Las clases, clases son. A lo largo de nuestra vida, nuestros padres y nuestros maestros marcan nuestro camino. En Antequera, durante 40 años, hemos tenido la suerte y oportunidad de recibir las clases de Sor Alejandrina Chinchilla Monserrat, franciscana que ha vivido 73 años, 47 de ellos como monja y 40 en Antequera.
La Victoria y la Inmaculada han sido sus centros educativos, siendo profesora de Lengua, de Religión, de Administrativo en Formación Profesional y Literatura, incluso impartió asignaturas en Magisterio, concretamente Norma y Lengua Andaluza.
Escuchábamos en televisión atentamente esta semana a Pérez Reverte en su análisis de la Enseñanza, cuestionando a dónde hemos llegado: unos tiempos donde hemos dejado atrás todo lo aprendido por una generación de profesores que lo dieron todo en sus respectivas parcelas, como lo realizó Sor Alejandrina. ¡Lo que habrá sufrido por el mal uso hoy de la lengua que tanto estudió y compartió con sus alumnos!
Nos deja, con los anhelos del ayer. Se marcha, al Cielo, donde entra al parnaso donde la aguardaban Sor María José y Sor María Gloria, con quienes formó un grupo de religiosas maestras que marcó una época en la Inmaculada. Antes de marcharse, leería a San Juan de la Cruz, a quien tanto estudió: “En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz ni guía sino la que en el corazón ardía”.
Se nos va mujer apasionada de su fe, pero también de sus conocimientos por las Letras. Disfrutaba enseñando, haciéndonos aprender lo que había adquirido en sus estudios. “Buscad leyendo y hallaréis meditando”, uno de sus grandes consejos que ofrecía siempre que podía.