lunes 25 noviembre 2024
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Primer Domingo de Cuaresma: Si Dios no está al centro…

· Primera lectura: Deuteronomio 26, 4-10
· Salmo responsorial: Salmo 90, “Está conmigo, Señor, en la tribulación”.
· Segunda lectura: Romanos 10, 8-13.
· Evangelio: Lucas 4, 1-13.
Acabamos de comenzar el tiempo de Cuaresma. Hace apenas unos días nos ponían la ceniza en nuestra cabeza y, con ella, hemos recibido la invitación que debe cambiar nuestras vidas: “Conviérte y cree en el Evangelio”.
 
El primer domingo de este tiempo siempre nos lleva al desierto, a los cuarenta días que Jesús ayunó allí, origen de esta celebración penitencial de la Iglesia. El desierto, por su falta de vida, da paso a una realidad muy dura. Pero esa dureza tiene otra cara, como las monedas. 
 
Es su infinita soledad. Un lugar de silencio, de encontrarse con uno mismo, con toda tu realidad. Pues allí es donde Jesús va a tener su largo tiempo de ayuno y oración. Y allí, en aquella agreste soledad, es donde sufre Jesús sus tentaciones. Tres tentaciones que humanizan mucho al Señor, que lo acercan a nuestra pobre realidad: el tener, el poder y el jugar a ser dioses. Y aunque fue hace dos mil años, vemos que son tremendamente actuales en nuestras vidas.
 
Mientras en nuestro mundo funciona “el tanto tienes, tanto vales”, Jesús nos recuerda que en “cristiano” las cosas deben ser de otra manera. Si Dios no está al centro, podremos intentar hacer muchas cosas, pero no llegarán a buen puerto. 
 
Si nuestra motivación es sentirnos bien o ser buenas personas, está bien, pero nos quedamos cortos. Ser cristiano es mucho más. Es vivir para Dios, es saber que el poderoso caballero (don dinero) no puede comprar las cosas que de verdad importan. Ni la salud, ni el amor, ni la verdad. Todas estas cosas escapan de los brazos del tener y del poder. 
 
Puede que la tentación del camino fácil es muy grande siempre, es necesario mirar el ejemplo de nuestros mayores y saber que sólo el trabajo cotidiano es la garantía de poder llegar a la meta con la satisfacción de la tarea bien hecha. Que esa sí que es una buena herencia.
Buenas e importantes recomendaciones las que nos ofrece la Palabra de Dios en este domingo. Para este día y para todo este tiempo penitencial. Vivamos desde ellas y con profundidad esta oportunidad que nos brinda la Cuaresma de este Año Santo de la Misericordia. 
 
Las obras de misericordia nos dan el programa de actuación para toda la vida, pero de un modo privilegiado para la Cuaresma de este año. No son abstracciones, cosas raras. Es lo que nuestra fe nos ha dicho siempre: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar posada al necesitado, vestir al desnudo, visitar al enfermo, socorrer a los presos, enterrar a los muertos, son su enumeración tradicional.
 
O participando, de la mano de Cáritas, en el gesto diocesano, ese que se ha puesto en marcha este Año Santo, para ofrecer un lugar acogedor para tantas personas como siguen viviendo en la calle. Como dice el salmo, este es el sacrificio que Dios espera de nosotros, el de las buenas obras, que no son otra cosa que el reflejo de sabernos amados con locura por este Dios-amor.
 
Aprovechemos de verdad, este tiempo de gracia y bendición que acabamos de comenzar. Feliz y santo domingo a todos. Y que os bendiga el Dios del amor.
 
padre Juan Manuel Ortiz Palomo 
 
  
 
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