Estimados y pacientes lectores. No cabe duda que llevamos un año que para todos va a ser inolvidable de una u otra forma. Ahora bien. Lo que sí deberíamos olvidar es la forma en la que estamos gestionando esta pandemia desde todos los puntos de vista y en todos los ámbitos.
Cuando se evalúa cualquier tipo de actuación llevada a cabo por diferentes grupos de personas, lo que siempre se ha dicho es que había que encontrar quien lo había hecho mejor. En mi época de estudiante, se quería saber quien había hecho el mejor examen de matemáticas (normalmente siempre era el mismo). En clase de gimnasia, animábamos al que corría más rápido… Pues bien. Parece ser que lo mejor es cambiar la forma de ver las cosas. Es decir, vamos a pasar de buscar al mejor a intentar discernir quién es el que lo ha hecho peor; ya que está visto que bien. Lo que se dice bien, no lo ha hecho nadie. Incluso me atrevería a decir que ni siquiera podemos encontrar alguien que merezca el calificativo de regular; ese cinco “raspado” que sacábamos los demás en el examen de matemáticas.
Durante los últimos meses nos estamos acostumbrando a observar como nuestra clase dirigente nos somete a debates, descalificaciones e insultos, aderezados con mala educación y sin saber desde donde hablan, pisoteando la tribuna desde la que se dirigen o creen que se dirigen a un pueblo que cada día está más cansado de dimes y diretes y sigue esperando que un día se sienten de verdad para buscar soluciones en lugar de trabas. Y no me refiero sólo a la pandemia, sino a todos aquellos retos que se nos van a presentar cuando esta termine.
Lo dicho. Que tristemente no podremos decir quién lo hizo mejor. O quizá quedará claro que los que mejor lo han hecho han sido nuestros pequeños que llevan esta situación con una entereza y dignidad que ojalá se diera también en más de un parlamento.
Y a pesar de parecer muy repetitivo, no dejéis de lavaros las manos, usar mascarilla correctamente y mantener la distancia de seguridad.