Vicente Domingo Pareja Obregón, participó activamente en la vida pública antequerana, así consta ya en acta capitular de 31 de diciembre de 1783, en la que se le dan las gracias por parte del Ayuntamiento, destacando su esmero y celo en el desempeño del cargo de Procurador General que había concluido con el año.
En fecha 5 de febrero de 1785, fue nombrado por la Junta de Caminos de Granada como Comisionado de la misma para el arreglo de los caminos, posadas y puentes de este término. En Mayo de ese año, el Conde de Floridablanca, Secretario de Estado, le comunica que S.M. el Rey ha decidido establecer una nueva Junta de Caminos, nombrándole presidente de la misma y como vocales figuran, el Conde de Bobadilla que repetía en el cargo, Antonio Mancilla y Francisco Corona.
Al finalizar su cargo de procurador, que compatilizaba ese año de 1785 con el de la presidencia de la Junta de Caminos, hizo un repaso de los asuntos y actividades ejecutadas, especificando la urgente reparación del Puente de Lucena. En relación a este puente acordó con el superintendente del Camino a Málaga Diego de Córdoba, el arreglo provisional del mismo, elevando escrito documentado a S. M. el Rey, a través del Conde de Floridablanca.
A finales del año 1786 el Conde de la Camorra comunica al Ayuntamiento, que el Rey Carlos IV le había condecorado con la llave de gentil hombre de Cámara honorario de S.M.
En el año 1791, vuelve a ser elegido Vicente Domingo como procurador general de Antequera y a finales de 1792 se le nombra, siendo corregidor Manuel de Medina y Rincón, alférez de la ciudad por fallecimiento del Conde de Bobadilla a quien pertenecía este derecho, con voz y voto en el ayuntamiento, interina la hija del fallecido Rosa Narváez, tomara estado y posesión del título.
Su afiliación monárquica queda patente documentalmente en el acta de 4 de abril de 1793, en la que comunica que en prueba de su lealtad católica le tiene ofrecido al Rey, por mediación del ministro Duque de Alcudia, el sueldo que le pertenece como alcaide del Castillo y fortaleza de Archidona y que ahora lo hace extensivo al que le pertenece como alférez mayor de la ciudad, todo ello, por tiempo de tres años.
Podemos decir de él, en consecuencia, que fue una persona de gran prestigio público tanto a nivel local como nacional y que destacó como una persona honrada, muy distinguida por el Gobierno. Desempeñó con tal celo y desinterés su función de presidente de la Junta de Caminos que mereció al darla por concluida, dada la cantidad de dinero sobrante, que utilizara éste en otras obras de interés para la población construyéndose así el puente que hoy es llamado de Lucena.
Su implicación contra la peste amarilla
El día 3 de enero de 1805, en tiempos del corregidor Diego Sanz de Melgarejo, fue elegido Vicente Pareja Obregón nuevamente procurador general y en esta ocasión para que prestara especial atención a todos los asuntos del Ayuntamiento, relacionados con la grave epidemia de fiebre amarilla sufrida por la población antequerana el año anterior de 1804. Fue el encargado, entre otras funciones, de dirigir, inspeccionar y controlar todas las actividades de limpieza y recogida de enseres como colchones, muebles, ropas y utensilios, que habían sido arrojados a la calle desde todas las casas donde hubo fallecidos por la epidemia, como medida preventiva, que habían dejado a la ciudad en un estado sanitario caótico.
Elaboró y supervisó un programa de limpieza general, no solo de la ciudad, sino también de las inmediaciones y se ayudó para ello de una brigada de presidiarios enviada para tal fin. (acta capitular 3-1-1805, libro 1796).
Vicente Pareja-Obregón en el ejercicio de su mandato de procurador general, planteó y expuso ante el cabildo con rigurosidad y seriedad las deficiencias que observó en la sanidad de la ciudad y en la relajación que descubrió en el cumplimiento de las ordenes publicadas para atajar el mal, las cuales comunicó al Ayuntamiento en un escrito que textualmente decía: “Que los cementerios que se señalaron en la anterior epidemia y que actualmente se están usando para las muchas ocurrencias padecidas, no se hallan con las prevenciones que se mandan en las Reales Ordenes que se han comunicado generalmente a todo el reino.
De ello provienen en esta ciudad dos gravísimos perjuicios que se están experimentando, el uno a la decencia de los cadáveres que se hallan en ellos sepultados y el otro a la putrefacción, pues es público que continuamente se están descubriendo los difuntos, concurriendo a ellos los perros y pájaros que los extraen y les sirven para su manutención. Las resultas son un nuevo contagio que puede esperarse en la próxima primavera.
Que esto mismo el que habla lo tiene hecho presente en Junta de Sanidad y en súplica al Corregidor, que hasta ahora ningún efecto ha tenido, aunque se hace cargo que esta demora consiste en tantos asuntos de la mayor entidad que no dan lugar a sus evacuaciones, pero siendo este el principalísimo entre todos y que además según noticias que le constan por las reales órdenes se previenen los fondos que deben invertirse en sus construcciones además del señalado por el Corregidor por el bando que tiene publicado y de que presentó testimonio en la última junta de sanidad, el que habla, lo pone en consideración de este Ilustre Cuerpo en cumplimiento de su encargo de tal Pro. General”. (Acta capitular 8-2-1805, libro 1796).
En fecha 28 de febrero de 1805 se presenta por el interesado al Ayuntamiento y se ve en el Pleno, donde se toma nota oficial del mismo, del título del Conde de la Camorra como Familiar y Alguacil Mayor del Santo Oficio de la Inquisición.
A fin de dejar constancia de la personalidad, religiosidad y prestigio entre la población del Conde Vicente Pareja, es de significar el hecho que cuenta y comunica al Ayuntamiento, de forma oficial, en la reunión consistorial el día 13 de marzo de 1805, el Conde del Castillejo Alonso Bilbao, en el que relata un hecho a su parecer prodigioso ocurrido durante la procesión de la Virgen del Rosario, de la que es hermano mayor, celebrada el año anterior durante la epidemia sufrida, dando cuenta de que una paloma estuvo revoloteando entre las andas de la Virgen, sin asustarse, durante parte del trayecto procesional y coincidió el hecho con una disminución posterior de la mortandad de enfermos. Afirma para mayor creencia en lo sucedido y para dar fe y autenticidad de lo ocurrido, que todo lo relatado fue visto igualmente por el Conde Camorra, quien expresamente así lo ha ratificado. (Libro capitular 1796, acta 13 de marzo 1805).
Sin embargo también tenía dicho Conde, enemigos y críticos, así el 30 de marzo de 1805, (acta capitular de ese día, Libro 1796), es suspendido en su cargo electo de procurador general, por orden del corregidor Diego Sanz de Melgarejo, al ser deudor del Pósito.
La enemistad con algunas autoridades
El 24 de mayo de ese año y desde Granada, se solicitó información sobre esta suspensión del cargo de procurador general del Conde. El Ayuntamiento a requerimiento de la Capitanía de Granada, elabora un informe sobre su actuación, del que se excluye por orden superior la opinión del Corregidor. Esta excepcionalidad de dejar al margen del informe la opinión de la máxima autoridad local, deja entrever mala relación con la misma, tal vez debido a la rigurosidad de los informes del Conde respecto a la situación sanitaria de la ciudad tras la epidemia de 1804 y a la denuncia pública del incumplimiento de las Órdenes Reales, que recogían la forma y manera en que se debía proceder por parte del Corregimiento para mejorar la nefasta situación ocasionada por la epidemia.
Se alega en el informe municipal, en pro de su defensa, que aunque era cierta su deuda con el Pósito, no lo era menos, que tenía autorización municipal como otros para abonarla con la nueva cosecha.
Se hacen en el informe alabanzas de la actuación pública y administrativa del Conde, de su sabiduría en muchos campos de la administración, de su buen hacer como alférez mayor de la Inquisición y de su buen trabajo en la ejecución del camino de Málaga, en las nuevas obras del Puente de Lucena y otros encargos que había recibido de la superioridad, por lo que se estimaba procedente por parte de los firmantes, la pronta reposición en su cargo de Procurador General.