Una abarrotada iglesia de La Trinidad despedía este miércoles 31 de julio, a doña María Luisa Recio Campos, 97 años entregada a Dios, a la familia trinitaria, a su esposo, a su familia… En un mundo donde el amor en matrimonio cada vez se rompe más y en el que la enfermedad separa antes de tiempo a las parejas, que un matrimonio lleve casi todo su vida junta y casi alcancen los 100 años de vida, es algo que festejar, agradecer, aunque sea tras la pérdida de un ser querido, como es María Luisa.
Estar en la entrada del templo y encontrarte con un hombre de 96 años, Miguel Manzano Alés, desolado, llorando la pérdida de su esposa, refleja lo arraigado que estaba su amor, como siempre lo han mantenido encendido con sus nueve hijos, hijos políticos, 21 nietos y 16 bisnietos. Es una alegría saber que en cada Navidad, se reunía la familia, a la llamada de los abuelos, para dar gracias al Señor de estar todos juntos.En 2016 la entrevistamos y nos decía: “El primer recuerdo que tengo es rezar el rosario con mis padres, quienes me dieron la fe que hoy sigo conservando, aumentada con la ayuda de mi marido, Miguel, que desde 1942, estamos juntos, primero como novios y luego cuando nos casamos el 20 de abril de 1950”.
En 2010 celebraron sus Bodas de Diamante y les nombraron Bienhechores Insignes de la Orden de la Santísima Trinidad e Hijos Predilectos de San Juan de Mata.Estamos seguros que lo primero que hizo cuando los santos trinitarios le hayan abierto las puertas del Cielo es pedir un sitio para rezar y pedir por su familia como ella nos decía que hacía cada mañana: “Doy gracias y rezo a Dios desde que amanece, por vivir un nuevo día”. Luego le habrá pedido: fuerza, paciencia, humildad…
Se nos va una mujer que hizo parroquia, que formó una familia que es ejemplo para sus hijos, nietos y bisnietos. Alguien que deja huella en su marido, cuya voz retumba en la parroquia trinitaria donde tantos años leyó las Lecturas de la Eucaristía, ese momento fundamental para su vida. Descanse en Paz, que dé consuelo a su esposo Miguel, sus hijos y familia y que todos sigan haciendo lo que a ella le llenaba: rezar, visitar el sagrario y reunir a la familia en Navidad.