El próximo domingo día 25, se celebrarán las Elecciones Europeas, de las que una mayoría no sabe ni de qué se trata, tacaños en general los Partidos que se dedicaron más a pedir el voto para su candidato que a explicar de qué va la cosa, y qué tenemos que ver los españolitos en el tema por encima de pedirnos el voto para los suyos y urgirnos que vayamos a votar…
Veamos. Desde 2008 en que comenzó la crisis –cuyos responsables siguen tan panchos, “pasando página” del lío en que nos han metido, mientras tienen sus cuentas en Suiza, Luxemburgo y otros “paraísos”, mientras los demás sufrimos “recortes” y “privaciones”– veintidós países europeos han cambiado de gobierno, así que se producen dos circunstancias: una, que los actuales políticos europeos pueden no representar a quienes gobiernan en sus países en la actualidad; dos, que hay un desencanto generalizado, porque elegimos a unos políticos para que actúen por nosotros y muchos no lo hacen precisamente bien, imponiéndose darles la boleta de despedida.
Europa, ha querido acudir al quite con un Parlamento Europeo con más poderes y responsabilidad y una relación directa en la elección del nuevo Presidente con el voto ciudadano. De los 751 eurodiputados del Parlamento Europeo, España elegirá a 54,– el país que más tendrá será Alemania con 96, el que menos Letonia con 8– entre los que se encuentran auténticos desconocidos, políticos que no sabemos si saben o no de Europa, sino que da la sensación de que sus partidos quieren meterlos en algún sitio, y ellos que lo que quieren es ser parlamentarios y asegurarse unos años de poltrona. No faltarán otros, con experiencia contrastada y conocidos en los ambientes europeos, en los que sus propuestas “tienen peso”, precisamente por su experiencia.
Los españoles que resulten elegidos, se integrarán en los partidos europeos que van desde el Partido Popular Europeo y el Partido Socialista Europeo, a los Verdes, nacionalistas y “Euro escépticos”. Una vez allí, cada grupo estudiará sus propuestas, sus soluciones, sus medidas para sacar Europa del atolladero en que se encuentra. Por citar algunos ejemplos, en esta cámara se decide sobre temas tan importantes como la reducción del déficit, la política migratoria o las ayudas al empleo joven, que no son flojos problemas precisamente.
¿Qué nos toca hacer? Pues repasar las listas de los candidatos, comprobar si hay de quien podamos fiarnos por su conexión ideológica con nosotros, por su experiencia, por su capacidad, por las cosas que haya hecho o esté haciendo, por encima de liarse a voces en el Congreso o en la calle, o en los mítines que dieron en algunos sitios. Y tengamos presente que hay “especialistas” en mover votos de personas que ni saben lo que votan, pero cuyo voto vale igual que el de un doctor en Ciencias Políticas, detalle en el que muchos basan sus triunfos en tantas ocasiones. Así que votemos, para demostrar nuestro civismo, pero meditemos el voto porque de él va a depender que contribuyamos a salir del lío en que estamos metidos o intentemos salir de él.