La barroca iglesia del Carmen acogió en la tarde-noche del sábado 25 de marzo, el Pregón de la Semana Santa de Antequera de 2023. En ella, el vecino, cofrade y presentador, Antonio Jesús Palomo Domínguez, exaltó la Semana de Pasión y Esperanza, a los pies de sus madres, la de la tierra y la del cielo.
Antonio Jesús puso voz a esa generación que nació tras el dorado año de 1988, el de las reorganizaciones de las cofradías que faltaban por salir (entre ellas su Soledad) y de las coronaciones canónicas. Las que crecieron entre marchas cofrades y devociones de sus barrios, como el suyo, el del Carmen. Esta vez no emocionó por sus entrevistas y comentarios, lo hizo por dejar que su corazón brotara en su cántico a la Semana Santa donde a pesar de recorrer todas las advocaciones, no se olvidará su llanto de emoción al citar a su Virgen de la Soledad.
«Y en ese silencio, en esa oscuridad, en ese momento, una luz brillaba en tu rostro, Madre de la Soledad, me recordaste que hay tantas personas que tienen que vivir cada día solas, porque se quedaron sin familia, porque sus familias se olvidaron de ellas, porque el estrés diario les dejó solos. No nos dejes solos, no me dejes solo, ya son 20 años junto a Ti, aunque 30 desde que por primera vez te vi, y a pesar de ser muy pequeño, ya sabía desde los barrotes de mi balcón que, siempre estarías ahí y nunca nos dejarías solos, nunca dejarías solo a tu pueblo de Antequera».
El acto del Pregón
Acertadamente, la Virgen de la Soledad y el Cristo Yacente permanecían en el camarín del Altar Mayor como lo hicieron en su triduo cuaresmal. Atrás quedan años donde no se permitió que imágenes titulares presidieron un pregón en un templo. Si barroco es el Carmen, más lo es cuando la Virgen de la Soledad se convertía en luna de esperanza sobre el cuerpo sin vida de su hijo.
El cronista de la Agrupación, Félix Jiménez, condujo el acto, dando la bienvenida y presentando a la Banda de Mena de Málaga. Juan Manuel Parra dirigió a una de las bandas referentes de la capital, interpretando «Madre, tu dulce nombre», «Pasa la Soledad», «Mater Mea» y «Estrella sublime». Seguidamente, tras una fuerte ovación, la primera de la noche, el pregonero de 2020, el de 2021 y al fin el de 2022, Manuel García de la Vega, dio el relevo empezando las sensaciones de emoción al evocar el sueño de un niño que vio por primera vez pasar a la Virgen de la Soledad por el balcón de su casa.
La emoción de Palomo Domínguez
El pregonero apostó por una intervención clásica, solo ante el atril, con las únicas ayudas del silencio que se hizo cómplice de sus gestos, su llanto de emoción, los aplausos del público y la música de fondo de marchas al piropear a las advocaciones marianas. Comenzó con: «La oscuridad se cierne sobre Antequera, las calles quedaron vacías, la madrugada quedó callada, el aroma aún tenía la mezcla de fragancia entre incienso y cera derramada, las calles arrullaban la devoción exaltada tras su paso algunos pétalos dejaban la huella de estar en su camino, la fuente susurraba el suspiro de una Madre ante la Muerte de su Hijo. Todo quedó en el aire, todo quedó en aquel sitio, el suspiro del Amor de Antequera a Jesucristo».
Expresó su declaración de intenciones: «Hoy, vengo ante vosotros para exaltar lo que Antequera siente cuando llega la primavera, cuando de nuevo los atardeceres languidecen y la flor vuelve a la ribera. Hoy vengo ante ti, también para exaltar la Pasión que viven los hombres y mujeres de nuestra tierra cuando llegan estas fechas, ser voz de voces que aún calladas en el más absoluto silencio te rezan. Hoy vengo ante ti, para hacer un paréntesis de nuestras vidas, y decirte Antequera, lo que ocurre cuando la primavera llama a nuestras puertas».
Tras realizar un cántico a Antequera, hizo su camino de Pasión, Muerte y Resurrección por medio de las distintas imágenes que se procesionan, sin orden de día de salida y de cofradías, buscó su visión sobre cómo es ese camino. Reivindicó el papel de los que integran el cuerpo procesional. «Nazarenos, penitentes, capiruchos, da igual como les llames pero no olvides su espacio dentro del cortejo. No tengas miedo hermano a ponerte un capuz cuando ya no puedes ir bajo sus andas, cuando ya no sabes donde estar, vístete con tu túnica, cíngulo anudado y con respeto, acompaña con tu luz en el Camino».
Tras la pasión, la muerte: «Llegó el momento de ponerle en un sepulcro, pero tenía que ser un sepulcro especial para ello hasta tres generaciones tuvieron que labrar aquel lugar donde sus restos descansarán». «Padre Nuestro, los rezos ya suenan en los ecos de nuestras calles ante el rugido del tambor de la muerte, el susurro del rezo del rosario y una gran nube de incienso. Desde el barroco de nuestro Carmen, tu muerte a todos nos sobrecoge, el silencio impera, Jesús ha muerto, qué haré ahora sin ti, quien a Dios tiene, nada le falta, sólo Dios basta… pero por qué Señor, por qué esta agonía, por qué esta melancolía, por qué te vas… por qué».
Fue ahí cuando empezó su canto a la Virgen de la Soledad. «Madre de la Soledad sigue protegiéndonos. Madre de la Soledad no nos sueltes de tus manos. Sabemos que llevas los clavos y la corona de tu Hijo de tu Hijo yacente amado. Cuánto amor desgarrado entre esos benditos dedos entrelazados». Seleccionó los nombres propios en su exaltación donde no pudo faltar la eterna camarera de su Virgen, doña Blanca Cerezo de Luna. «Nuestra querida Blanca, que desde el cielo admirará entusiasmada a Nuestra Madre como cuando bajaba por Cuesta de los Rojas y le esperaba en su balcón emocionada de ver conseguido que el patrimonio de nuestra Antequera, de nuevo era utilizado para seguir potenciando tu amor, el amor a Nuestra Madre, para que nunca nos falte y siempre nos acompañe».
Y tras el duelo, la Esperanza. «Porque cuando menos te lo esperas Ella llegará a tu corazón. Será siempre Nuestra Esperanza aún en el peor momento de nuestra vida. Esperanza de Amor y Paz. Esperanza de Consolación Agustina». Y la Resurrección, haciendo un recorrido final por la Semana Santa en la ciudad. «Una Peña de los Enamorados que será testigo de la jornada del Viernes Santo, de un Niño Perdido que es anunciada su Pasión y aceptada con confianza al Padre, para ofrecer a pesar del peso de la cruz la mejor mirada de Nuestro Dulce Nombre, y tener una Buena Muerte para alcanzar la Paz. Una Paz que aguardará en la Citarilla para comprobar como el Hijo del Hombre alcanza el cielo con la algarabía de la cruz de Jerusalén que nos dirá que a pesar del cansancio y el dolor siempre tendremos alguien que nos acompañe y que nos ofrecerá a su Madre, Madre Mía del Socorro para secar nuestras lágrimas y poder subir al mismo Pórtico del Cielo en nuestras vidas».
Y entre tanto, invita a salir a la calle a sentir las procesiones. «Llega el momento de entrar en una Jerusalén convertida en Antequera, donde la Piedad ofrezca al Rescate el Mayor Amor que se convertirá tras el Mayor Dolor acontecido durante la tormenta. Que los azotes en columna y sus cruentos Dolores, no sean otro alivio que el Consuelo y la Misericordia de quienes le recen buscando la Paz y el Dulce Nombre de quien observa en este caminar, que aún caído y marcado por la Sangre, Muerte y Violencia, poder estar a la Vera Cruz en momentos de Socorro y no olvidarnos de la Soledad tras su Santo Entierro, para que la Esperanza siempre esté junto a nosotros en cada Getsemaní y… volver a resucitar en nuestras vidas».
«Porque parecerá que siempre es lo mismo, pero cada año será diferente, como cada instante es de alguna forma u otra distinto en nuestras vidas. Quédate con ese solo de cornetas, con cada redoble de tambor, con el bonito sonido del silencio y el crujir de su palio. Hemos esperado todo este tiempo, y ese tiempo de nuevo ha llegado, para vivir de nuevo nuestro tan esperado sueño. Así que, querida y amada ciudad de Antequera, llegó en esta nueva primavera, nuestra Semana Santa: vividla, cuidadla, abrazadla y jamás, nunca jamás la olvides».
Tras una fuerte ovación, la Agrupación de Cofradías por medio de su presidenta Trinidad Calvo y la Junta Permanente, le entregaron el título de pregonero, siendo felicitado por todas las personas que acudieron al templo. Así, el vecino del Carmen, el cofrade de todas y el presentador hoy de Onda Cero y 101 Televisión, cumplió su sueño de niño, el de poder pregonar su Semana Santa y más a los pies de su Virgen de la Soledad, en el barrio del Carmen junto a su madre terrenal.