El Corpus Christi de Antequera de 2024 estuvo marcado por la espiritualidad que consiguieron transmitir las franciscanas de la Beata Madre Carmen. Sin difundirse, ni destacarse su papel, es lo que se pudo apreciar este domingo por la mañana.
Nos explicamos. Una procesión sin carácter extraordinario, sin carteles, ni pregones, ni besamanos, ni bandas, ni vítores, ni locuras manifiestas. En un domingo de feria, por la mañana, casi sin altares, con alta temperatura y con lo básico: un recorrido de oración por jóvenes que estudian en los colegios de La Victoria y María Inmaculada, guiados por profesores y religiosas, acompañados por quienes estaban en el lugar, que consiguieron envolver una atmósfera de espiritualidad ante Jesús Sacramentado.
Alguna vez se habrá preguntado qué significa: «Bendito sea Dios, que tanto nos quiere». Se trata de una de las frases de la beata antequerana Madre Carmen. Pues en el Corpus Christi de Antequera de 2024, quien no supiera lo que significara, lo habrá podido descubrir. Ahora, conseguido el eje de fe y oración, hay que seguir abriendo las puertas de los templos y llenar las aceras para fusionar el sentir de y hacia la calle. Antequera debe redescubrir un Corpus Christi que se apaga en lo externo, pero se aviva en lo interior por las franciscanas y todos los que anónimamente hayan hecho posible esta festividad.
Misa de Caridad
A las 9 de la mañana comenzaba la misa en la iglesia mayor y colegial de San Sebastián. Con participación de las distintas Cáritas Parroquiales, familias con sus hijos de Primera Comunión y las franciscanas cantando en varios pasajes. Por el Ayuntamiento, el alcalde Manuel Barón al frente y la edil más joven, Marta González, portando el Pendón de la Ciudad.
Eucaristía presidida por el arcipreste Antonio Fernández, siendo concelebrada por varios sacerdotes de la ciudad.
La procesión
Tras la misa, partía el cortejo con Jesús Sacramentado, trasladado desde el sagrario hasta la Custodia, para lo que el Arcipreste cedió al orfebre José Manuel Cantos que colocara el viril en las andas.
Empezaba la procesión las cofradías de Pasión y Gloria con sus guiones, para seguir los niños de Primera Comunión de los diferentes colegios y parroquias. Seguía la representación de Cáritas, la banda y el coro de las franciscanas de Madre Carmen con sus religiosas, entre ellas la Madre General Joaquina González Salas, y la Custodia.
Juan Antonio Castilla Luque dirigía el trono, llevado por hermanacos. Tras la Custodia, el clero y el Ayuntamiento. Seguían devotos cerrando la procesión.
Partía una procesión con muchos interrogantes y relevada en importancia de respaldo general. Emprendía por Infante don Fernando, con los dos únicos montados esta vez: por la Pollinica y el Rosario. No se tuvo la respuesta cofrade de años atrás por el resto del trayecto.
Familiares de los niños, la banda y coro franciscanos que supieron fusionar marchas cofrades, cantos litúrgicos con las oraciones del pueblo al Señor. No se tuvo en falta una banda tal cual.
Paso por Cantareros, subida por Lucena y llegada a las 12 del mediodía de San Sebastián donde el Arcipreste impartió bendición final en altar montado por la Cofradía de «Arriba». El también párroco de San Sebastián, agradeció el respaldo de las religiosas y deseó que pronto sea anunciada como santa la Beata Madre Carmen, algo que es el sentir de todos los que la veneran.
Terminaba una procesión que debe de ser un punto y aparte en la que todos los miembros de la Iglesia deben sentirse parte de ella y aprovechar el vuelco interior de fe que este año se ha conseguido gracias a la guía de la Beata.
Hay un año para implicarse y ofrecer el trabajo de una ciudad que despertó por la Magna, pero que dos años después, se desvaneció para la que debe ser la procesión más importante tras el Resucitado. Es la diferencia entre procesionar obras de arte y religiosas devocionales.
Seguro que Antequera sabe recuperar su importancia. Mientras, las franciscanas de Madre Carmen mantienen encendida la fe de la devoción a Jesús Sacramentado como todo el año hacen las diferentes Cáritas.