viernes 17 mayo 2024
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‘Tú sabes bien lo que tengo, en mi barca no hay oro ni espadas…’

Comenzando este mes de agosto, por otra parte agotador por las calores que estamos sufriendo, nos viene muy bien refrescarnos con las palabras de “vida” que nos ofrece el Evangelio de este domingo. Nos viene a recordar el texto sagrado aquellas ideas de la vieja canción de la Barca: “Tú sabes bien lo que tengo, en mi barca no hay oro ni espadas, tan sólo redes y mi trabajo” (canción Pescador de hombres). Esto es lo que ofrecemos a Dios: las obras de nuestras manos; el trabajo diario con el que el hombre y la mujer se procuran el pan para sí y para sus seres queridos.

 

En las manos paternas de Dios depositemos también el cansancio y los sacrificios vinculados al trabajo, en unión con Jesucristo que ha rescatado el trabajo humano del yugo del pecado y le ha devuelto su dignidad originaria.Trabajemos, y trabajemos mucho y bien, sin olvidar que nuestra mejor arma es la oración. Por eso, no me canso de repetir que hemos de ser almas contemplativas en medio del mundo, que procuran convertir su trabajo en oración. Y el trabajo será oración si lo realizamos con pasión humana y divina; si procuramos que sea instrumento para hacer presente a Jesucristo en medio de los hombres.

 

Hay que ser rico ante Dios. En el pasaje evangélico se recogen enseñanzas de Jesús. El Señor, según san Lucas, habla a una muchedumbre de miles de personas, pero también sus palabras están dirigidas a nosotros. Cristo nos dice que la vida presente se acaba, como se acaba el camino que lleva a la meta, esa meta que es el principio de la Vida sin fin. ¡Qué absurdo centrar todas las ambiciones y trabajos en esta vida caduca, y olvidar que lo único importante es ser rico ante Dios!Insensato, esta misma noche te van a reclamar el alma. Cada uno debe tener presente la perspectiva de la muerte. Y debe estar preparado para presentarse ante el Señor y Juez, y al mismo tiempo Redentor y Padre.

 

Consideremos frecuentemente esta realidad. ¡Qué provechoso para la salvación del alma resulta tener en cuenta esta advertencia del Señor!: Estad alerta y guardaos de toda avaricia, y también lo que nos dice san Pablo: Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, aspirad los bienes de arriba, no a los de la tierra. Que nuestro trabajo sea grato a Dios como el sacrificio de Abel. Si no, todo es vanidad. Y como diría nuestro gran Santo “Juan de la Cruz” al final de nuestros días solo se nos examinará en el amor.

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