Las tecnologías móviles han supuesto un avance indiscutible en nuestra sociedad, desde el cacharrazo de generosas dimensiones que un día (de hace ya varias décadas) nos presentó Motorola hasta el iPhone 6s que apareció en escena en septiembre del 2015.
Hoy, pese a que anhelo aquellos tiempos casi no vividos donde la tecnología convivía con nosotros sólo en las películas, no les voy a hablar de lo terribles que son y de lo que nos entretienen, manteniendo nuestra mirada atenta a esos halos de luz azul… Aunque esa es otra historia.
Lo que más nos atrae ahora es vivir la tecnología desde dentro: bienvenida, realidad virtual. Bueno, eso y los teléfonos modulares que LG se ha atrevido, veremos con qué acierto, a sacar. De las gafas de realidad virtual apenas he podido probar su funcionamiento. Tan sólo una vez, en Fitur 2015, recorriendo Ronda dentro de un coche de caballos. Impresionante. Aunque la calidad de la pantalla del momento no era para tirar cohetes…
Lo cierto es que esta herramienta puede convertirse en clave, no tanto ya en la navegación del propio Internet, si no en la recreación de “entornos noticiables”: imagínense poder ver en primera persona los nuevos descubrimientos en la tumba de Tutankamón. O viajar por las calles de aquella Antequera del siglo XVIII. Imaginen.
Aún queda mucho por explotar de una herramienta que puede cambiar la manera de ver, nunca mejor dicho, nuestro mundo. Quizá sea la herramienta clave para entornos como el de los videojuegos de PlayStation o Xbox.
Dentro de algunos meses, este artículo caducará al igual que la tecnología que hoy se vende en los centros comerciales: ¡obsolescencia programada!
De los teléfonos modulares y, ya que estamos, de la obsolescencia tecnológica, hablaremos en otro momento.