Antonio Carrasco Muñoz nació el 15 de mayo de 1948. Se casó con María José Orellana Bermúdez el 9 enero e 1977 en la iglesia de Capuchinos. Tienen cuatro hijos: Virginia, Antonio, Javier y Juan Manuel. Y disfrutan de sus cinco nietos: Patricia, Cayetana, Beatriz, Cristina y Mencía.
Hermano mayor de la Cofradía de “Abajo” desde la Semana Santa de 1994 hasta la de 2010. En sus 17 años, dirigió un equipo con el que consiguió recuperar el estado del interior del templo de Santo Domingo así como construir la casa hermandad. Hoy es hermano mayor honorario de la cofradía.
Si la iglesia de Santo Domingo, o del Dulce Nombre de Jesús como la denominan ahora los de “Abajo”, sigue en pie, es gracias a esa generación de cofrades que dirigió Antonio Carrasco Muñoz, con la que se consiguió que tenga el estado actual. Para este especial, quedamos con el hermano mayor honorario de la Cofradía de “Abajo”, el propio Antonio, quien recientemente ha sido galardonado con el Efebo de Antequera en la modalidad de Patrimonio. Feliz y agradecido, se sienta en nuestra Redacción y hablamos de su vida. Comenzamos preguntándole cómo empieza su relación con los de La Paz. “Con unos 8-10 años, fui penitente, por mi cuenta, ya que en mi familia no había visto devoción por ninguna cofradía”. Lo dejó y fue luego cuando en 1985 “mi amigo Antonio Cordón, que en gloria esté, hermano mayor del titular de nuestra cofradía, del Dulce Nombre, me dijo: ‘¿Por qué no te vienes a la Junta Directiva?’. Se lo dijo también a mi hermano Paco. Le expusimos lo atareados que estábamos como autónomos en nuestras empresas, nos insistió y accedimos”.
¿Cómo empezó? “Cuando yo llegué allí a la iglesia, dije: ‘¡Esto se va a caer! Mira la sala de Juntas, que estaba apuntalado. Para echar, como se suele decir, la llave e irse. Pasó el tiempo, vinieron los problemas de que tú sabes que existen en las cofradías con las Juntas de Gobierno: que uno no se lleva bien con el otro, y se lleva regular la obra de la sobrecubierta para que los muros y los laterales perimetrales…”. ¿Quiénes estaban en esa Directiva? “José Luis Vidaurreta, Pepe Castillo, Antonio Cordón, Paco Jiménez Machuca, Paco Calvo, Zurita, Maeses, Higueras, Cabanillas…”. ¿Y lo de ser hermano mayor, cómo fue? “Aquello no estaba para trabajar, estaba para echarlo abajo. Entonces, la obra que la Junta de Andalucía, que no venía, que prometían y no cumplía, en ese transcurso hay diferencias entre la vieja guardia y Pepe Castillo empieza de hermano mayor. Era el año 1992 y tenemos que ir a a la Junta de Andalucía, que nos había citado Paulino Plata, que estaba allí el consejero, pero nadie quería ir. Entonces nos ofrecimos Paco Jiménez Machuca y yo, fuimos a la Junta de Andalucía porque esto había que arreglarlo. Se convocaron elecciones, que fueron las más famosas de Antequera, sin desmerecer a ninguna, porque habíamos dos equipos, uno que lo presidía Manolo Jiménez, que era hermano mayor del Cristo de la Buena Muerte; y la otra, yo, que era un directivo recién llegado sin experiencia ninguna en la cofradía. Pero ganamos por 3 ó 4 votos”.
Elegido hermano mayor y con
el objetivo de recuperar el templo
Nos preguntamos ¿cómo se tomó su elección? “A mí se me vino el mundo encima, porque claro, yo llevaba pocos años en la cofradía y me habían elegido hermano mayor y además de una cofradía de alto nivel en todo. Y me planteé: ‘Esto hay que sacarlo adelante’. Empezamos a trabajar para la obra: hicimos colectas, lo de las baldosas, donde la gente colaboró al cien por cien y una cosa que nos ha valido a nosotros, que por eso estuvimos ojo, que estuvimos 17 años de obra, que son los que yo he estado de hermano mayor”.
¡Qué valor! “Luego colaboró el Ayuntamiento, la Fundación Unicaja y también hay que decir que cogimos la época de bonanza, la de los años 2004, 2006 donde en una feria, cogíamos entre 10, 15 o 20.000 euros sólo en carteles. Se ganaba más dinero que en la bebida. ¿Por qué? Porque había una Junta de Gobierno que la formaban Paco Jiménez, Antonio Cordón, Paco Calvo y yo, entonces gente muy conocida, que cualquier petición que hacíamos en cualquier sitio tenía respuesta de inmediato. Si no, no se hubiese arreglado la iglesia. Y, cuando más o menos ya teníamos la iglesia un poco entonada, nos metimos en la casa hermandad”.
¿Y qué piensa ahora? “Que ahí está, queda la escalera y no se ha terminado por mi culpa, porque no he tenido tiempo, pero está en cartera y la vamos a hacer porque tenemos los materiales guardados”. Suponemos que, a pesar de la ayuda de las diferentes administraciones, ustedes por su cuenta dieron todo lo que pudieron. “A mí me dice la gente: ¡tú sabrás lo que te ha costado la cofradía! Además, me lo dicen a boca llena. Yo me la tomé como si fuera mi casa, entonces si hacía lo que hiciera falta, coges el camión y lo llevas a la cofradía y vente tú para acá, que hay que hacer esto”.
¿Qué siente hoy cuando entra? “Cuando veo a estos jovencitos allí, trabajando, les digo: ‘¡Si tú hubieses visto esta iglesia como yo la he visto, no entrabas hasta aquí!’”. Y con préstamos. “Las firmas comprometidas eran los cuatro cabezas de serie de la Junta de Gobierno. Aunque nada más que en mi trayectoria, se pidió un préstamo. Fue para el dinero de la Casa de Hermandad, que lo puse yo, 80.000 euros, pero a sabiendas que lo iba a recuperar. Entonces pedimos un préstamo con una entidad, sabiendo que tenemos que pagar mensualmente una cantidad y se pagó. Y cuando me fui, la cofradía no debía ni un sólo duro con todo lo que se hizo”.
¿Qué sintió cuando le nombraron hermano mayor honorario? “Tuve una emoción enorme porque normalmente los hermanos mayores salen disparados. Yo le puedo decir al pueblo de Antequera lo siguiente: que yo terminé de hermano mayor, no ya en sí por cansancio te lo puedo garantizar, lo que yo quería es que ya 17 años de hermano mayor quería que entrase gente joven, porque yo ya la labor que digamos, me había prometido a mí mismo, la había cumplido. Entonces tras el 2010 dejé de ser hermano mayor.
Y ahora entro allí como Pedro por su casa y voy a lo alto y me invitan y cuentan conmigo para todo y me piden consulta y se la doy. Y si hay que hacer algo de lo que haga falta, yo sigo siendo Antonio Carrasco y ellos conmigo se portan divinamente”.
¿Llegó a ser hermanaco? “No”. ¿Y en otra cofradía? “De ninguna más”. De los cuatro titulares de la cofradía, ¿hay alguno que lo tiene un poco más en el corazoncito de Antonio? “Yo en eso soy imparcial. Además, para mí son los cuatro iguales y las necesidades que se han podido hacer, siempre se ha procurado que sean equitativas a todos”.
La relación con los de “Arriba”
Le preguntamos por curiosidad ¿cómo ha sido la relación entre los de “Abajo” y los de “Arriba” en sus años de hermano mayor? “Pues fue cuando se inauguró la amistad. Cuando entró Daniel Herrera de hermano mayor del Socorro, que en gloria esté, pues me invitó un día a la Costa, estuvimos una noche en su piso, comiendo unos pescaditos y yo dije: ‘¡Si los antiguos levantaron la cabeza!’. Pero tiene que haber rivalidad para que haya innovación. ¿Por qué no voy a saludar a Gonzalo o a Antonio cuando les veo? Hemos estado mucho tiempo juntos”.
Llevamos unos años en los que más que encuentros hay desencuentros entre las del Jueves y Viernes Santo, ¿qué opina? “El encuentro tiene su encanto a nivel antequerano; pero tiene un desencanto a nivel cofradiero”. ¿Y por qué? “El encanto del antequerano es porque le gusta ver el encuentro de todos los pasos, pero luego para los hermanacos es mortal lo que hay que esperar. Eso nos lo dicen, pero lo que pasa que nosotros hemos procurado siempre limar la situación. Pero espero que como mínimo, que se mantenga de las dos Vírgenes”.
¿Cómo han cambiado los tiempos? De la Airosa a lo del Bienmesabe. “¡No me digas tú a mí, que eso no ha sido un bombazo! Van miles de personas. Yo recuerdo que me dice, Juan Félix, el hermano mayor actual, que si yo voy de camarero. Yo todavía me puedo mover, pues entré a las 14,30 horas más o menos y a las 7 de la mañana estaba todavía allí”.
¿Qué consejo le da a esos jóvenes que son el presente y futuro de la cofradía? “Hay una cosa que es muy importante, las cosas no son realizarlas, son mantenerlas. Yo realizo una obra, pero claro, esa obra si no tiene un mantenimiento, ¿para qué se realizó? Podemos tener el problema de querer cambiarlo y no mantener lo nuestro antequerano”. Hemos estado acostumbrados a ver a la Virgen de la Paz con la saya roja y el manto azul. Cuando ahora la ve con la saya de tisú de plata y el manto negro, ¿qué siente? “El otro día lo vimos cuando vino el Obispo con la saya blanca y estaba preciosa. Luego también tuvimos la suerte de que esta señora que donó para arreglar el manto como era Carmen Bueno. Ella lo tenía prometido desde hace mucho tiempo a Paco Calvo en Unicaja, pero el pobre no lo pudo ver. Lo importante es que sigamos saliendo”.
¿Cómo ve la Semana Santa de Antequera? “Tiene un nivel que yo creo que no se le ha dado todavía el que tiene, porque si tú supieras cuando me pongo la televisión y me salen unas cosas…”. ¿Qué aporta la Cofradía de Abajo a la Semana Santa de Antequera? “Un gran Viernes Santo”. ¿Qué le faltaría a su cofradía por mejorar? “Me lo pones difícil porque ahora mismo estamos medio completos. Me atrevo a decirte que la Marina vuelva a su esplendor, que el Tercio de Armada estuviese al completo, como ha estado tantos años, todos los Viernes Santos con nosotros”.
¿Qúe diría Antonio Carrasco de quién es Antonio Carrasco? “Antonio Carrasco es el que ayuda a esas personas que lo necesitan. Está al cien por cien, siempre dispuesto en todo, en todo. Y además te puedo decir que ellos tienen conocimientos, los directivos, la Junta de Gobierno, que cuando hace falta algo siempre cuentan conmigo y esto quiere decir que aporto no o no, y voy a seguir aportando o lo que haga falta”.
Así es el hermano mayor que se convirtió en promotor para evitar que la iglesia de su cofradía se viniera abajo y lo consiguió con creces. Mucho tendrá que pasar para ver otro como él.