domingo 13 abril 2025
InicioReportajesCelebremos el Año Jubilar: La caridad y la fe nos llevan a...

Celebremos el Año Jubilar: La caridad y la fe nos llevan a ser ‘Peregrinos de esperanza’

Este año de 2025 nos regala la oportunidad de celebrar un momento especial en la vida de la Iglesia, pues celebramos un Año Santo Jubilar, consagrado a la esperanza. Como cristianos es una oportunidad de poder renovar nuestra vida, una ayuda fundamental para vivir esta Semana Mayor en esa clave, la que nos hace mirar al futuro desde Jesucristo, luz del mundo, aquella que alumbra las oscuridades de nuestra vida.

La Semana Santa de este año tiene un cariz especial. Hace unos meses, en la pasada Nochebuena, el Papa Francisco abrió el Año jubilar abriendo la Puerta santa en el Vaticano. Fue impresionante verlo atravesar el umbral en su silla de ruedas, en una imagen para la historia. Por eso merece la pena recordar que todos los cristianos hemos sido convocados a vivir este jubileo bajo el lema de “la esperanza no defrauda”. Aunque lo primero que deberíamos aclarar es qué es un Año Santo Jubilar.

Recogiendo la tradición del pueblo de Israel, que periódicamente celebraban estos años liberadores, la Iglesia desde 1300 y cada 25 años, convoca un año de gracia del Señor, un Año Jubilar. Es un tiempo que nos invita intensificar nuestro deseo de convertirnos a Dios. Y todo ello, en esta ocasión, desde la necesaria clave de la esperanza. Como peregrinos de esa esperanza, somos invitados a recorrer juntos el camino que nos acerca a Dios, y que pasa siempre por los hermanos, especialmente por aquellos que más necesitan de Dios y de nosotros en su vida.

Si la vida de cada persona es un continuo peregrinar, hacerlo desde la clave del Jubileo es una invitación a vivirlo como un verdadero camino espiritual. El esfuerzo, el silencio, el recogimiento o la oportunidad de contemplar la naturaleza para alabar al creador son elementos que acompañan a este peregrinaje.Eso sí, para hacerlo, es necesario ir ligeros de equipaje, para que sea el amor de Dios quien llene de verdad nuestras vidas.

Otra manera de concretar esta “gracia” jubilar es la de beber de los manantiales de la esperanza, especialmente acercándose a celebrar el sacramento de la reconciliación, que no podemos olvidar que es siempre el punto de partida de un verdadero camino de conversión, objetivo último del año Santo. Pues el Jubileo no deja de ser una llamada a ser personas nuevas, que tras recibir el abrazo del Dios Padre de la misericordia, pueden retomar su camino verdaderamente renovados en lo más profundo de su ser.

Así, por ejemplo, no es casualidad que este año, la Iglesia de Antequera comenzara su Cuaresma peregrinando a nuestra Catedral para vivir el Jubileo como Iglesia local. El pasado 8 de marzo vivimos uno de los momentos culminantes del Año Santo, cuando pudimos ganar las indulgencias del mismo, el regalo de sentirnos perdonados por Dios de todos nuestros pecados.

Estamos a las puertas de la Semana Santa. Y siendo ésta la semana más importante del año cristiano, tiene un lugar destacado dentro del Año Jubilar. Por eso, espero que la preparación que celebramos cada Cuaresma os hayan dado las herramientas espirituales para hacer de estos días santos una hermosa oportunidad de crecer en nuestra fe, viviendo a fondo la clave esperanzada que el Señor nos ofrece.

Todo ello debe ser el punto de partida para hacer de estos días santos no solo una muestra pública de nuestra fe en el Señor y en sus misterios salvadores, sino que deben ser un testimonio que cuestione la vida de los demás. No podemos olvidar que nuestra vida es el único evangelio que muchos de nuestros hermanos van a leer en su vida.

Finalmente, permitidme terminar estas líneas con un refrán castellano lleno de verdad, como suele ocurrir en la sabiduría popular: “a Dios rogando y con el mazo dando”. La confesión de la fe en Jesucristo nos urge a hacer vida la caridad, a amar a los hermanos.
Todos sabemos que para la fe cristiana, “amor” no es una palabra más, sino una realidad que nos lleva a asumir sus consecuencias en nuestra propia existencia. Y sobre todo, a nuestros hermanos y hermanas que más lo necesitan, pues esa caridad es lo que nos acredita como Hijos de Dios y discípulos de Cristo.

Para ayudarnos a ello, podemos recordar una de las novedades que el Santo Padre ha establecido al convocar este Jubileo. El Papa Francisco ofrece otros lugares para “lucrar” las gracias del Jubileo, nos invita a realizar gestos de caridad concreta con nuestros hermanos que más sufren.

Así habla, entre otros, del mundo de la enfermedad, una realidad dura que nos pide un esfuerzo de acompañamiento a quienes viven en ella. Y qué debe ser una fuente de agradecimiento para todos los profesionales de la sanidad. En relación con esta realidad, está la vida de los ancianos, uno de los grandes tesoros de nuestras familias. Que la gratitud de los hijos y nietos siempre los acompañen a quienes tanto les debemos.

El Papa también se hace eco de alguno de los más grandes pecados sociales de la actualidad como una de las tareas a realizar en el Jubileo: el hambre. Junto a ello la necesidad de silenciar las armas, el deseo de paz para todos los pueblos de la tierra.
Muchas caras son las que tiene la esperanza. Pero sabemos de Quién nos hemos fiado, que es el Señor quien va delante en este camino del Jubileo. Que Él nos haga partícipes de este don que nos abre al futuro, al sueño de felicidad que Dios tiene para toda la Humanidad.

Más información edición digital www.elsoldeantequera.com y de papel.
¡Suscríbase y recíbalo en casa o en su ordenador, antes que nadie (suscripción)
 
NOTICIAS RELACIONADAS

Más recientes