Hola, mi nombre es María de Mar, vivo en Antequera y quería contar mi historia personal de conciliación de la vida familiar y laboral en estos momentos de crisis. El porqué quiero hacer esta historia pública proviene de un momento de indignación-reflexión, contra un sistema que obvia a las futuras personas que formarán la base de una sociedad que pretendemos sea fuerte, justa, formada, libre y buena: los bebés y niños del hoy que serán los adultos del mañana.
¿Cómo queremos que nuestros hijos crezcan como personas íntegras, seguras de sí mismas, con inteligencia emocional?… en definitiva buenas personas, si ya desde chiquititas las relegamos a un segundo plano, cuando deberían ser un objetivo y no objetos.
Y digo objetos porque a veces parece que los niños y los bebés son objetos: objetos que debemos aparcar las mamás y los papás para poder ir a trabajar, para poder sacar un mísero sueldo, para poder sacar cabeza en el país en que vivimos (me río de los políticos y de su boca grande cuando hablan de conciliación de vida familiar), los aparcamos en las guarderías, en casa de los abuelos o con cuidadores, que no les pueden ofrecer el abrigo y el pecho de su madre, los aparcamos con leches de fórmula, los aparcamos con métodos horribles para dormir porque los papás han de descansar para madrugar…
Sí señores, aparcamos a nuestros hijos queriendo o sin querer, nos obligan y nosotros asentimos como corderitos ante tamaña extorsión física, fisiológica y mental.
Un niño ha de poder estar bien atendido por sus padres durante los tres primeros años de vida, puesto que es éste el período de la vida donde se conforma el cerebro de la persona que en el futuro será… y lo triste es que no nos planteamos la gravedad del asunto.
Al grano. Os cuento mi historia porque pienso que mi manera de ayudar es crear conciencia. Tengo una pequeña de 16 meses. Hasta hace poco he podido permitirme disfrutar de excedencia en mi trabajo porque gracias al papá también entra otro sueldo en casa. Cuando he querido incorporarme al trabajo me han obligado a trasladarme de ciudad o renunciar a mi puesto… Una decisión difícil.
Finalmente decidí tras pensarlo bien, no aceptar mi puesto en otra ciudad y aceptar el despido, ya que no quería que mi hija estuviera muchas horas sin mi atención, estar expuesta a una carretera agobiante y que cuando pudiera cuidarla fuera una mamá cansada, en definitiva estar al 100 por 100. Me dieron un despido procedente con indemnización, no diré que mi empresa se haya portado del todo bien ya que podría haber trabajado desde casa como otros compañeros, pero se ve que ya no querían una mamá en sus filas… aquí la primera traba para la conciliación de la vida laboral y familiar.
La segunda traba vino en la cola del paro. Me pidieron volver un par de veces para presentar bastante papeleo: al haber “renunciado” a mi puesto, estaba difícil cobrar un paro que había cotizado justamente todos estos años, a pesar de que tenía un despido, de que tenía indemnización… me pidieron demostrarlo con bastante burocracia de por medio.
Una se siente muy dolida, después de haber tomado una decisión difícil y que la cuestionen por haber dejado atrás un trabajo; se siente dolida de que la traten como una delincuente que se quiere aprovechar del sistema… pero más dolida te sientes cuando el mismo trabajador de la cola del paro te trata con falta de respeto, a ti y a tú bebé.
¡Sí, señores! porque cuando llegué a la mesa de la funcionaria con mi niña en brazos (y recalco el género porque me parece increíble que una mujer haga esto) me recriminó con muy poca educación que la llevara a la oficina (como si los bebés fueran perritos para amarrar a la puerta) y no sólo eso si no que me impidió, también con muy poca educación, utilizar mi móvil para ir entreteniendo a la nena mientras despachábamos papeleo… Todo esto mientras otro funcionario me acosaba diciéndome que probablemente no tengo derecho al paro por no haber denunciado a la empresa en su momento… Sale una con la moral por los suelos. Alguno pensará que tengo un demonio de niña o que la tengo muy consentida. Nada más lejos de la realidad.
He de decir que finalmente sí se resolvió positivamente la burocracia; a los pocos días y me concedieron el paro, pero se queda una con el alma rota ante estas situaciones.
Señores, en la oficina del Servicio Público de Empleo Estatal de Antequera, hay funcionarios que consideran que los niños son un estorbo, señores que no piensan que ellos han tenido también una infancia y que puede que tengan hijos. Repito se me rompe el alma al ver a gente que no tiene corazón ni educación, que parece que te hacen un favor al realizar un trabajo por el que están cobrando de nuestros impuestos.
Me encantaría que pudiese llegar a sus ojos esta lectura y que se avergonzaran un poco del trato a mi persona, a la de mi hija y supongo a la de tantas personas desamparadas que se pasean todos los días por su mesa, no por amor al arte, si no para buscar trabajo y cobrar un desempleo que les corresponde.
Ojalá la conciliación de la vida familiar empezara a resolverse, aunque fuera en la cola del paro.
MARÍA DEL MAR ALBA MUÑOZ