Tras la Sanidad, la Educación ha mostrado en esta pandemia lo necesaria que es y lo olvidada que está en planificación e inversión. En los últimos días, ha sido el Colegio Reina Sofía, un centro que debe ser patrimonio comarcal de la Educación. Nuevo ejemplo de la necesidad de analizar y configurar un plan real, efectivo y con futuro de los espacios y enseñanzas que necesita esta ciudad, cabecera de una comarca de 110.176 personas, según las estadísticas de la Consejería de Salud.
Decir Reina Sofía en Antequera es seguir con el trabajo de los que consiguieron que sea el referente en la Educación Especial en la Comarca. Por tanto, es algo que no se debe tocar, ni politizar ni usar a favor o en contra de otros intereses que no sean los de los alumnos y familias que precisan de sus instalaciones, aulas y profesorado.
El problema radica en que sigue actuando como tal, pero cuando se amplió a la Educación Infantil y Primaria, dejó de ser oficialmente de Educación Especial. Además, unido a los anuncios de cambios de leyes educativas y la negativa a la matriculación de dos alumnos con necesidades especiales, ha provocado la alarma.
Nos decía una madre que el “Reina Sofía tiene unas características muy tangibles que hacen que los padres luchen desesperadamente porque sus hijos permanezcan allí de pleno derecho. Es urgente que la situación se regularice porque hay alumnos con necesidad de aprender allí, procedentes de Antequera y su comarca, por estar en situación de desventaja por motivos de enfermedad neurológica o trastorno del espectro autista y del desarrollo”.
Se ha avanzado mucho en la inclusión, en las aulas especiales y en el profesor de apoyo, pero sigue siendo necesario un centro de educación especial al menos en la comarca. Tras hablar con muchas familias, comparten que “estos niños tienen que madrugar más que los que los demás porque muchos de ellos han de tomar medicación a horarios estrictos, luego muchos de ellos han de ser movilizados de manera pasiva, ya que debido a sus patologías, son incapaces de colaborar y cuando la dificultad imperante no es la física, los padres tampoco lo tienen fácil porque los niños quieren estar en su colegio”.
En todo momento, dejan claro y agradecen el esfuerzo por la inclusión, la comprensión de todos los profesionales, como cuando llegan y se encuentran “con unas profesoras y tutores que actúan como una segunda madre, que les conocen y están en continua comunicación con los padres ante cualquier eventualidad”.
A las familias se les ha sumado el apoyo de la asociación de padres y madres del centro para buscar regularizar la situación, como sabemos que también lo hacen dirección y profesorado.
Una opción podría ser convertir las aulas específicas del alumnado mayor de 14 años y los talleres a un centro específico comarcal de Educación Especial, compartiendo espacios con el centro ordinario. Otra opción sería la de semi D especial, para que tengan cabida las aulas específicas del alumnado mayor de 14 años y los programas de tránsito a la vida adulta y laboral.
En cualquier caso, “estamos abiertos a cualquier posibilidad que la Administración considere oportuna, para legalizar la situación de la Educación Especial en el Reina Sofía, sin que ello conlleve que se tengan que trasladar de Centro por todo lo anteriormente mencionado”, exponen en un escrito.
Tras analizar, escuchar y leer argumentos, estamos seguros que es un error porque nadie que conozca la atención que se realiza en las aulas y talleres de educación especial, podría cuestionar su futuro y su necesidad para los alumnos con necesidades especiales. ¡Esto es una prioridad y tiene que ser algo de todos! Estamos seguros que Educación buscará una solución y tranquilidad para todos.
