No sé qué pondrá en su obituario, pero sí sé que Josep nos dejó muy pronto y nos dejó huella en Antequera. Tengo que decir que conocimos a este buen hombre de la provincia de Girona en el pasado lustro, allá por 2015 o 2016, cuando arreciaba fuerte el conocido “proces” catalán. Un lamentable episodio de nuestra historia reciente que separó y dividió a muchos catalanes en primer lugar y después al resto de españoles. Fue en ese tiempo emocional cuando un hombre muy educado, de buenas formas y con fuerte acento catalán se acercó a la sede del PP local, antes en la plaza Callejón Martínez y se afilió a nuestra formación política.
Poco sabíamos sobre quién era Josep. Sí recuerdo que cuando hablaba de su tierra natal, no lo hacía con excesiva alegría, salvo si hablaba de la imaginería belenista de Olot, o de los coches de su ciudad natal catalana. Se percibía que había sufrido recientemente por sus añoranzas. Lógicamente sus problemas anteriores seguro que no tuvieran que ver con el separatismo, pero él sí sufría mucho por lo que ocurría en ese momento en su Cataluña del alma. Recuerdo que participó en varios actos, por aquel entonces, hablando de que España no podía dividirse y que en la Cataluña del interior estaban dejando de hablarse muchos amigos y familiares entre sí, por el creciente problema con el separatismo.
Pero y ¿por qué estaba viviendo Josep en Antequera? ¿Por qué se había venido a vivir solo a Antequera hace menos de una década? Él decía que en el año 2013 hizo un viaje por Andalucía y se quedó prendado de la belleza de Antequera y supo en ese instante que en cuanto se jubilara, dejaba lo que tenía y se vendría a vivir a Antequera. ¡Pero no conocía a nadie en Antequera! Tampoco le haría falta, como supimos mucho después, debido a su capacidad de integrarse, aprender y disfrutar. Y gastar poquito, como le decía mi buen amigo Alejandro Pascual en una sana broma que comentaban entre ambos cada vez que iba alguien a pagar el desayuno o cerveza por los bares de Antequera.
Josep tenía pasado. Y no era alguien que no hubiera triunfado en la vida. En Olot y la provincia de Girona había llegado a tener varias gestorías y su jubilación fue de lo más sonado en su gremio en Cataluña, llegando a participar todos los representantes de las gestorías de las distintas provincias catalanas, más de 300. Pero Josep además era un amante del motor. No en vano cuando era joven llegó a competir con Carlos Sainz y ganó el famoso Rallye de Cataluña en el año 1985.
Pero de repente nos despertamos este pasado domingo 3 de diciembre con la funesta noticia de su fallecimiento, nos llevamos un chasco enorme. Y es que este intrépido hombre, al que muchos ya llamaban en Antequera “Pepe el catalán”, era un amante de las tradiciones. Actualmente era una de los personas encargadas de hacer el Belén Municpal de nuestra ciudad con la asociación de belenistas.
Participó del programa de Patrimonio del Ceper de Pepe Jiménez aprendiendo toda la magia que concentra la ciudad el Torcal. Pero lo mismo pueden decir los de la Peña de los Cabales con su pasión taurina. No sé por qué nos ha marcado tanto a muchos su fallecimiento. No sé si fue cuando supimos que él había decidido, en su seguro de vida, que de morir querría ser enterrado en su Antequera. O si por el contrario ha sido porque sobre todo era un gran conversador y tenía una palabra educada hacia todos los que se iba encontrando en su nueva vida, desgraciadamente malograda de manera muy precipitada.
En el PP de Antequera no era uno más. Era una persona muy apreciada y respetada. Y hasta ha sido uno de los integrantes de la lista electoral para las municipales de la mano de Manolo Barón. O sea que incluso pudo llegar a ser concejal de su nueva ciudad que ya lo ha despedido diciéndole, hasta siempre “Pepe el Catalán” (de Antequera).
José Ramón Carmona
