lunes 14 octubre 2024
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Antequera despide a don Enrique Torres Díaz, “Enrique el de la Sevillana”, un hombre bueno volcado con su familia y su tierra

¿Cuál es nuestro último recuerdo de una persona a la que queremos y estimamos? Además de sus paseos inolvidables de los últimos años con su esposa Encarnación y su hija Rosa, hay uno del que siempre recordaremos. Fue un 28 de febrero de 2019, con su nieta Almudena, al recibir un Efebo de Antequera: “Os doy muchos besos a todos los que me conocen. He mirado mucho por personas que lo han pasado malamente. He hecho por ellos lo que he podido. Gracias por todo y muy agradecido”. Así agradecía don Enrique Torres Díaz que le premiaran con un galardón aquel Día de Andalucía.

Este viernes nos despertábamos con la triste noticia de la noche anterior del fallecimiento de don Enrique Torres Díaz, quien a los 92 años nos dejaba tras una vida amplia, llena de amor por los suyos y por los que le necesitaran. Una vida colmada de trabajo y de pasión por su tierra. Conocido y querido como “Enrique el de la Sevillana”, esa persona afable que lo dio todo por su familia y su tierra. Hermanaco del Señor del Rescate, directivo del Antequerano, trabajador incansable de Sevillana, en esos tiempos que la luz se iba a cualquier hora y quien necesitara de sus servicios, fuera la hora que fuera, allí estaba él para arreglar ese fusible y no dejar sin luz a esa casa, calle o barrio.

Al jubilarse, encontró en la labor de guía turístico, seguir derramando su cariño a esta tierra. Desde su balcón de calle Nájera, no había día ni hora para atender a quienes nos visitaban. “Antequera lo es todo para mí. Soy un enamorado de Antequera, de sus iglesias, sus casas, sus palacios…”. Los años no pasaban en balde y pese a su fortaleza, su palabra cambió por sus paseos de amor con su mujer, hijos y nietos.

Antequera despide a un gran hombre, a un ejemplo de esos padres que salían con la sonrisa y saludo, pese a no saber cuándo regresarían, para devolver lo mejor para su casa con el pan que conseguía con su trabajo. Se apagó su luz, pero su recuerdo seguirá encendido en su familia y en todas esas personas que sintieron su lado bueno y humano. ¡Gracias por su sonrisa, gracias por su amor a esta tierra! Gracias a su esposa, a sus hijos, a sus nietos, por ser generosos en dejar que él lo diera todo por su trabajo, apreciando y sintiendo su bondad. Su recuerdo estará presente en la Antequera de finales del siglo XX, aquella en la que la luz se iba con frecuencia… hasta que “Enrique el de la Sevillana” la arreglaba. Ya no lo veréis, pero seguro que lo sentiréis, con esa fuerza como ese beso que le dio a su esposa, nada más recibir el Efebo y bajar con sus delicadas piernas, de aquel escenario…

Más información edición digital www.elsoldeantequera.com y de papel.
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