Capítulo octavo: “Mire vuestra merced, aquellos que allí se parece no son gigantes, ni molinos de viento, son periodistas, es la prensa, nuestra vil y enemiga compañera de viaje”.
Así podría comenzar una de las trepidantes historias, con permiso de mi gran admirado Cervantes, de El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha si hubiese sido escrito este jueves 21 de abril a imagen y semejanza de lo que pasó en la Universidad Complutense de Madrid —imaginen a Pablo Iglesias con su casi fiel escudero Iñigo Errejón a lomos de un caballo…—.
Iglesias se ha topado con un enemigo inesperado a estas alturas del juego: la Prensa. Enemigo ganado a pulso tras sus declaraciones contra un periodista de El Mundo al que acusaba, junto al gremio en general, de trabajar al dictado de los poderosos y de inventar titulares a nuestro antojo.
Lamentablemente, el líder de Podemos no ha sabido jugar bien sus cartas en esta ocasión, personificando su “rabia contenida” en la imagen de Álvaro Carvajal, al que menospreció ante cientos de personas que escuchaban atentos a un Iglesias que dejó atónitos a los periodistas que se encontraban en la sala.
Un ataque a la Prensa, uno más y, estoy seguro, no será el último que veamos entre la clase política y los medios, acostumbrados ya a recibir palos de ciego de unos dirigentes que piden ser nuestro Lazarillo de Tormes a los que guiar. “¡Con la prensa hemos topado…!”, pensarán ahora Iglesias y su equipo, lamentándose de que los periodistas no corran tras ellos a cubrir sus últimos pasos quijotescos.
Un Iglesias que debe tomarse al pie de la letra que “por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida”. Amigos, ¡viva la libertad de prensa¡ y, por cierto, ¡feliz Día del Libro!
