sábado 4 mayo 2024
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No dejes hacer lo que tú no querrías hacer

Hace un par de semanas les hablaba acerca de la intimidad. Les decía que a mi parecer las funciones fisiológicas de nuestro organismo son algo de lo más común, algo que, todo individuo vivo y sano que se precie, debe acometer a diario, por tanto lo que es tan común, difícilmente la RAE lo podría catalogarlo como íntimo.

El ciclista por las connotaciones especiales del propio ciclismo ha de ingerir una significativa cantidad de líquido antes de realizar una salida, de manera tal que su organismo esté lo suficientemente hidratado y preparado para el esfuerzo a realizar. Esto le va a provocar, retrasándose lo más mínimo el pedaleo, esfuerzo y el inicio de la sudoración que irá contribuyendo a la estabilización del nivel de líquidos, una especial aportación o llenado de la vejiga urinaria, provocándole unos apremiantes deseos de evacuación de la misma. Y…¿dónde lo hacemos?

El número 4.860 de El Sol de Antequera, publicado el pasado 23 de febrero, me sorprendió con una noticia que ya en la portada y en pequeño titular nos venía a decir que se multará con 300 euros a aquellas personas que no recojan los excrementos de sus mascotas. ¡¡¡Olé!!!!

El Consistorio podría ver incrementarse sus ingresos sustancialmente al menos… unos meses, si fuese capaz de hacer cumplir tal ordenanza. En la página 19 del mismo número de El Sol de Antequera, se ampliaba la nota informativa. Se habla de excrementos… Yo preguntaría, ¿sólo excrementos sólidos?, y… ¿de los líquidos? Pues sí, de los líquidos no habla la ordenanza… me pido libertad. Igual al menos, –¡cómo no habríamos de tener ni tan siquiera los mismos derechos que las mascotas!–, que los animales de compañía. Esto es: ¡orinar, miccionar, evacuar, aliviar la repleta vejiga urinaria, mear…! Allí donde las exigencias nos apremien.

Se habla en el mencionado artículo de la página 19, de las vías públicas y de los accesos a zonas de juegos infantiles ¿Y… dentro de esas zonas?

Es que son las más castigadas. Estoy hablando por ejemplo, de las zonas ajardinadas del Parque Atalaya Gandía. Allí las mascotas no es que tengan una especial libertad para efectuar sus necesidades fisiológicas, allí campean en total y absoluta libertad.

¡Es que yo recojo las caquitas de los mismos! Muy bien…. Y yo vuelvo a preguntar: ¿Y de los «li,qui,di,tos»….?

 

Días atrás en uno de los muchos y bellos edificios de la zona céntrica de Antequera, en una de sus esquinas una persona se afanaba con estropajo y toda clase de líquidos limpiadores, en adecentar el amarillento y maloliente estado en que se encontraba la mencionada zona. ¡Cuántos pies de farolas, algunos de ellos amenazados incluso en su integridad por la podredumbre de los corrosivos líquidos excretados por «guaperas» mascotas que ante la pasividad de sus dueños «marcan» el territorio, lacrando el mobiliario de nuestra ciudad! Y… nadie las limpia.

Se están estudiando varias zonas para ubicar un…. PIPICAN…. Y… ¿Qué fue de los servicios públicos para las personas? ¿Habremos de mear a pie de farolas, con un pie alzado sujetando la misma…, no se nos valla a caer encima por la podredumbre de sus anclajes?

Y yo me digo: un país, una región, una ciudad donde es un problema el saber dónde harán sus necesidades las mascotas de los ciudadanos… Me niego a admitir que nos estén amartillando día tras día, los ojos, los oídos… con problemas de economía.

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