Jesús hoy habla a los que no quieren entenderle, a aquellos cristianos que aún creen que seguir a Jesús es fácil y quitan la cruz, los problemas, sufrimientos y rechazos que hoy ha de asumir un verdadero cristiano. Por una parte la sociedad actual nos va envolviendo en valores solo utilitarios de usar y tirar. Por las redes y los medios de comunicación nos van adoctrinando que los únicos valores hoy son: el dinero, el consumo, el poder, vivir en la cultura del “ocio” y quitarse de problemas con los pobres, ancianos, enfermos, emigrantes, presos y marginados.
Y así en esta sociedad que fácilmente anula a Dios y a la Iglesia, la persona busca otros dioses que pueda utilizar a su imagen y semejanza. Y de este modo la corrupción social y política se infiltra por todos lados y nos aleja de entender el mensaje humano y divino de Jesús de Nazaret.
En el Evangelio de hoy llama la atención el despiste generalizado de los discípulos de Jesús. Siendo personas que lo han dejado todo por estar con él, que caminan cada día con su Maestro, y con Él conviven y comparten… y sin embargo casi no se enteran de nada.
Jesús iba «instruyendo a sus discípulos», dice Marcos. Es decir, les estaba transmitiendo algo que ellos debían retener, asimilar… y, como les pasa a veces a los estudiantes, los discípulos «no entendían aquello». «Tenían miedo de preguntarle». En este ocasión lo de «no entender» es «no querer enterarse». El destino que le espera al Hijo del hombre es incompatible con las creencias religiosas inculcadas por los rabinos, además de que no encaja con sus expectativas. ¿Cómo van a aceptar la idea de que Dios abandone a su elegido en manos de los malhechores? .
Muchos esperaban en aquel tiempo, un mesías que fuese caudillo político, que librase a Israel del dominio de la potencia extranjera, realizando una acción exitosa según el mundo. Los discípulos podrían entusiasmarse, pensando en su Maestro como un mesías triunfal desde la lógica mundana, por eso era preciso aclarar. Y la verdad la aclaración hecha por el Señor, el anuncio de su pasión y muerte, no fue bien asimilado por Pedro, pues su modo de pensar no permitía conciliar mesianismo y sufrimiento, que era expresión de derrota.
Hoy para los cristianos e incluso para no pocos creyentes, este punto sigue siendo motivo de incomprensión y de escándalo: ¿Cómo Dios no evita que mueran los buenos, los justos, sus seguidores?¿Cómo podemos seguir afirmando que Dios es «Justo»? Así que no resulta extraño que, al escuchar por segunda vez este mismo anuncio, los discípulos no asuman el escándalo de la pasión del Mesías. Y se repliegan en sus cosas, en sus intereses, en sus pretensiones…
“Tú piensas como los hombres, no como Dios”, dijo a Pedro su Maestro, dejando claro que sólo desde la lógica de Dios se puede entender a Jesucristo como Salvador. Es necesario que los cristianos aprendamos a pensar como Dios, es preciso abrirse a la revelación divina, aceptando el estilo de Jesús y su propuesta.
Recordemos que ser discípulos no es quedarse con lo mínimo del Evangelio sino buscar lo máximo en amar y en servir. Ser discípulo supone asumir un estilo que pasa por la negación a uno mismo, por cargar la cruz y seguir así al Señor. La fe en Jesucristo, el reconocimiento de que Él es el Salvador, se muestra con obras, acogiendo la lógica de Dios, siendo capaces de hacer una opción clara por Dios como Absoluto en la vida y por el servicio a los hermanos donando vida, como Jesús.
