El 15 de marzo pasado los rebeldes sanguinarios de la LRA (unos paramilitares que vienen de Uganda y se hacen llamar Ejercito de Resistencia del Señor), atacaron un pueblo llamado Nzacko (diócesis de Bangassou en Centroáfrica). Llegaron un domingo por la tarde, cuando la mayor parte de los soldados de la guarnición jugaban al fútbol y los cosieron todos a balazos.
La población se desperdigó alocadamente y los rebeldes tuvieron tiempo de robar casa por casa, de mirar debajo de los catres para ver si había alguna chica escondida y aprovechar la coyuntura, amontonar lo robado en el centro del mercado y hacer una cordada con chicos y chicas (algunas que acababan de violar), ponerles 30-40 kilos en la cabeza y llevárselos a sus campamentos de la selva, a unos 10 días de marcha.
Eran 56 jóvenes, algunas embarazadas y dejaban 56 familias angustiadas por su suerte. Como obispo de esta diócesis, grité contando esta fechoría en la radio, en periódicos, en encuentros… (Todos dicen: ¡¡¡oh!!!, ¡¡¡qué barbaridad!!! Pero todo sigue igual. Vivimos caminando sobre una cuchilla de afeitar y muchos golpes bajos de la economía mundial, como el control del coltan (colombio-titanio) para fabricar nuevas marcas de móviles o de ordenadores, rebotan en el cuerpo inerte de la población de Bangassou y del norte del Congo.
Ésta parece un macabro sparring sobre el que las compañías de telefonía hacen rebotar los puñetazos de la agresividad del mercado o las dentelladas de sus trajeados «tiburones»). La mayoría de aquellos jóvenes volvieron 20 días después, destrozados, algunos con hernia discal. Unos 15 niños de 11-13 años, aún no volvieron y sus familias temen que no vuelvan nunca más. Lo que acabo de contar ya lo he denunciado otras veces y es la misma nefasta canción archirrepetida desde hace 6 años.
Lo nuevo es que ese día, Karine, aprovechando la confusión de los kalasnikoff y la refriega generalizada, se escapó de las manos de estos indeseables. Llevaba 9 meses con ellos en la selva desde que la raptaron en su pueblo natal.
La apartaron violentamente de sus 3 hijos y de su madre y, a sus 23 años, se la fueron rifando 150 rebeldes en la selva entre labores de aseo, culinarias, de transporte u otras.
(Continuará…)
Juan José Aguirre, Obispo de Bangassou (República Centroafricana)