La libertad del individuo es como la objetividad para el periodista: nos pasamos la vida intentando conseguirla, pero nunca llegamos a tocarla del todo, aunque sí podamos rozarla con la punta de los dedos en más de una ocasión.
Digo esto en un mundo que quizá presume en demasía de la libertad y la globalización. Libertad, por ejemplo, para construir en muchas ciudades y países una democracia que, como saben si repasan la historia, no siempre es tan efectiva como debería ser.
La mayoría no siempre tiene la razón, ¿pero quién va a discutir lo que diga la mayoría? Hablemos de Trump. Elegido democráticamente. Sus discutibles formas, sus promesas electorales, su tratamiento a los medios… ¿Quién va a discutir a un presidente que ha sido elegido por la mayor parte de la población estadounidense? Han elegido libremente, ¿no?
Probablemente sí que hayan elegido sin que nadie les haya puesto una pistola en la cabeza, incluso sin estar influidos por esas promesas populistas. Se podría decir que han elegido tan bien, que incluso Trump se podría convertir pronto el “mejor presidente de Estados Unidos”, si nos atenemos al cumplimiento de su programa electoral, que ya está llevando a cabo.
Sin embargo, no me extraña que un personaje que parece nacido de un cómic haya llegado a la Casa Blanca. No, no me sorprende. Lo que me sorprende es que numerosos sectores de la población hayan sido seducidos por un magnate que promete fronteras, muros, división. Podríamos resignarnos a sus medidas, pero ojalá el verdadero muro que se encuentre Trump sea el de la prensa.
Ahora, los medios juegan un papel fundamental, como lo han hecho siempre: deben mostrarnos la realidad sin los filtros de la política, conocer el trabajo del nuevo presidente de Estados Unidos y denunciar las injusticias, evitar los cantos de sirenas de los máximos dirigentes. Todos tenemos un poco de culpa en que pase todo esto. En la victoria de Trump, en la vuelta a los populismos que un día ya tuvimos con nosotros. Repasemos la historia para llegar a la situación actual, ¿qué hemos hecho mal?