¿Cuántas veces has comulgado ya en este mes de mayo? No me lo digas, decírselo al Señor, al que está allá arriba, con el que compartes tus momentos de oración. Seguramente sigues en una nube por los vestidos, trajes, misa, celebración, regalos, viajes… pero en otro lugar del mundo, hay muchos niños que la han recibido también, y no tienen lo que aquí aún disfrutamos, pero lo más importante es que siguen participando de la Eucaristía.
El traje de Comunión se te quedará pequeño. Los regalos, en el baúl de los recuerdos. El convite, seguramente dificultará la economía de la casa durante unos meses. El viaje, ya son pocos los que lo pueden hacer, pero será uno más… Entonces ¿con qué te quedas?
Aún eres joven, mira a tu alrededor. Deja a un lado todo lo que te han regalado, busca esa Biblia que alguien seguro te habrá dejado. Contempla la estampita con la foto que te hicieron. Agarra fuerte el crucifijo que llevaste. ¿Qué te transmiten?
Desde hoy, no estará de moda que hagas tu segunda, tercera, cuarta comunión… Ni que vuelvas a llevar un crucifijo o entrar a una iglesia. Pero… ¿y por qué no? Te toca el momento de ser quien despierte a tus padres para ir el domingo a misa, como una familia. El día en el que tus oraciones sean vuestras. El momento de celebrar la Eucaristía desde tu experiencia. La oportunidad de encontrar esos valores, esa Fe, que tus padres heredaron de vuestros abuelos, y ellos de sus padres, y sus padres de los abuelos…
Para superar esta sociedad tan vacía, hacen falta personas comprometidas, con Fe. Yo fui uno de esos niños que lo vistieron con traje de terciopelo y encaje y hoy, 31 años después, estoy muy agradecido que me llevaran a celebrar mi Primera Comunión, que sea algo vital en mi vida, como es sentir el Amor, la Esperanza, la Caridad…
¡Estás llamado a ser nuevo apostol en esta nueva torre de Babel que se ha convertido el mundo! De ti y de todos vosotros depende, que estos días no hayas participado en un circo, sino en una apuesta decidida de cambiar el mundo. ¡Contamos contigo!
