jueves 2 mayo 2024
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Algunas precisiones sobre el Capitán Moreno

 
El sábado 8 de diciembre se cumplían 92 años desde que se inauguró la estatua “… la escultura de un militar antequerano que como El Tempranillo creó su propia guerrilla en la primera época del siglo XIX….” (Semanario Viva, 19 de noviembre de 2012, página 2). Para algunos, entre los que me encuentro yo, ha resultado ciertamente poco gratificante la lectura del artículo arriba referenciado, puesto que establecer un cierto paralelismo entre la figura del insigne Capitán Don Vicente Moreno Baptista (1773-1810), y la de José María “El Tempranillo”, no nos parece lo más adecuado, ni justo. 

 
 
Baste decir que nuestro ilustre paisano, ya en 1792, sentó plaza como soldado distinguido en el Regimiento de Málaga, conocido por la rara denominación de FIJO –que en el transcurso de los años tuvo otros nombres–, con el que participó en la campaña del Rosellón. Tres años después fue nombrado Subteniente segundo; en 1805 ya era Teniente y en 1809 ya era Capitán. Por lo tanto, además de sus gestas militares, a que haremos breve referencia, nuestro héroe fue un profesional del Ejército Español, por lo que “las comparaciones son siempre odiosas”. También “a buen entendedor, pocas palabras bastan”. 
 
En la ocupación francesa participó en la Batalla de Ocaña, pero fue en el desastre de la de Arquillos (Jaén), donde su Regimiento sufrió unas gravísimas pérdidas de hombres, quedando muy pocos con vida, entre ellos nuestro Capitán Moreno, quien tuvo grandes sufrimientos y amarguras al ver la pérdida de vidas de sus soldados, por el mal planteamiento de la batalla, que creía que se debería haber ganado. Procedió a la reorganización de sus hombres, mientras las tropas francesas tomaban primero Granada y después Málaga; también cayó Antequera. En Málaga, la población fue sometida a una sangrienta voracidad, siendo una represión horrible. 
 
 
 El Capitán Moreno, con el resto de sus soldados se había refugiado en el Torcal Alto, dedicándose a atacar cualquier cuadrilla o convoy francés, siendo uno de sus más sonados triunfos el del enfrentamiento en Riogordo, con una columna francesa. Pero fue víctima de una traición, en el llamado Páramo del Navazo Hondo, muriendo la mayor parte de sus hombres; él mismo fue herido, pues al caer alcanzado su caballo, en la caída del mismo, quedó atrapado por una de sus patas. 
Preso y trasladado a Granada, fue juzgado por un tribunal el 9 de agosto de 1810, siendo ejecutado a garrote vil al día siguiente, es decir, el 10 de agosto de 1810, fecha que quedaría ya en el perenne recuerdo de todos los antequeranos, así como para el Ejército español. En alguna publicación, hemos llegado a leer que los franceses le presionaron con la presencia de su mujer e hijos e incluso llegaron a ofrecerle el grado de Coronel, si juraba acatamiento al rey José l. 
Parece oportuno señalar que las Cortes de Cádiz lo proclamaron héroe nacional.
Refiriéndonos al Monumento al Capitán Moreno, cuyo traslado a un nuevo emplazamiento estos días, es tema tan de actualidad y con opiniones de todo y respetable gusto, queremos señalar dos fechas que en algunas ocasiones se vienen confundiendo. 
 
Las llamadas Fiestas del Centenario, Antequera las celebró de manera extraordinaria. Se constituyó un Patronato de personalidades antequeranas y del Ejército, asumiendo S. M. el Rey Don Alfonso XIII, el título de Gran Protector, realizándose a partir del 9 de agosto de 1810. En este día se ofició un misa de Campaña en el Paseo, con asistencia del Obispo antequerano don Juan Muñoz Herrera y el entonces Alcalde don Antonio Casaus, amén de otras autoridades, rindiendo honores una Compañía del Regimiento de Extremadura, con bandera y banda de música. También se llevó a cabo la bendición e inauguración de un Asilo para niños. Hubo una corrida de toros con los grandes “Machaquito” y “Gallito”; recepción en el Ayuntamiento por la noche, a la personalidades invitadas, iluminaciones extraordinarias y baile en el Círculo Recreativo. 
Pero el día grande fue el siguiente es decir, el 10 de agosto de 1910, primera fecha a referirse, fue la ceremonia de colocación de la primera piedra del monumento. Es decir que la estatua modelada por Palma, no se colocó hasta unos diez años más tarde, como más adelante detallaremos. El acto de colocación de la primera piedra, fue presidido por el Capitán General de Sevilla, en representación del Rey. (Por cierto que hemos recogido el testimonio de que en esta ocasión se colocó en el interior un acta con muchas firmas, unas monedas y un ejemplar del “Heraldo”, extraordinario: hasta ahora no han aparecido).  
 
  
Por la noche se llevaron a efecto los celebrados Juegos Florales, siendo mantenedor de los mismos el entonces Coronel Don Miguel Primo de Rivera. Incluso el día siguiente, 11 de agosto, hubo más festejos, desfilando por la noche una carroza arrastrada por cuatro caballos, que representaba el Reloj de Papabellotas, además de los famosos faroles de la Virgen del Rosario, sobre cuyo posterior destrozo primero y restauración después de algunos de ellos, tanto podríamos escribir. 
 
Volviendo al tema de la escultura de Palma, ya hemos señalado repetidamente que en el 10 de agosto de 1810, fue cuando se colocó la primera piedra, pero podemos afirmar que no fue sólo la citada piedra: fue todo el basamento –sin la estatua–, obra del arquitecto Don Daniel Rubio –el mismo que posteriormente hizo la Caja de Ahorros de Antequera–. Lo prueba la adjunta fotografía, que reproducimos de la publicación “Revista Nueva”, de 7 de julio del repetido año 1810, es decir algo más de un mes antes de las Fiestas del Centenario. En la misma puede apreciarse el monumento trazado por el arquitecto señor Rubio, completo o casi completo, mientras que la estatua figura solamente como un boceto. 
Pero ya en otra fotografía, que hemos localizado en el Revista “Blanco y Negro” del 2 de enero de 1921, se aprecia ya el monumento completo con su estatua acabada. Es, pues de unos meses después de la inauguración del monumento, ya completo. 
 
Pero, para no alargar más estas quizá tediosas notas, diremos que la estatua de Palma tardó unos diez años en ejecutarse. Siempre se ha dicho que hubo que superar la dificultad de escasez de bronce que tuvo que suministrar el Ministerio de la Guerra, inaugurándose el 8 de diciembre de 1920 –ésta es la segunda fecha–. (Véase J. L. Estrada Segalerva: Efemérides malagueñas. Tomo IV, Pág. 317). 
 
Quedan pues distinguidas las dos fechas. Pero en su día esperamos escribir sobre esta obra de Palma, incluyendo otras del más insigne escultor antequerano del siglo XX en sus cortos 51 años de vida.
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