Es el tiempo de los buenos propósitos, cercanías, empatía con todo lo que nos rodea; y en este ambiente donde nos encontramos en disposición de derrochar un poco de amor, hemos de buscar un hueco donde se asiente junto a nosotros el marginado y el diferente. A este último voy a referirme por estar menos visualizado en la colectividad, y sobre el genérico de autismo, término introducido en los primeros años del siglo XX por Eugen Bleuler, hay silencios y mundos interiores capaces de cambian por vida a toda una familia.
Me atrevo a llevar a esta páginas unos minutos de la vida de la niña de Antonio, los que tuve ocasión de vivir. Ni que decir tiene, que Antonio es el comodín que viene bien a todos por complicada que sea la jugada. Es la primera persona que amablemente nos saluda cuando accedemos a las oficinas de Cultura, atento, callado ante cualquier labor que se le encomienda y empleando su tiempo disponible en el Teatro Torcal, y, últimamente es difícil encontrar un día que no tenga ninguna actividad.
Mientras tanto, su niña permanece en casa con su madre, que la atiende con una sensibilidad tan especial que a los que no padecemos esa situación, nos supera. Mamá es amable, relajada, con una capacidad a prueba de bombas y se le presume feliz. Así que no voy a perder más tiempo explicándole a cada cual lo que son los problemas serios de los hijos, y éste, por desgracia es para tenerlo muy en cuenta.
Por ese motivo la compañía de Teatro Pasión por Palenciana, vuelve otra vez a dar muestras de solidaridad a esta ciudad a la que tanto quieren. El próximo 28 hay que llenar el aforo. Una simpática obra hará sonar de nuevo las risas y aplausos que despiertan estos grandes aficionados que ponen su talento y corazón para hacer más llevaderas las vidas más complejas. Son muchos los compañeros y amigos de Antonio los que vamos a asistir, y aún quedan entradas para los más rezagados. Gracias en nombre de los que hacen posible repartir un poco de sol a los que viven en la umbría.
