, tenía que haber comenzado la procesión del Señor de la Salud y de las Aguas. Antes, en la sacristía, el hermano mayor de trono, Juan José Sánchez Ramos (Antequera, 15 de abril de 1959), habría dado las últimas instrucciones al grupo de devotos hermanacos. Pero la historia ha dispuesto que no se pueda ni organizar la procesión por el estado de alerta sanitaria por la pandemia del COVID-19.

Le entrevistamos la semana previa, donde nada más comenzar muestra su cariño y pasión por sus padres, Juan Sánchez Ruiz y Dolores Ramos Henares, quienes le inculcaron su devoción al Señor como hacen todo antequerano, de cualquier barrio, a su familia. Nació en la calle de los Tintes, frente a la iglesia de las Recoletas, “pero viví menos de un año allí porque, antes de cumplir un año, mis padres se mudaron a la Cruz Blanca, a la calle Pajeros, a una casa que lindaba con la de mi abuela paterna”.

Le preguntamos si sabe de dónde viene la raíz de devoción al Señor en su familia: “Especialmente por la familia de mi padre, eran muy creyentes y muy practicantes, y de mi abuela y la hermana de mi padre, mi madrina, que como mi padre, eran grandes devotos del Señor. Mi padre, ya de aprendiz en la carpintería de Antonio Cabello, con 14 años, ayudaba en la ‘bajada’, pues entonces era Antonio Cabello el “carpintero del Señor” y sé que mi padre lo vivió desde muy niño. Cuando le dio el relevo, allá por 1959, año en que mi padre estableció su propio taller de carpintería en la calle Pajeros, puso allí una foto del Señor con dos candelabros que permanecieron siempre encendidos hasta que nos dejó en 1996. Esa foto del Señor tiene un gran valor sentimental para nuestra familia, la tiene mi hermana Loli en su casa, y cada hermano tiene una copia”.  

Hay un año muy especial para él, la procesión de 1995. “Fue el último que mi padre y yo salimos juntos como hermanacos del Señor, porque al año siguiente, en febrero, cumplía 65 años, y no podía seguir. En una foto de 1995 en la que estamos juntos debajo del trono, mi padre escribió de su puño y letra que era “el último año que sacaba al Señor”. Esa foto la guardo con mucho cariño porque fue el último de seis años que sacamos juntos al Señor, para irse después con Él”. Su padre formó parte de la Junta de Gobierno, pero “no tuvo ningún cargo relevante dentro de ella, se consideraba un devoto, y llevaba con mucho orgullo ser el “carpintero del Señor”.

Sus primeros recuerdos ante el Señor

Además de acompañar a su padre en las “bajadas” del Cristo y en los preparativos de las novenas y de la Procesión, “tengo muchos recuerdos, como todos los antequeranos, y hay unas palabras muy bonitas de nuestra hermana de la Hermandad, Pilar Aranda, que presentará el Cartel de la salida procesional el próximo año, ya que este no ha podido ser, que dice que “los recuerdos del Señor son infinitos”. Buscar en el infinito es prácticamente imposible. Yo recuerdo salir del colegio en el mes de mayo al mediodía, o por la tarde, e ir a hacer la novena por el camino de la Ribera, y se nos iba la tarde porque parábamos a jugar o a charlar en ese precioso camino. Tengo muchos y bonitos recuerdos de aquella época. Recuerdo el altar de San Juan, la escalinata llena de flores y de velas… Ahora ha cambiado, pero antes era así, y son muchas las imágenes y recuerdos que tenemos grabados de nuestra infancia entorno al Señor. Tengo grabados destellos de su corona, que muchas veces, lo he hablado con Gabi, la corona preciosa con piedras de colores incrustadas, dando destellos de luz de diferentes colores cuando el Señor estaba en el Altar Mayor. Siempre que iba a San Juan buscaba esos destellos de luz, en la creencia de que aquellos rayos de luz era como una especial conexión con Él, y sentía una gran cercanía”.

Estudió en el Colegio María Inmaculada, “hasta que hice la Primera Comunión; y luego pasé a los Carmelitas, donde estuve 11 años, para terminar en Antequera en el Instituto Pedro Espinosa, donde hice COU”. Continuó con su etapa en Granada para estudiar la licenciatura en Farmacia: “Fueron tiempos de desconexión, porque lo de estudiante me lo tomé muy a pecho; además era deportista, y también en esto hubo un paréntesis, en el que me dediqué a lo que me tenía que dedicar. Mi vocación como farmacéutico era fabricar medicamentos,  pero como sabía que era muy difícil trabajar en ello, ya que la industria farmacéutica estaba ubicada principalmente en Madrid y Barcelona, me preparé para la especialidad de análisis clínicos. Mientras hice la especialidad, me preparé la oposición para ingresar en el Cuerpo de Farmacia Militar. Durante la carrera también ingresé como alumno interno en el Departamento de Microbiología, porque constituía un buen complemento para mi especialidad en análisis clínicos” que luego ejerció en cuatro misiones en Afganistán, en el Hospital ROLE2 de Herat. “Durante mi carrera profesional conseguí también las especialidades de Industria Farmacéutica, y Análisis de Medicamentos, que finalmente he tenido la suerte de ejercer durante toda mi vida en el ámbito militar”.

Su carrera en la farmacia militar y la situación de la pandemia 

En tercero de carrera “despertó mi interés por la farmacia militar porque tenía compañeros de facultad que terminaban en aquellos años, se presentaban a la oposición, aprobaban, y luego me contaban qué era lo que se hacía en ese ámbito”. ¿Y qué es?: “Multidisciplinar. La militar es una administración paralela a la administración civil, y prácticamente todas las actividades de la farmacia civil, se llevan a cabo en la militar, enfocado al soldado y a la defensa nacional. En particular, la industria farmacéutica militar me ha fascinado siempre por la especificidad de sus medicamentos y sus capacidades. Pero antes de ingresar en farmacia militar, en julio de 1981, justo estaba examinándome de mi última asignatura de la carrera, cuando falleció en Antequera José Robledo Borrego, farmacéutico de la calle Encarnación, y por la amistad que existía con mi familia le propusieron a mi padre que fuera regente de la farmacia. En esa farmacia estuve un año y media hasta que aprobé la oposición. Yo iba y venía de Granada con mucha frecuencia por la especialidad y la oposición. En septiembre de 1982 ingresé en farmacia militar, en la Academia General Militar de Zaragoza”.

Hoy es general de brigada farmacéutico, destinado en la Inspección General de Sanidad del Ministerio de Defensa, que tiene a un general de división médico como Inspector, y tres subinspectores de Medicina, Veterinaria  y Farmacia; él es el subinspector de Farmacia. Viene al día preguntarle por la situación que vivimos y si empezó a temer por los cultos al Señor como así ha sido: “Desgraciadamente, desde el principio de la epidemia y viendo la evolución de las curvas y los estudios técnicos, desde un principio temí que este año no solo la Semana Santa, sino también las novenas al Señor y su salida procesional, no se iban a poder celebrar. Por un motivo muy sencillo, y es que desde el confinamiento a partir del 14 de marzo, todo ha evolucionado muy rápido y la agrupación de personas por el motivo que sea, incluida la procesión del Señor y sus cultos en el mes de mayo, iban a ser muy difícil de llevar a cabo. Uno empieza a intuir que va a llegar, como finalmente ha llegado, y todavía seguimos con la incertidumbre de hasta cuándo, porque no sabemos el comportamiento que va a tener la epidemia a corto y medio plazo, y dudamos de cosas tan sencillas como si podremos ir este año a la playa”.

Una situación que no es nueva, nos basamos en los años de las rogativas de siglos atrás, aunque hoy la ciencia hace que prevalezca sobre el sentido común. “Estas semanas circularon comentarios sobre ¿por qué no sacamos al Señor en rogativa? Pero creo que el conocimiento científico que hoy se tiene sobre las enfermedades no es el que se tenía hace 100 años o más, cuando sí se hacían rogativas por salud y el cese de las epidemias. En este contexto, sería ilógico sacar al Señor, congregarnos entono a Él, y dar un motivo para empeorar la situación aún más. Por lo que es totalmente comprensible que el Señor no salga este año”.

Como un devoto más que es, ¡complicado el no poder verlo este año!: “Los que somos creyentes sabemos también que hay un componente humano de necesidad física de acercarnos a Él,  y yo me quedo con tus palabras delante del Señor en uno de tus reportajes: “¿Cómo vamos a aguantar este año, Señor, sin ver tu rostro?”. Para los que creemos y confiamos en Él, sacrificar los actos y cultos de abril y mayo y la procesión supone un sacrificio y es triste tener que vivirlo, pero aún es más triste la cantidad de personas que nos están dejando por culpa de la pandemia. Sobre todo, personas mayores que fueron las que nos transmitieron su devoción al Señor. La cercanía física a la imagen del Señor es importante, y también el sentimiento de devoción compartida y colectiva al Señor que vivimos, se vive en los cultos y en la procesión y la unión hace la fuerza y que se vive en la procesión y en esos momentos en la bajada del río, en las novenas, en la procesión y todos los cultos”.

Su devoción por todo el mundo y este año 2020 

Juan José, por su trabajo, ha podido rezar la novena en diferentes países y situaciones: “En sitios muy diferentes y tan lejanos como Afganistán, y allí donde me haya pillado el mes de mayo. Cuando la novena se hace en la distancia, el espacio con el Señor no existe, yo me siento igual de cerca de Él cuando la hago en mi casa que si estuviera delante de Él en la iglesia de San Juan”.

¿Qué se puede sacar de positivo este año?: “Debemos ser conscientes que esta situación nos está dando la posibilidad de vivir la novena y la devoción al Señor como la viven, no solo los devotos que no estamos en Antequera, sino los mayores que viven en nuestra ciudad, y no pueden ir a ver al Señor”.

¿Cómo reaccionaron los hermanacos al saber que no habría procesión este año?: “Siempre les he dicho que el ser hermano mayor de insignia es un privilegio porque te permite una cercanía no solo con los hermanos, sino también con los devotos, porque vives muy de cerca esa devoción y sus sentimientos hacia el Señor. En muchos casos es pura poesía lo que te transmiten. Tras la suspensión de la Semana Santa, se lo esperaban, y hablo con ellos y me transmiten que lo más importante es que se solucione la pandemia y que, en cierto modo, este año será una penitencia al no poder salir”.

Ante las 19 horas de este sábado 23 de mayo 

Será extraño este sábado, no ver al Señor asomarse por la puerta a las 19 horas, ante los devotos congregados en torno a San Juan, las campanas y cohetes anunciando su salida a la hora que marca la tradición. “Esos momentos previos, en la que nos unimos en la sacristía, exclusivamente los hermanos, y donde damos las últimas instrucciones, y realizamos un recorrido mental de la procesión. Son momentos muy especiales y entrañables, porque aparte de los detalles, se ponen de manifiesto muchos valores que hay que tener presente durante la procesión: la disciplina, la lealtad, el compañerismo, la devoción…: ¡Somos ejemplo del Señor en la calle! Eso lo repito insistentemente cada año. Este año no lo vamos a poder vivir al igual que muchos otros momentos entrañables, como la salida en el portón a las 7, los minutos previos a la salida que son momentos de silencio, reflexión, de nerviosismo pero también de una gran satisfacción. También es una penitencia no vivir todo eso. Pero bueno… el año que viene sí se hará y saboreándolo más y siendo mucho más conscientes de lo que tenemos, que normalmente cuando nos acostumbramos a ello no las valoramos lo suficiente y este año es momento de reflexionar sobre los afortunados que somos teniendo lo que tenemos y cada año vivimos junto al Señor. Aunque no creo que haga falta decirlo porque nos estamos dando buena cuenta”.

El no poder viajar aún, le impedirá estar en Antequera: “No podemos viajar a ningún lugar, pese a tener familia repartida entre el norte y el sur. Tengo a mis hijos y familia repartida entre Alemania, Vitoria y Antequera, y no he viajado, ni lo voy a hacer, hasta que la situación lo permita. Este fin de semana no voy poder ir a Antequera como me hubiera encantado. Por prudencia debemos ser conscientes de que cualquier decisión que tomemos en ese sentido estamos poniéndonos en riesgo a los demás y a nosotros mismos”. 

¿Qué le dice a sus hermanacos, a los devotos que no van a poder ver en la calle, este año, a su Señor?: “Mantener la fe, mantener la esperanza en Él y seguir siendo fuertes en las crisis que nos queda por superar; no podemos decir otra cosa. Sentirnos más unidos que nunca, ya que no podemos estar físicamente juntos. Y por supuesto, seguir compartiendo la devoción al Señor”.

En estas semanas, se han contemplando muchas diferencias, pero en la fe, en los religioso, está viviéndose una gran unión: “Nuestra sociedad de hoy es muy complicada. Fíjate solo en las ideologías políticas y cómo se afronta esta situación, en la que deberíamos estar más unidos que nunca. Para mí, desde mi postura de creyente y de mi devoción y fe al Señor –porque yo soy hombre de ciencia, y me hubiese gustado que mi vida hubiera estado dedicada a la investigación– cuanto más profundizas en la ciencia, simplemente en el virus que nos ataca, te preguntas cómo es la naturaleza tan perfecta y consigue esos grados de evolución, y admiras la grandeza de la creación. Observar la grandeza de lo que nos rodea a nivel microscópico, a nivel macroscópico en cualquier nivel, es motivo aún para tener más fe. Es una opinión muy personal y con esto te quiero decir que para mí, el contexto religión y el contexto ciencia no están separados. Precisamente el Señor está más presente cuando ocurren cosas como estas. Y sin que sea esto un designio del Señor, que no nos está castigando ni mucho menos”.

¿Qué le pediría a la sociedad en general, como hombre de fe y ciencia?: “Que nos sigamos cuidando y protegiendo y pidiendo al Señor para que nos saque cuanto antes de esta situación sanitaria como de la económica que se nos viene encima. Que nos haga unirnos. Tenemos un país fabuloso y nos falta esa unión precisamente en estos momentos. Le pido al Señor por nuestros mayores, y por nuestras familias. Que nos siga protegiendo de esta enfermedad y que nos saque cuanto antes. En estos momentos no podemos pedir otra cosa. Y por las personas que se han ido, consuelo para sus familias porque se han vivido situaciones horribles. No poder ni siquiera acompañar, despedir a tantas personas que se han ido. Estando con salud y fe en el Señor, y lo que necesitamos todos es trabajo y seguir viviendo nuestra vida con normalidad. Esa es la rogativa que le tenemos que hacer este año”.

Aquí quedan las impresiones y sensaciones del hermano mayor de trono del Señor de Antequera, quien este año no podrá ni estar en la ciudad al no poder desplazarse desde Madrid, donde reside y trabaja. No le veremos mirando al frente en la puerta de San Juan a las 19 horas, ni dar sus campanadas al trono, ni “abrazar” a los enfermos al pasar de lejos el Hospital, donde más que nunca se pide salud. Este año, el de 2020, no se pudo ni montar la procesión, porque se suspendió por la pandemia que atravesamos.

Pero él, desde casa, a la misma hora, estamos seguros que buscará un sitio en su casa, para mirar una fotografía del Señor y, tras rezarle, pedir por sus hermanacos y dar las instrucciones oportunas, para que el Señor siga saliendo, como hace cada día, a cada casa, a cada rincón de la ciudad. Ya sea en forma de Eucaristía, con una oración, súplica o agradecimiento. Este año “no sale el Señor”, pero lo está haciendo de una manera diferente. Al final, aunque necesitemos de imágenes, lo más importante es la fe que transmite, por lo que sí saldrá, a su manera, aunque no en forma de procesión.

Quedará marcado este año 2020 y a la espera de esa acción de gracias por superar la pandemia y con la esperanza puesta en el 2021, el año de los abrazos, de los reencuentros, de los recuerdos por quienes ya no estén…