Etimológicamente una otitis es una inflamación del oído, aunque habitualmente también cursa con infección. En realidad cualquier persona a cualquier edad puede sufrir una otitis, ya sea de una manera repentina y aguda o bien de manera crónica con el paso del tiempo.
La otitis puede afectar al conducto auditivo exterior, esta es la otitis externa y es la que suelen sufrir los nadadores, por eso es más habitual en verano. Por otro lado, la otitis también puede ser media si se localiza detrás del tímpano, en este caso se produce porque la Trompa de Eustaquio no drena adecuadamente hacia la garganta. Esta otitis se presenta normalmente como una complicación de un resfriado en la que las bacterias o virus de la garganta llegan al oído medio.
Los síntomas son bien evidentes, dolor de oído (otalgia), baja audición con ese oído (hipoacusia), secreción purulenta, picor, fiebre y malestar en general. El diagnóstico lo confirma el médico otorrinolaringólogo por observación directa del oído afectado con un otoscopio. En el caso de las otitis externas puede ser necesaria la retirada del pus por métodos directos. El tratamiento incluye analgésicos, antiinflamatorios y antibióticos (ciplofloxacino), todo dependerá del grado de afectación que presente el paciente. Una vez más es fundamental la instauración rápida del tratamiento para evitar la proliferación de la infección. No suelen presentarse complicaciones si se trata a tiempo, el pronóstico suele ser bueno, en cualquier caso no hay que confiarse porque se puede perforar el tímpano. Para finalizar hoy, reconozco que como está la vida en la actualidad hay que dar gracias a Dios por celebrar un aniversario trabajando.