Cuando nos deja una persona que destaca por su trabajo, siempre se alaban sus capacidades profesionales e, incluso, sus cualidades como persona, pues suelen ser de la misma altura. En este caso, queremos compartir la calidad humana de una persona que nos dejó hace unos días.
Para nosotros, Manolo has sido, más que un vecino, un amigo, un «tito» o, mejor aún, un hermano. Hemos tenido la suerte de compartir contigo muchos años de desventuras en una comunidad de vecinos de la que nos sentimos orgullosos de pertenecer. En una sociedad en la que tendemos a aislarnos y no compartir nuestras alegrías y dificultades, nosotros hemos conseguido convivir como una gran familia, con sus luces y sus sombras, en la que tú, Manolo, siempre has sido una pieza clave. Tu sencillez, tu cercanía, el cariño por los niños, tu afición por el deporte (televisado), por tu Atlético de Madrid y tu enorme corazón nos ha hecho compartir contigo ratos inolvidables: ¿limpiamos el patio? ¡Venga hombre…! ¿Vemos el partido? Y ¡estos niños que no se están quietos!
Uno de los mejores regalos que te has llevado han sido las dos Eurocopas y el Mundial que ganó España y que disfrutamos juntos en un patio lleno de banderas y de tapitas. Tú siempre buscando la manera de solventar los problemas técnicos, desde el cuartel general, tu mini-apartamento-trastero-ferretería, que tantos secretos tendrá guardados. Siempre pendiente de los demás y animándonos a todos a llevarnos bien. No dudaste en ofrecerte como presidente ante una grave enfermedad de otra de tus vecinas, tu hermana Trini, y no afloró tu enfermedad hasta que se curó la de ella (algo hay que hacer con esta plaga del siglo XXI que tanto dolor está provocando en Antequera).
Ese Dios, que tanto nos quiere, a lo mejor ha querido evitarte un largo sufrimiento ante una operación incierta que podría no haberte curado, pero que, para todos los que te queríamos, ha supuesto una pérdida irreparable y de una forma muy prematura.
Nos queda entre nosotros lo mejor que has podido dejar: tus dos hijos. Ellos son fiel reflejo de lo que construiste en tu corta vida. Kiko y Manuel son las astillas de ese padre que tenía pasión por sus hijos. Le van a echar muchísimo de menos pero, a sus quince años, les ha dado tiempo de aprender todo lo que su padre les ha querido transmitir: sencillez, educación, cariño y disponibilidad por los demás, amor por el deporte, esfuerzo, espíritu de superación…
Hasta el benjamín del bloque, Carlitos, que nos tiene embelesados con su gracia, te echará de menos. Cuando venga de la guardería, te llamará desde el patio: ¡Manoloooo… Manoloooo… pon la música! Tú le escucharás desde el cielo, pero alguno de nosotros tendrá que ponerle la música por ti.
Por todo esto y por muchas cosas más, Manolo, nunca has sido un vecino más y siempre te echaremos de menos.