El tubo digestivo está formado por la boca, la faringe, el esófago, el estómago, el intestino delgado y el intestino grueso, este es el motivo por el cual el tubo digestivo tiene una longitud que oscila entre los cinco y los seis metros. Como su propio nombre indica una hemorragia digestiva se produce cuando se sangra en cualquier punto del tubo digestivo.
En ocasiones una hemorragia digestiva puede ser un síntoma de otras enfermedades como por ejemplo cáncer (de estómago, de colon), enfermedad de Crohn, úlcera gástrica, diverticulosis o varices esofágicas. En cambio, otras veces una hemorragia digestiva puede deberse a patologías menores como pueden ser los hemorroides o una fisura anal. En cualquier caso la cantidad de sangre que se pierde en este tipo de hemorragias es muy variable, oscila entre pequeñas cantidades prácticamente imperceptibles y hemorragias excesivas que pongan en serio peligro la vida del paciente.
El síntoma mas característico que produce una hemorragia digestiva es el color oscuro de las heces, también puede producir anemia, mareos y en ocasiones mas extremas vómitos de sangre. El médico gastroenterólogo es el encargado de establecer el diagnóstico en estos casos, para ello puede utilizar pruebas como colonoscopia, radiografía, TAC de abdomen, gastroscopia, análisis de sangre y RMN entre otras. El problema reside en que como el tubo digestivo es muy largo en ocasiones resulta difícil descubrir el sitio exacto donde se produce la hemorragia. Cuando existen pequeñas pérdidas de sangre se utiliza una prueba llamada detección de sangre oculta en heces, que realmente es un análisis coprológico. Lógicamente el tratamiento variará mucho en función de cual sea la causa que ha producido la hemorragia digestiva. Para terminar, hoy les animo a que amen sin temor, legítimamente, con honestidad y sobre todo amen con mucha pasión.
