«Mucha gente pequeña, haciendo muchas cosas pequeñas, en muchos lugares pequeños, puede cambiar el mundo «
¡Qué hermoso lema! Entrañable, sencillo y pequeño, en estos pilares apoya su grandeza donde se condensa un gran contenido y recorrido de amor, dedicación, trabajo, fe y solidaridad. Porque esta ONG, como tantas otras, nace de los sueños, de los deseos del corazón y del convencimiento que como cristianos no podemos quedar indiferentes ante la pobreza. Esto lo vieron con claridad, acierto y precisión dos hermanos lasalianos que no estaban dispuestos a seguir mirando por el espejo de países como el nuestro, mientras el reverso cada vez era más oscuro e incierto. Había que llevar la luz y acortar distancias, que la mejor manera de conseguirlo es teniendo un corazón misionero, y ¡manos a la obra!
Hoy, Proyde, veinte años después, es un rayo de esperanza y libertad en el mundo. Porque hablar de La Salle es formación y garantía de éxito, es extraer lo mejor que cada persona lleva dentro y educarla para enfrentarse a una sociedad dura y hostil. Y conocedores, como son tan enseñantes, tan maestros, que la falta de Cultura es el origen de abusos y manipulación, decidieron crear programas educativos y sentir que aquellas personas tan lejanas también eran sus hermanos. E ilusionados y convencidos comenzaron su labor. Pronto germinó a tan buen ritmo que necesitaron unir muchas otras manos y otros corazones, embarcando voluntarios y gente pequeña y corriente, hombres y mujeres que se fían de Dios que les abren los brazos a la fraternidad con mayúsculas y extendieron y unieron lazos de solidaridad por toda España.
Y la Navidad también llega a Proyde, y el Dios niño, cada 25 de diciembre nos regala esa unión fraternal que nos envuelve y nos derrama la caridad como gotas de rocío que alimenta nuestros sentimientos, los cubre de nobleza y disponibilidad. Y seguro, que está cómodo y feliz en lo pequeño, nace y crece en la sencillez, y desde la pequeñez de su cuna y la humildad de su origen quiere ser el amigo, el guía, el guardián de valores, el salvador de una sociedad herida, que se agrieta de manera alarmante dejando demasiados indefensos y olvidados. Pero cada Navidad se empeña por estar en todos los lugares, en toda la gente, y quizá arrope un poco más a esas personas que se sienten tan insignificantes. ¡Qué sabiduría tiene para hacerse tan pequeño!
Y pensando en quienes necesitan ayuda y siempre sensibles a los problemas, La Salle organiza una serie de actividades a lo largo del año que palian en gran medida los objetivos que se marcan. Ya veterano es el concierto de Navidad que ese día tan señalado une voces y música y abriendo las puertas de par en par a la generosidad que se nos ofrece urgente y apresurada porque ha de transportarse muy lejos hasta esos lugares donde se reciben con agradecimiento y un fuerte aplauso.
Un fuerte aplauso para todos aquellos que hacen posibles estos entrañables gestos convencidos de que su mejor Navidad es compartiéndola con los demás. Las ocho de la tarde es buena hora para disfrutar un rato y arrancar una sonrisa pequeña, de cualquier pequeño, que tiene pequeños sueños, que se encargan los misioneros cada día de mantener moviendo el alma de quienes creen que es posible vivir la Navidad todo el año.
