Ione Belarra, ¿futura empresaria?

La enseñanza y la educación son cambiantes, como la vida misma. Los actuales reels –mostrar que se tiene un tipazo en las redes para obtener aplausos sin dolores de cabeza– han sustituido a esos refranes y dichos populares que tanto nos enseñaron para mantener los valores del respeto, del esfuerzo, del amor al prójimo…
A mí, en el Pedro Espinosa, un pata negra de la enseñanza en Málaga y provincia, me inculcaron bien aquello de que: Cuando vean que no pueden igualarte y mucho menos superarte, tratarán de ensuciarte. Como anillo al dedo viene la máxima anterior escuchando a Ione Belarra, otra ministra que no por el hecho de ser mujer empodera a las mujeres. De igual manera que no empoderó al PP el presidente Casado, Belarra –a la que debemos de sumar la personaja Montero– amplia la nómina de voceras sin educación y clase que encuentran en el patio del esperpento los aplausos más inmediatos.
La ministra de navarra tal vez no haya comprado en Mercadona (no lo sé ni me importa), pero a buen seguro habrá empujado algún que otro carro o tomado una cesta para hacer su compra y habrá buscado el supermercado más barato. Nadie la obliga a odiar a los valencianos; ella está de ministra en un gobierno que simpatiza con filo etarras.
Juan Roig, Amancio Ortega, Juan José Hidalgo… y suma sigue, son nombres que han hecho de España un país donde el concepto de empresario lleva consigo el de la creación de puestos de trabajo.¡No todo el mundo puede ser funcionario!
No seré yo nunca el que defienda el abuso de los empresarios para llenarse los bolsillos estrujando a los trabajadores, pero de igual forma encontrarán en mí el esfuerzo de un trabajador que hace de la empresa su propia casa. Pero esto es educación. ¡Así de claro y sencillo! Las empresas son de los trabajadores, de los que cada día acuden a la misma pensado que la empresa será más grande cuando ellos más aporten. Habrá como en todo, pero no podemos poner continuamente el ventilador en las ruedas de prensa para hacer que todo huela mal y le salpique a todo el mundo.
Ione Belarra expulsa inquina, delata toxicidad y habla con rencor para acabar con Juan Roig, un empresario que ha creado miles de puestos de trabajo tratando de conciliar la vida familiar con la laboral. Su discurso, una vez más, es de una persona que a buen seguro no sudó la camiseta de pequeña y ahora quiere vestir de marca sin salir de casa. Prometiendo a diestro y siniestro acabar con Juan Roig.
Alguien tiene que recordarle a Belarra, no hay tutoriales para ello pues se alimenta a diario la basura, que no todos los campesinos que se convirtieron en burgueses dejaron las ciudades llena de suciedad.