Hace treinta años al visitante de Menga le decían: “Señor, esto no es una cueva; este es el dolmen más grande y mejor conservado de Europa”. Haciendo ver que la cueva es natural; el túmulo, en cambio, lo levantó el hombre. Sin querer, estaba llevando la atención al hecho de que, sobre la piel de un paisaje en el que (aún) no había más relieve que los árboles y los montes, en un momento dado aparecen túmulos como hitos simbólicos.
Por suerte, ese temprano impulso de elevar un paisaje megalítico, dejó en Antequera una de sus manifestaciones más acabadas. Eso es lo que van a certificar los visitantes de la UNESCO.
Pero ¿qué verán? Que habiendo encajado con cierto aire de suficiencia la primera obviedad enunciada por aquel entrañable guarda-guía (“Señores, esto no es una cueva”), no acabamos de entender las implicaciones de la segunda: ¡que se trata de un túmulo! Éste es, en sí mismo, una abultada obviedad (del latín “ob” hacia, y “via” camino) cultural, balizando el paisaje natural, en el sentido fuerte de lo que te sale al paso, o se te pone enfrente. De lo que se sigue que, lo que tan intencionalmente se yergue imponente para ser manifiesto o visible (en el sentido más moderno de “obvio”) ¡exige que se aparte y quite de en medio (obviar) todo aquello que tan manifiestamente es un estorbo para él! Parece de cajón ¿no? Pues ni aún así.
De ahí que resulte llamativo el que tantos antequeranos con sentido común, que visitando su Museo advirtieron que el mausoleo de Acilia Plecusa, restaba protagonismo al Efebo, ante los desaguisados que agobian a sus dólmenes parecen no tener criterio alguno ¿Cómo algo, de magnitud mayor y más visible, no reclama su atención comprometida? ¿Cómo no entender que algo tan sustantivo no puede tolerar tanto adjetivo (añadido)?
Si, como es de prever, la imagen conceptual que de un monumento como Menga traen los señores de la UNESCO es la de un absoluto que, como tal, sufre mal la competencia de centros de interpretación y lavacoches, aviados estamos. Y, si pasan la mano y cuela…, pues peor: Menga/Viera sin libertad “pa” los restos.