De niños tenemos infinidad de recuerdos entre los que destacan esas conversaciones y reuniones de nuestros padres con amigos en diferentes situaciones. Una de tantas, las que tenía mi padre con Daniel Herrera, obviamente en Jesús y en actos del Socorro.
De pequeño me gustaba ver, oír y callar, algo que los años, la profesión y la forma de ser me ha llevado a un cambio radical. Recuerdo de esas conversaciones lo orgulloso que estaban ambos padres de sus hijos, entre ellos el hijo de don Daniel, Dani Herrera, en el que siempre me fijé. Tardé en tener alguna conversación, pero veía cómo crecía junto a sus padres, destacados personajes, la devoción de su Nazareno y su vocación periodística y afición taurina.
Pertenece a esa generación de periodistas que surgimos en los años 90 y en más de una ocasión me pregunté cómo sería trabajar con él. Treinta años después, tras un año complicado de pandemia, tras nuestras aventuras y vivencias, la vida nos ha unido para trabajar en el mismo medio, en el que esta semana se estrena como redactor.
Estos días atrás no hemos hablado de cofradías, ni de la profesión, ni de las ambiciones de nuestra juventud… Hemos estado conversando del día a día en el que estamos centrados. Ya no somos niños, nos preocupamos y desvivimos por los nuestros. Ya no somos los hijos, somos los padres. Ya no tenemos a nuestro referente paternal, pero siempre nos quedarán nuestras madres, a las que le debemos todo.
Tener a Daniel Herrera Checa en este equipo es darle sabor a profesión, vocación y pasión por esta patria chica que es Antequera. Ojalá sea por mucho tiempo. Sería digno de hacer presentación oficial y todo, pero no son tiempos para actos públicos. Sobre todo porque los dos lo tuvimos claro desde que surgió la posibilidad de emprender esta aventura.
Ya no somos los niños campanilleros que fuimos, somos ya los que estamos en primera fila y son tiempos de vivir el presente y trazar el futuro. Ojalá sigamos juntos en esta profesión en este medio que lleva 102 años contando el día a día de nuestra ciudad. ¡Bienvenido, hermano! Que el Sol nos alumbre por mucho tiempo en estas páginas.
