Nos cogía de camino. La noche estaba espesa. No llovía, ni el viento violentaba ninguna rama de árboles cercanos, ni cortinas ligeras, no se veía a nadie por los alrededores. El silencio salpicaba un espacio en sombras. Las horas de los relojes cercanos y lejanos, los de muñeca. los de péndulo, los de las torres de las iglesias marcaban las 1’30 de la madrugada. Resultaba relativamente ocioso la indiferencia de las calles, la pasividad de las fuentes, lo inerte de los ladrillos de la fachada, lo soñoliento de las esquinas, la mirada hacia otro lado de la mayoría de los seres humanos.
Un planeta, sí el nuestro la Tierra, con adelantos extraordinarios, un país, que no invierte en investigación, una comunidad, la andaluza que no se ocupa de llenar a pleno pulmón de médicos o profesores las universidades, las escuelas, los conservatorios. Acabamos de leer que el Conservatorio Superior de Música de Málaga se ha puesto en huelga. Los estudiantes se rebelan (que malos) porque no se incrementa la plantilla de profesores, cada vez hay menos, ni se invierte (uf! money!) en mejoras de edificio ¿Qué planes tiene la Junta de Andalucía para arreglar esto? Porque tal vez no sepan que éste es el único conservatorio de Andalucía en el que se puede estudiar danza. Eso sí, la hostelería ha barrido en empleo, me alegro, pero ¿será lo único que interesa en el consistorio? Parece que sí.
Para contarlo en primera persona me he personado en el conservatorio, le tengo mucho cariño, allí realicé mis estudios de música y constato de primera mano lo que ya he comentado. No he llorado porque ya he derramado bastantes lágrimas en mi vida. Aquello está de pena, no sólo faltan profesores, es que no hay instrumentos suficientes. Guitarras sin cuerdas, pianos que arreglar y la percusión casi no existe. Silencio en lugar de música. La noche sigue a lo suyo. Afinando clarinetes y pasando hojas pautadas entre nubes ausentes y mudas oberturas.