Como pruebas de que el apoyo de Luis María Pareja IV Conde de la Camorra a las ideas liberales y al Constitucionalismo nacido en 1812, era real y que en ello basaba su forma de ser y de actuar, existen determinados hechos que lo corroboran. Uno de ellos ocurre precisamente después de su muerte y al comienzo del nuevo periodo liberal, en los inicios del bienio 1854-1856.
En estas fechas, los nuevos dirigentes políticos locales de tendencia liberal y progresista elegidos para dirigir la municipalidad, entre ellos Francisco Joaquín Aguilar, alcalde en 1855, alabaron y elogiaron la memoria del Conde Luis María Pareja, incluso le honraron como un icono cuyas virtudes había que admirar y seguir, colocando un retrato suyo en el salón de plenos del Consistorio.
No es creíble que Luis María pudiese engañar en cuanto al liberalismo que profesaba, tanto al pueblo llano como también a los partidarios de Francisco Joaquín Aguilar y sus hermanos, de tendencia liberal progresista y futuros actores de primera línea tanto en la Revolución de 1868, como en la Primera República, quienes aunque sí abrieron la mente y los ojos a multitud de jornaleros del campo y obreros de la industria textil, también supieron aprovechar la desamortización de Madoz, comprando gran cantidad de inmuebles y tierras, cosa que no hizo el Conde con la de Mendizabal.
También las disposiciones ordenadas para después de su muerte por parte de Luis María o el propio reconocimiento de su hija natural, hacen pensar que era hombre de pensamiento moderno y que creía con firmeza en las nuevas ideas que iban impregnando la sociedad.
Complementaba el Conde sus innovadoras ideas políticas con una posición de firmeza y rigurosidad en cuanto al mantenimiento de la tranquilidad y orden públicos, con constantes manifestaciones y actuaciones en esta materia, bien dictando bandos de buen gobierno, bien creando partidas de persecución de malhechores.
No fue persona apegada a lo material y que aprovechara, como ya hemos apuntado, las primeras desamortizaciones de Mendizabal para comprar tierras y bienes desamortizados, máxime cuando podía hacerlo al ser uno de los mayores contribuyentes en la época. Tampoco se le conoce beneficio material alguno de su paso por la vida pública, además dio ejemplo de austeridad en la función pública, de rigor en la gestión de los problemas que más afectaban a la población como la sanidad, beneficiencia, hospitales, alumbrado público, cementerio, conducciones de agua, seguridad y orden público, etcétera.
Acató sin quejas la ley de suspensión de los mayorazgos y entregó a sus hermanos lo que les correspondía de acuerdo a las nuevas estipulaciones de aquella, sin que diera lugar a peticiones judiciales como sí ocurrió en otras familias aristocráticas coetáneas.
No se sabe por qué exactamente, quizá por el mal estado del edificio como asegura Jesús Romero, dejó de vivir en el palacete de la Plaza del Carmen y pasó a residir en una casa de calle Maderuelos (casa ahora de los Colarte, que provenía de la herencia de la familia Gálvez, donde en días festivos incluso se reunía en ella el pleno del ayuntamiento como así consta en distintas actas capitulares). Allí compartió morada con su hermano Ramón, la esposa de éste e hija suya Trinidad Pareja y los hijos del matrimonio, sus nietos.
En su testamento ordenó, al contrario de lo que venían haciendo los pertenecientes a su clase y sus antecesores, que le enterrasen donde fuese costumbre (él sabía que la costumbre no era ya enterrarse en las iglesias, sino en el cementerio que ya se había edificado y en cuya construcción tomó parte en sus diferentes épocas como alcalde), se ve ahí una coherencia entre lo que pensaba y lo que posteriormente hacía. Años después su hermano el V Conde solicitaría permiso al ayuntamiento para trasladar los restos de Luis María y su hija al convento de la Trinidad. Dejó dicho además, que no quería pompa en sus funerales y asignó a cada sirviente una cantidad de dinero a la hora de su fallecimiento y otra a los Trinitarios para redención de cautivos.
Actividad pública de Luis María Pareja
Su carrera política comienza desde muy temprano, concretamente a principios de siglo XIX, durante la invasión francesa, donde ya aparece como regidor del ayuntamiento y como miembro de la Junta Local interina y vocal en diversas comisiones. (Acta capitular enero 1811, Libro 1802).
No obstante ello, ya se había definido y actuado como gran patriota con anterioridad, como se hace constar en el acta capitular de 19 de julio de 1808 (Libro 1799) cuando en ella se describe que se ve en el pleno capitular una carta de la Junta Suprema formada en Granada con motivo de la invasión francesa, firmada a 15 de julio de ese año por José de Sandoval y Melo, en la que se expresa que “el 23 de junio pasado, se había presentado a dicha Junta Suprema D. Luis Pareja, Maestrante de Sevilla, con cincuenta hombres armados y montados que la ciudad de Antequera había mandado para servir al Rey y a la patria”. Se hace constar en el acta también el sentir de la Corporación y se dice que: “La ciudad complacida por haber cumplido con sus deberes dice haber observado en el vecindario esa loable efervescencia que ha hecho que 400 voluntarios con los anteriormente 50 citados se han conducido al ejército, equipados y armados de lo necesario y capitaneados por D. Francisco Enríquez”.
En fecha veintiuno de noviembre de 1810 en plena ocupación francesa, se reorganiza la Milicia Cívica de Antequera con un Batallón de Infantería integrado por una compañía de Granaderos, otra de Tiradores y seis de Fusileros con cincuenta plazas cada una y dos compañías más de Caballería con 32 hombres cada una.
Cada compañía la constituía un capitán, dos tenientes, un subteniente, un sargento primero, dos segundos, dos cabos primeros y dos segundos y un tambor, aparte del personal de tropa. La plana mayor del batallón la constituía un comandante que era el de las armas españolas de la ciudad, en esos momentos el Coronel Antonio Montalvo, el segundo jefe era José Pastor, teniente coronel y Comisario de Policía y entre los oficiales del batallón, figura como capitán en la primera compañía de caballería Luis María Pareja Obregón y Rojas.
Finalizada la guerra de la Independencia y repuesto en el poder Fernando VII en 1814, una de sus primeras medidas fue derogar la Constitución de Cádiz de 1812 e imponer de nuevo el absolutismo y el Antiguo Régimen. Se inició la persecución de los liberales y se produjeron cambios en la legislación y en la Administración Nacional, cambios que se trasladaron a continuación a las Administraciones Provinciales y a los Ayuntamientos.
Acontecimientos de mayo de 1814
Como consecuencia del cambio político a nivel nacional, el Ayuntamiento de Antequera, convocó reunión ordinaria el día catorce de mayo de 1814, para implementar los cambios ordenados con el advenimiento del nuevo régimen absolutista.
Con tal motivo y frente a las casas consistoriales, ese mismo día, se aglomeró según acta capitular: “una gran multitud de antequeranos que acompañaban al alcalde mayor D. Juan María del Viso y Rojas, a D. Cristóbal Morón, Canónico de la Real Colegiata de esta ciudad y a D. Luis Maria Pareja Obregón y Rojas, que dice estar invitado por los congregados para manifestar sus intenciones respecto al asunto del cambio de ayuntamiento. Se trató de citar mediante los porteros a los regidores actuales, pero por falta de aquellos no pudieron ser citados todos y ante la tardanza en constituirse el pleno, entraron en la sala capitular los arriba referenciados y un número dilatado de personas de los congregados a sus puertas en las que quedaron gran cantidad de gente”.
Se leyó un documento, copia del acuerdo tomado en Córdoba, para reponer en el ayuntamiento a las autoridades constituidas por el antiguo Supremo Gobierno del Reino y suspender en sus funciones a las actuales.
Este acuerdo restablecía entre otras cosas el Cuerpo de la Inquisición y la vuelta de los clérigos a sus conventos e instaba a reponer las cosas al estado en que se encontraban al tiempo de subir al trono Fernando VII.
Se ratificó por los actuantes la lealtad a Fernando VII y quedaron cesados los individuos del ayuntamiento llamado constitucional. Se nombró como Corregidor a Diego Vicente Casasola y se celebraron fiestas y procesiones con el retrato de Fernando VIIAl día siguiente, se certificó por el escribano que tras el nombramiento del Corregidor y de los actos festivos celebrados, Luis María Pareja Obregón, desde uno de los balcones del corredor de las Casas Capitulares arengó a los ciudadanos y en alta voz dijo: “que sin embargo de lo practicado en la tarde del día de ayer, era su ánimo el que se restituyese a sus empleos a todos los individuos del ayuntamiento que lo eran antes de la invasión enemiga sin excepción de alguno. Que todos los oficiales vistan sus uniformes sin necesidad de purificación por ser esta cualidad dimanada de la constitución. Y que el nombramiento del Corregidor en la persona de Diego Vicente Casasola se entendiera transitorio hasta el nombramiento de uno en propiedad. El público con grandes aclamaciones manifestó que era eso lo que querían”.