Hoy os quiero hablar del gran y olvidado Pilón de la Cruz, el referente de agua durante siglos y siglos para los habitantes del Torcal. Contaros que el pilón se encuentra en una de las zonas más bellas y de mayor valor paisajístico de nuestro Torcal, en las llamadas Canchas de la Cruz entre Las Vilaneras, el Torcal Bajo, los Hoyos de Cananea y la olvidada Sierra Pelada.
Situado en una verdadera encrucijada de caminos, nunca mejor dicho, ya que se encuentra al margen del antiguo Camino de los Canteros, aquel que cruzaba de Norte a Sur nuestro Torcal con sus más de siete kilómetros de longitud y que en los siglos XVII y XVIII se convirtió en una auténtica red viaria, que conectaba todos los enclaves canteros del Torcal, hasta desembocar en el antiguo llano de las carretas, aquel que se extendía desde los Navazos hasta el Puerto de la Escaleruela.El Pilón de la Cruz ha llegado hasta nuestros días en un estado de conservación óptimo y con plena funcionalidad, gran parte de culpa es sin duda su lejanía de las rutas turísticas y los cuidados de los últimos pastores y ganaderos de nuestro Torcal, pastores que sin duda son verdaderos maestros torcaleños como los desaparecidos José Melero, Diego Monea… y actuales como la familia “Patarra” (últimos habitantes de la Majada del Fraile), Pepe “el pastor del Torcal” o José “el Lucas”… También es justo acordarse de todas aquellas personas que se acercan al Torcal con amor y respeto.
El Pilón se compone de una gran losa de piedra llana e inclinada, la cual recuerda a las cobijas de Menga, pero con una proporcionalidad grotesca y ciclópea de aproximadamente unos seis metros de longitud y una superficie estimada de unos treinta y cinco metros cuadrados y que recoge el agua de lluvia, la cual termina en una oquedad gigantesca y ramificada que los maestros canteros supieron aprovechar y recubrir con grandes bloques da caliza, hasta conseguir el mayor depósito de agua potable jamás visto antes en el Torcal.
Aquellos maestros canteros del siglo XVII necesitaban un abastecimiento de agua que la superficie caliza y semidesértica de la Sierra no les podía ofrecer, los pequeños pilones y las caménicas eran insuficientes para abastecer a cuadrillas enteras de picapedreros y sus familias, las cuales se asentaron de forma permanente en el Torcal, ante el gran auge y demanda de piedra ripia de los torcales para construcciones de la talla y grandeza de las catedrales de Málaga o Cádiz.
El Pilón fue cercado con un muro de piedra seca y a su vez este muro fue ampliado con una coraza de espinas de la aulaga morisca, haciendo inexpugnable el acceso para los animales al gran Pilón de la Cruz y así evitar la contaminación de aquel preciado bien. La muralla inaccesible de piedra y espinas se abría en una pequeña puerta de entrada al interior del pilón, la cual estaba rematada con un gran dintel de piedra y una pequeña puertecita de madera la cual no ha llegado hasta nuestros días. Contaros que el gran Pilón de la Cruz debe su nombre a una gran cruz de hierro forjado que coronaba el Pilón y sus destellos de luz eran visibles desde centenares y centenares de metros, dando una imagen soberbia y espectacular del gran Pilón.
Aquella cruz de hierro, lamentablemente desapareció, y fue colocada en su lugar otra cruz tallada en madera, la cual corrió la misma suerte, como bien me recordó el gran amigo José Antonio Torres Sánchez, otro buen conocedor del Torcal o como a mí me gusta llamarlo “Maestro Torcaleño”.
Tal fue el orgullo de aquel antiguo maestro picapedrero al ver terminada su obra que dejo para la historia una epigrafía tallada con sus iniciales a los pies del gran pilón, de una calidad que expresaba una generosa caligrafía para aquellos tiempos y que después de más de tres siglos todavía podemos admirar.
Sin duda la situación estratégica del gran Pilón fue clave para la ubicación del “Cuartel General” del Capitán Roa, aquel escribano que se echara al monte con una partida de más de 200 hombres y mantuviera a raya al invasor francés, desde las alturas inexpugnables de nuestro Torcal durante más de 24 meses. Sin duda el Pilón de la Cruz jugó un papel imprescindible como abastecimiento de agua para aquellos valientes y sus familias. Contaros que la zona que queda más al sudoeste del Pilón, es llamada todavía hoy en día “Las Sala de Roa” en honor al gran guerrillero y los más viejos del lugar afirman que todavía sigue allí el oro de Roa… Pero esa es otra historia.
El paisaje que rodea al Pilón de la Cruz es soberbio, al fondo abajo el enclave cantero de Juan González Rubio con su casa en piedra seca del siglo XVII, la cual todavía se conserva y justo a unos pocos metros del Pilón, la Sima de la Cantera de esas que arrojas una piedra y no escuchas la caída, el Camorro de la Cruz, del Pinche, la Cañada de la Cruz con una de las formaciones imitativas más bellas del Torcal “La Muela”, el Llano de los Filetes, Los Lajares, al Este el Comedero de los Buitres … Un entorno mágico y lleno de vida donde es frecuente observar las vacas del Torcal.
La capacidad de almacenamiento de agua del Pilón es de entre 80 y 100 mil litros de agua, unos cuatro camiones cisterna… una sorprendente cifra que dejará a más de uno con la boca abierta… Contaros que alrededor del pilón podemos encontrar numerosos fósiles marinos como belemnitas y amonites que nos hacen transportanos a millones de años atrás, cuando el Mar de Tetis era el dueño y señor de nuestro Torcal.
Contaros que a finales del siglo XIX y primeros del XX el Pilón de la Cruz era encuentro de reunión de los pastores más jóvenes del Torcal y con la excusa de ir “a dar agua” a las cabras, mantenían largas charlas sobre los avatares de aquellos duros tiempos… Todavía hoy podemos contemplar junto al pilón y encima del mismo, de numerosas ruedas de molino talladas por las manos maestras de aquellos antiguos picapedreros, como vestigios mudos de un tiempo de esplendor que ya nunca volverá…
Otra anécdota muy curiosa del Pilón de la Cruz, era la existencia de un vasito de metal muy antiguo que se encontraba en una oquedad a mano derecha de la entrada, para que los sedientos caminantes pudieran beber de una forma fácil y segura. El amigo David de Sendero Sur, en alguna charla que otra sobre los secretos del Torcal recordaba emocionado y con añoranza haber bebido de aquel humilde vaso…
Como siempre digo “ojalá veamos puesto en valor y en el lugar que se merece” otro de esos bienes “ocultos” de nuestra Antequera y que bajo mi punto de vista y por la gran historia que guardan sus pierdas, se puede asemejar sin ningún tipo de complejo a monumentos naturales como el Tornillo del Torcal.