martes 3 diciembre 2024
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Condes de la Camorra. IV Conde: Luis María Pareja Obregón (XV)

Continuamos esta semana con la historia del IV Conde de la Camorra, Luis María Pareja Obregón. Finalizábamos el capítulo anterior aludiendo al informe que en octubre de 1842 había redactado una Comisión entre cuyos integrantes se encontraba el Conde de la Camorra, Luis María Pareja, sobre delincuencia y bandolerismo en la comarca de Antequera. Este informe, extenso y riguroso, nos aporta novedades respecto a la concepción que las autoridades de la época tenían sobre el bandolerismo que asolaba la jurisdicción antequerana y también, la que se tenía por parte de la mayoría de la población y en especial la de los empresarios y grandes propietarios agrícolas que sufrían directamente sus acciones violentas.

Estas concepciones, ampliamente coincidentes sobre lo que significaba el bandolerismo en la comarca, difieren en forma considerable de la versión que ha llegado hasta nuestros días proveniente de algunos de los escritores románticos del siglo XIX, que escribieron sobre el tema.  El texto del informe emitido por la Comisión sobre la problemática del bandolerismo, resumidamente, decía así:

“La Comisión encargada de presentar un proyecto de Partida de Seguridad Pública que se ha de elevar a acuerdo y que ha de pasar el criterio de los Superiores Civiles de la Provincia y tal vez por el Congreso Nacional, ha creído conveniente trazar ante todo el cuadro de nuestra lamentable situación, porque solo conociéndose la enfermedad se puede juzgar de la necesidad del remedio…

Los delincuentes entre los cuales es menester contar no solo al ladrón y al cautivador, sino al cómplice, al ocultador y al protector, se ríen absolutamente de las leyes que violan y de los tribunales de que se burlan, y organizados de una manera particular son más poderosos que nuestra sociedad, ya para hundirse, víctima de estos y otros ladrones, de estos y otros desmanes. Los ladrones, señores, al menos por aquí amaestrados en una larga carrera de triunfos sin oposición, han aprendido, se han civilizado, han progresado en la manera de robar con tanta rapidez como asombro. Robábase antiguamente en los caminos cara a cara y los facinerosos luchaban a brazo partido con la fuerza pública… 

Hoy no es así, los malhechores de diez leguas en contorno están afiliados en una sociedad secreta que han formado por instinto y se reúnen y tienen en lista a los ciudadanos más laboriosos y acomodados, y se distribuyen sus espionajes para el cautiverio y los cautivan y encierran a mansalva y sin la más pequeña exposición. 

Los de aquí son llevados a lugares de la costa, los de Málaga al Colmenar, los de Grazalema a Mollina y los de Archidona a esta ciudad. Así con careta o sin ella según las escenas, todos se auxilian conspirando al fin a arruinar familias y de sembrar en ellas el luto y la desesperación y tal vez la muerte. 

Y luego estos mismos que cautivan, se presentan en las plazas a pedir trabajo para cubrirse y tienen por padrinos a muchos principales vecinos que por inclinación o por abatimiento han adoptado para salvarse esta especie de individualismo punible. Y si alguna vez son detenidos por sospechosos, se intimida a los alcaldes de barrio y con su buen informe acaso se pone en libertad al capitán de todos estos bandoleros. 

Las leyes comunes y ordinarias ¿Qué pueden hacer en una situación tan excepcional? ¿Qué los tribunales de justicia y las autoridades tanto civiles como militares? ¿Qué las partidas de tropas en persecución cuando para remediar nuestro mal estado sería necesario fusilar a muchos guardas y ganaderos abonados por sus amos para llevar una escopeta con la que roban y asesinan? ¿Cuándo en las mismas cuadrillas de trabajadores están los que estar debieran en un patíbulo? 

Agrias, señores, son nuestras palabras, pero más agrio es el presente que nos rodea y más lo será nuestro porvenir, si no despertamos de este letargo que tan profundamente nos adormece. Por fortuna estos malhechores, son cobardes y miserables, incapaces de dar el frente, de correr el menor riesgo. 

Nuestra opinión respecto a estos infames, es la de los hombres de bien de Osuna, Écija y Estepa: “guerra a muerte sin transacción, sin dejarlos respirar siquiera”, así se han salvado aquellos pueblos y así disfrutan de paz y de seguridad y así prospera entre ellos la agricultura y el comercio. Sigamos su camino, adoptemos la formación de una partida de seguridad pública compuesta de los naturales que conociendo el terreno, a los ladrones y a sus guaridas, los buscaran sin descanso y concluirán con ellos”. 

Firme la comisión en este pensamiento tiene el honor de proponer al Muy Ilustre Ayuntamiento y señores adjuntos el siguiente proyecto:

La creación de una partida de persecución de malhechores que acomode su actuación al reglamento que ahora se redacta y que consta de nueve artículos. En ellos se detalla el número de integrantes de la partida, sueldos, dependencia, presupuesto, fórmulas para conseguir financiación, etcétera. Y todo ello se eleva por el Ayuntamiento al Superior Político de la Provincia para conocimiento y aprobación en su caso.

La descripción que se hace por la Comisión sobre la inseguridad que vive Antequera y su comarca, es de una gravedad extrema. En ella se refleja perfectamente las acciones delictivas que cometen los bandoleros o caballistas, como también se les llamaba, su modus operandi, su integración aparente en la misma sociedad a la que atacaban y en la que se amparaban, desnudando a su vez a estas graves acciones punibles del revestimiento y halo romántico con que la adornaron ciertos escritores del siglo XIX y que aún algunos continúan haciéndolo en la actualidad. 

Esta actividad delictiva es definida tal cual es, como una mafia organizada. Se relata su modus operandi con rigurosidad, quizá exaltada, pero con fidelidad a lo que ocurría, significándose que los autores de las mismas se concertaban o reunían para planificar sus objetivos, contaban con cómplices y encubridores entre los guardas privados y algunos labradores, y cometían los hechos de común acuerdo, incluso repartiéndose las tareas delictivas para ayudarse los de una comarca a otra en la consecución de su fines. El relato de la Comisión, contiene en definitiva todos los elementos típicos que en la actualidad permiten definir a ciertas asociaciones delincuenciales como mafia u organización criminal. 

Luis María Pareja, alcalde por séptima vez

No obstante lo anterior, la vida política municipal continuaba y el doce de diciembre de 1842, a la conclusión del mandato del alcalde Diego María Carrasco, se comunicó por éste que en el escrutinio efectuado con motivo de las últimas elecciones celebradas había sido elegido, una vez más, como alcalde, Luis María Pareja Obregón y Rojas, Conde de la Camorra. Era su séptima vez y en esta ocasión le acompañaba como regidor, su hermano Ramón Pareja.

Obras ejecutadas y alumbrado público

A primeros del mes de enero de 1843, una vez echa a andar el nuevo consistorio, se presenta por el ayuntamiento la memoria de obras del año anterior, entre las que cabe significar algunas de ellas, como por ejemplo las ejecutadas con motivo del embovedado del Arroyón de San Sebastián, que solucionó de esa forma la problemática de olores, pestilencia y mosquitos de la zona; también la reparación del casi derruido Arco de San Sebastián, con una nueva solera de hierro, y asimismo el arreglo del puente de Lucena. 

El proyecto de alumbrado de la población que se había remitido a la Diputación, fue aprobado por la misma y en base a ello, se acordó por parte del Consistorio que ese alumbrado contaría con 100 faroles que estarían distribuidos en 34 calles. 

Paralelamente se creó una escuadra de serenos con seis integrantes,con la función esencial de cuidar el perfecto estado del alumbrado y su mantenimiento. La creación de este servicio de serenos, tendrá mucho que ver luego con el inicio y devenir de la Guardia Municipal antequerana, en la que finalmente se integró. En estas fechas ya había colocados cinco faroles en calle Carreteros y dos en calle Lucena y se ordenó la construcción de otros 30 más a fin de continuar con lo especificado en el proyecto. También se completó el alistamiento del personal para la formación de la prevista compañía de bomberos, a espera solo, de elegir la oficialidad.

Pronunciamiento conservador el General Narváez

La paz social y la administración municipal en estas condiciones de aparente normalidad fueron sin embargo, efímeras, pues el día uno de junio de ese año, en la reunión plenaria del ayuntamiento se vieron los últimos boletines oficiales recibidos, que junto a diversos partes de la Comisión de Gobierno de Granada y Málaga, comunicaban un nuevo pronunciamiento en las ciudades de Zaragoza, Bailen y Jaén, contra la Regencia de Espartero y se requería al ayuntamiento antequerano para que por esta ciudad, se le prestara el oportuno apoyo.

El ayuntamiento, a iniciativa del alcalde Luis María Pareja, renuente a propiciar su apoyo a ese pronunciamiento moderado, antes de tomar una decisión y a fin de ganar tiempo, nombra una comisión permanente para que le asesore en tan grave decisión, compuesta por varios regidores y por el comandante del Batallón de la Milicia. 

España volvía a ser zarandeada por otro vaivén político, otro desencuentro más, que surgía de la grave situación en que se vivía en los últimos meses de la Regencia de Espartero, máxime con las últimas medidas adoptadas por él, incluido el bombardeo de Barcelona, que habían provocado levantamientos en Cataluña, donde los progresistas con el general Prim a la cabeza, unidos a moderados y republicanos se habían levantado contra Espartero. 

La crisis se agravó y las sublevaciones se extendieron por la costa mediterránea y también en ciudades del interior, iniciándose por las tropas sublevadas el camino hacia Madrid. En Torrejón se enfrentaron las tropas del General Seoane, partidario de Espartero y las que apoyaban al general Narváez, pero la batalla duró solo unos minutos, pues los soldados de Seoane a los primeros disparos se unieron a los sublevados. Esta derrota implicaría el exilio de Espartero y a la par, el encumbramiento del general Narváez. 

Situación en Antequera

En Antequera, el día dos de junio de 1843, en plena crisis nacional ya referida, se reunió el ayuntamiento en sesión extraordinaria a las 9,30 de la noche tras recibir una comunicación del Comandante de la Milicia, que adjuntaba un oficio de la Comisión de Gobierno de Málaga, exigiendo una decisión rápida sobre el pronunciamiento y un requerimiento urgente al alcalde para que enviase a la capital malagueña los milicianos solteros y viudos sin hijos. 

Al mismo tiempo llegaba también al Alcalde, Luis María Pareja Obregón, otra comunicación urgentísima e intimidante del Coronel, Marqués de Torremejía, como Comandante de la columna móvil de la provincia, en la que concretaba que debiendo marchar a Loja a incorporarse a las fuerzas de su mando, esperaba que el ayuntamiento de esta ciudad resolviese en el plazo de tres horas la citada movilización de los Milicianos para que ello le sirviese de norte en sus resoluciones.

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