Cuando usamos la expresión «se te va a caer el pelo» no pensamos en la edad, ni en el mal trato que hemos hecho de él, ni que es producto de la herencia familiar. Sí que utilizamos esa frase para referirnos a que alguien se ha portado indebidamente, mejor dicho, ha trasgredido con bastante margen el terreno de lo correcto. Pues, si nos fijamos bien el señor Zapatero luce ahora un pelo a camino entre cresta y postizo, que le cubren las entradas que tenía tiempo atrás. Es la excepción que confirma la regla.
Mientras España se queda calva, sin protección ni el abrigo económico que disfrutó en tiempos no muy lejanos. Nuestro Presidente se cura en salud y se puebla la cabeza para ver si nuevas ideas surgen y sujeta al personal que tiene en contra y que es bastante numeroso, a pesar de que la oposición está bajita de logros y poco templada, le falta actuar con criterio y contundencia sin olvidar la perseverancia y las formas que le haría despegar en las encuestas hasta las nubes. Pero no está ocurriendo así. Y, el peluquín, me temo, que se va a hacer bastante duradero. Los pelos y la improvisación forman parte de la imagen externa de quien nos dirige, la interna no nos atrevemos ni a imaginarla por miedo a encontrar más historias irreales que pueblen su imaginación. Eso sí, hay que reconocer que fantasía tiene para rato. Y diga lo que diga Europa, él es el verdadero guía de lo que parece que es España. Hace pocos años estábamos en un puesto de privilegio, formábamos parte de los países prósperos. Me parece que queda poco para que se nos adelanten los pigmeos de África. Tal vez el pelo nos salve de ir a los últimos puestos de la cola.
