Hay que darle la bienvenida a julio por muchas razones: viene caldeado y mientras más pronto pase será mejor para todos; obliga a muchos españoles a cambiar sus planes vacacionales, y se nos convocará, una vez más, a ser generosos dedicando un largo día, prestando nuestros conocimientos y tiempo, para que la jornada electoral transcurra con orden y normalidad, aunque ésta ya no se ajusta a la norma habitual.
Muchas horas en el colegio electoral, presumiblemente con mucho calor y espacio reducido. Cinco mesas electorales en el salón de actos, demasiado cerca los unos de los otros, y estamos allí porque lo hemos decidido libremente, no hay paga ni favores, somos interventores y ayudamos al partido con el que nos identificamos. Así actuamos los interventores del PP, y me consta también que de la misma manera lo hacen los demás representantes del PSOE e IU. Nos obligamos a convivir ese día presidente, vocales e interventores, ante una mesa custodiando una urna de cristal que recoge el voto libre de cada ciudadano que se acerca a cumplir con su deber y derecho.
La sorpresa saltó en las pasadas municipales, excepto uno a dos que siempre repiten, los interventores socialistas eran nuevos, se intentó averiguar el por qué habían depositado la confianza en esos chicos. La respuesta fue balbuceante. No se ajustaba a la realidad. No eran personas ligadas al partido como trataban de justificar sus dirigentes. No sabían ni abrir las carpetas. Alguno no se quitó la gorra torcida con la que entró desde primera hora de la mañana, salía a fumar con frecuencia y a su vuelta el olor nos dejaba un tufo y un medio mareo que se prolongaba unos minutos, y se pasó el día mirando el reloj para cuando llegara la hora de cobrar. Chunga fue la imagen que dimos del Colegio León Mota en las pasadas elecciones. Queda tiempo para enmendar errores.
Vivimos, por mal que le pese a algunos, en una democracia plena, con libertad, derechos individuales y colectivos en una España alegre con cuarenta y siete millones de españoles que tienen ganas de vivir, mejorar y mirar el futuro con optimismo. Pero sin olvidar el respeto a quién piensa de manera diferente. Hay que guardar las formas e ir vestidos limpios y decentes.
