lunes 7 abril 2025
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El pregón de Pablo Guerrero: un canto de amor a Antequera, a sus devociones y al recuerdo de su padre

Si hubiera que elegir un palabra que resumiera el pregón del 2025 sería la del amor. Derroche de amor de Pablo Javier Guerrero Clavijo en el Pregón de la Semana Santa de Antequera que tuvo lugar en San Juan de Dios en la tarde-noche del sábado 5 de abril. Amor a su tierra, a sus devociones, al recuerdo de su padre y a la pasión a su mujer que le regaló una saeta primorosa al Señor del Rescate.

Fueron 1 hora, 34 minutos y 21 segundos de pasión, de fusionar verso y prosa, de exaltar con su voz lo que sus devociones le aportan desde niño, con el Nazareno de la Sangre y la Virgen del Socorro como ejes de su Semana Santa. 12.274 palabras del sueño de un niño que soñaba con pregonar a su tierra y lo consiguió en el 2025, en el año del 75 aniversario del primer pregón de la Semana Santa, de los 35 años que lo hiciera su padre Ángel Guerrero o 20 de su maestro, Manuel Barón.

Pablo empezó exaltando lo que siente por Antequera: «Te busco… y no te encuentro. Te busco… y no te encuentro madre. Te busco… entre la inmensidad de un mar de verdes olivares… o de grises torcales.

Te busco… entre enamoradas peñas y dólmenes ancestrales. Te busco entre vestigios imperiales, en villas, efebos, mosaicos… en Alcazabas de sultanes. Te busco en colegiatas colosales, entre Remedios y Cármenes, En iglesias celestiales. Es más, ¿por qué no…? Te busco también en Navidades, entre letrillas y coplas de Carnavales. Te busco en los farolillos de tus dos Ferias, y en tus tres veces, tres, fiestas patronales.

Te busco… en la poesía de Muñoz Rojas, en los talleres de Sarmientos y Carvajales. En las letras de Cristobalina y Pedro. En los cuadros de Fernández… o en los Torales. Y en las oraciones de nuestra Beata más santa, Nuestra Santa Madre Carmen.

Pero… te busco… y no te encuentro, madre, Porque cuando te encuentro no te busco Perdido entre hermanacos, devotos y varales, campanilleros de lujo, mantillas y flores ¡flores a raudales!».

Así puso el listón muy alto, los primeros aplausos y su declaración de intensiones: un derroche de amor por su tierra, por su Semana Santa, por su familia del ayer y del hoy. Pablo Javier hizo un pregón políticamente correcto, donde exaltó a cada cofradía, buscando lo más destacado de ellas, aunque se le notó que el Nazareno de la Sangre, el Nazareno de Antequera, y la Virgen del Socorro, confluyen como hijo y madre en su corazón.

Pregonó en un atril central, con el escudo de Antequera y el detalle de una rosa malva en su pies, en recuerdo de su tío Antonio, fallecido dos días antes. A su derecha, el Pendón de Antequera, y a la izquierda, el guión de la Agrupación. Flanqueados por seis hachones, que fueron apagándose casualmente durante su exaltación y quedaron finalmente dos encendidos. ¿Los dos sueños que le quedan por cumplir en su vida?

Tras él, ante el barroco retablo, unos damascos hechos con amor por su madre, luciendo en el centro, un tapiz del siglo XIX, bordado con la jarra de azucenas, que se expone bajo cristalera en la sacristía de Santa María. Y a ambos lados del crucero, los guiones de las nueve cofradías agrupadas.

En primera fila, el arcipreste Antonio Jiménez, el alcalde Manuel Barón, la presidenta de la Agrupación Trinidad Calvo, la viceconsejera Ana Corredera, entre otras autoridades de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento. Los hermanos mayores de la Agrupación, salvo los de la Pollinica y Dolores, que no estuvieron en uno de los actos centrales de la Semana Santa.

Hubo concierto previo por la Banda de Música de la Paz, interpretando las marchas ‘La Estrella Sublime’, ‘Valle de Sevilla’, ‘María Santísima del Amparo’, ‘Pasa la Virgen Macarena’ y ‘Rocío’ (un canto de amor al nombre de su mujer y al Nazareno de Antequera). Francisco José Almudever López dirigió a la banda de la capital que se estrenaba en Antequera e hizo disfrutar al público presente en el patio exterior donde empezó el acto.

Luego, el directivo de la Agrupación, Félix Jiménez se encargó de dar la bienvenida para dar paso, en primer lugar a la pregonera de 2024, Elena Melero Muñoz para darle el testigo. Ambos compartieron cómo es el Pablo Javier, un enamorado de su ciudad, la Semana Santa, el periodismo, la fotografía y el cine.

El Pregón: clásico, pero empezando con el Nazareno

Tras el saludo y agradecimiento inicial, reivindicó y fue aplaudido al destacar: «Que nadie os señale con etiquetas: sois sencillamente personas latiendo en otra frecuencia, poesía viva entre la cruda realidad. Que este Pregón sirva, por tanto, de voz y puente para derribar prejuicios y encender la luz de la auténtica humanidad».

Basó su pregón con su voz, aunque tuvo apoyos de luz y música, combinando colores y marchas de Rosario de Cádiz o Tres Caídas. Optó por el guión clásico de día a día con algún toque personal. Empezó con el Viernes de Dolores con el Vía Crucis del Nazareno de la Sangre.

«Y es que te veo venir, Nazareno de la Sangre, desde las alargadas e infinitas sombras de San Francisco, siento que traes contigo el peso de un misterio antiguo. Avanzas despacio, como si cada paso marcara el compás de un corazón que late por toda la humanidad. En tu mirada… se cruzan la vida y la muerte, el hombre y el Dios, el tiempo y la eternidad. ¿Qué llevas, Señor, en ese madero teñido de historia y redención? ¿Qué silencios nos deja el eco de tal paso?».

Llegó el turno para el Domingo de Ramos y la Pollinica: «Hay quien dice que los nervios y la ilusión que vive el cofrade en esa noche es como la de los niños que se van a dormir el 5 de enero con mariposas en el estómago de pensar que llega uno de los días más esperados y venerados del año»… «Con la consolación de una madre que ama y la esperanza de un pueblo entre pesares. Llegará presto el tercer día… con la Resurrección brotando entre azahares».

Lunes Santo. «Duranes. Mecidas. Palios. Almogía. Cristo Verde. Verde banda bendita. ¡Lunes Santo en San Francisco!». Reivindicó la calle Duranes como la calle cofrade de Antequera gracias a los Estudiantes.

Martes Santo. «¿A qué suena el Martes Santo? ¿Suena al paso descalzo del penitente? ¿O a la cera consumida de esa promesa ardiente? ¿Al desfile en la bella mantilla prominente? Oa la ilusión de los Bobatas… ciertamente. ¿Al paso y custodia de la Benemérita…? ¿O al del Ejército del Aire estrictamente? ¿Al son de las cornetas que sentencian al Señor… o a un himno terreno y celestial que invade el ambiente… con la Virgen de la Piedad, Reina de la Cruz Blanca, que no te vas de mi mente?».

Al terminar, su mujer, la periodista Rocío Moltó se levantó de su asiento y rezó una saeta: «De las mejillas de la gente caen al verte de pasar, todito el llanto que cabe en tu ciudad. Eres redentor del mundo, aún teniendo las manos atadas. Cuando llegas a tu casa, no quedará duda alguna: salvaste a la humanidad». Dejó sin palabras al templo y el pregonero no pudo resistirse y bajó de su atril a darle un beso de amor.

Miércoles Santo. «¿Se han fijado alguna vez en ese angelito, a los pies de la Virgen, que se cubre la cabeza con su manto? Quiero pensar que en él perviven todos esos devotos del Mayor Dolor que ya no están con nosotros, pero que disfrutan de la gracia de estar con el Señor. Porque, realmente, el rostro del Mayor Dolor es el mismísimo rostro del Hijo de Dios, algo que ya de antemano, a través de él, conocemos aquí en la Tierra». Compartió lo que supone ese día desde el traslado legionario hasta la procesión nocturna.

Jueves Santo. Comenzó con el Consuelo. «Incienso. Estandartes. Mecida exquisita. Cortejo en la calle. ¡Jueves Santo en San Pedro!». «Hablar del Jueves Santo y de la Cofradía del Consuelo es hablar de renovación, de innovación, de seriedad, de una liturgia exquisita a la hora de hacer cualquier cosa. De una Cofradía que ahora mismo marca el paso. Que se gusta, que ilusiona, que revive… Que mece y reza con la música como ninguna. La Cofradía, el grupo humano, que tiene ahora mismo en su poder “las llaves” de nuestra Semana Santa, nunca mejor dicho, desde San Pedro».

Y luego tocó Santiago con los Dolores. «La verticalidad. La grandiosidad, majestuosidad y originalidad se dan cita en el trono de palio de la Virgen de los Servitas, convirtiéndose en el que, a buen seguro, es el paradigma del Estilo Antequerano. Esa corriente artística, histórica y casi mística que define los rasgos más importantes de una Semana Santa, la de Antequera, con ejemplos palpables de cómo se detiene el tiempo».

Porque «el Estilo Antequerano es identidad propia, es señorial legado; es arte que conmueve, es patrimonio sagrado. Que nunca se pierda, que nunca sea olvidado; que el corazón de Antequera siempre quede grabado».

Viernes Santo: Santo Entierro y la citarilla con Paz y Socorro

Aquí, el pregonero, tras una introducción de este día desde por la mañana, comenzó con la Soledad. «Penumbra. Duelo. Silencio. Y el tiempo detenido, que pasa la Soledad… ¿Cómo eran las procesiones de antaño? ¿Se lo han preguntado alguna vez? Seguro que sí. Váyanse a El Carmen en Viernes Santo, si quieren encontrar la respuesta».

«Un desgarro que no tiene cura, una herida que nunca supura. ¡La de tu Hijo muerto en tus brazos, la quinta angustia del creyente! Soledad también en nuestros días. En las casas de nuestros padres, En las residencias de ancianos. Cuando nos demos cuenta, Ya será demasiado tarde para aliviarlo. Stabat Mater, Tú siempre, Soledad de Viernes Santo, al lado del unigénito, aunque ya no lo educas, ya no lo mimas… ya no lo duermes con tu canto».

Y dando un paso atrás, regresó al Viernes Santo con los de «Abajo». «Infantería de Marina. Excelso patrimonio. Campanilleros de lujo. Plazuela de Santo Domingo. Y elegancia, pura elegancia…».

Y así Abajo toca el cielo, «cuando el trono ya se eleva, Viernes Santo, santo anhelo, ¡Que revive mi desvelo! Dulce Nombre de Jesús y María Santísima de la Paz Coronada. La sinfonía perfecta de la elegancia, de la ternura, de la cordura, de aquellas infancias marcadas también en tu Cofradía… Que la Paz os sostenga, Cofradía de Abajo bendita. Que la cuesta sea senda de unión, pues en Santo Domingo la fe no marchita, es raíz que florece en oración».

Y llega el Socorro. «Tradición. Fe. Encuentro. Tarbuch. El cielo». Del Nazareno compartió: «¡Oh Señor de nuestra historia, de pasión y de consuelo, corona Tú con victoria los ruegos que van al cielo! Porque solo ya es primavera Cuando se acerca de frente Nuestro Padre Jesús: Nazareno de Ribera, ¡El Nazareno Guapo de Antequera!».

Porque eres… «Asunción radiante de María, eres estrella y guía, Madre del Cielo y luz de alegría. Porque tú, Socorro, eres, para toda Antequera, del cielo su manto protector, la verdadera Madre de Dios… Porque tú Socorro eres… nuestra eterna maravilla, eres… ¡la Socorrilla!».

De nuevo el amor, cuando puso voz a su padre cuando pregonó en 1990: “Placita del Portichuelo. Pórtico bello del cielo. Allá al fondo, el Torcal antequerano; delante, el castillo musulmán, primero romano. Ambos guardan celosos el más rico tesoro, A mi Virgen del Socorro, por fin al alcance de mi mano».

Y entre todo… «Refulgente, majestuosa, poderosa, complaciente, orgullosa, exultante, dolorosa, omnipotente… Hermosa cual la rosa… Ella. La Madre de Dios: ¡la Socorrilla!».

Y terminó el Viernes Santo con el «encuentro» en la «citarilla»: «Antequera se arrodilla, el encuentro ya se siente, porque el cielo está en la Citarilla… ¡Paz y Socorro siempre en mente!».

Llegó a su parte más íntima, menos cofrade y más religiosa: el Domingo de Resurrección: «Qué creen ustedes que pasaría por la cabeza de los seguidores del Nazareno cuando la Magdalena llegó diciendo que no estaba el maestro, que el sepulcro estaba vacío».

«Que habían robado el cuerpo, era la teoría más extendida. Y mirad que él lo dijo, que levantaría el templo en solo tres días, que iba a ser entregado en manos de pecadores, que iban a crucificarlo y que tras ello resucitaría. ¡Aprendamos, cristianos y cofrades, a escuchar al Maestro cuando habla!».

«Y en ese paso eterno, aun desde el barro apenas trazado, ya camina hacia nosotros como el buen Pastor que no abandona a su rebaño, como el Salvador que cumple su promesa… ¡Y vuelve! Es amor, es pasión, es esperanza, la que mi fe… ¡al verte alcanza! Por un Ángel moldeado, y hasta el cielo levantado. Tú eres Resucitado… ¡Lo que siempre hemos soñado!», destacando la imagen que está por hacer de Ángel Sarmiento.

Volvió a su infancia y al recuerdo de su padre: «Dejad a este humilde pregonero que llore, ¡sí, que llore! Emocionado y embargado por el recuerdo de tantos hombres y mujeres que han pasado sus vidas siguiendo los pasos del trinitario, redentor de cuerpos y de almas, aún teniendo las manos atadas.

¡No soltéis mi mano! Seguid conmigo en el ensueño infantil de este ajado pregonero. Ensueño que ahora me lleva tras los pasos certeros de un capirucho negro que, en silencio, recorre la calle Estepa camino de San Sebastián. Veo su reflejo en los escaparates, pero no alcanzo a reconocerlo, ¿eres tú, papá? ¡Dime! ¿Eres tú, penitente? Lo sé, ¡eres  inconfundible!, aunque ¿para qué negarlo?

Te veo en todos y cada uno de los que rezan por tu Mayor Dolor cada Miércoles Santo. Lo sigo y persigo… ¡pero no puedo tocarlo! Y como de la nada apareció,  desaparece al llegar a los pies del Señor. Al verlo frente a frente me descubro siendo adulto, y sin rastro del capirucho penitente».

Y terminó, cómo no, volviendo a cantar a su tierra madre, Antequera: «Porque en llegando Primavera… a mi Madre se le estremece el corazón, pero las azucenas que brotan de su pendón, convertirán ese dolor en alegría, las penas en algarabías, para buscarte y encontrarte en la semana más bella del año, aquella en la que el pecado se vuelve salvación, la ofensa en perdón, la muerte en vida y la Pasión en Resurrección Porque Dios en Semana Santa te hizo eterna, Antequera: ¡madre de mi corazón! He dicho». 

Fue muy aplaudido y felicitado por todos los presentes. El acto terminó con una cena-homenaje en el Lozano donde se le reconoció su pregón y se le obsequiaron varios recuerdos. Cuestión de fechas: 5 de abril de 2025, el niño que soñó con seguir a su padre y así lo consiguió en 2025 con la cátedra de antequeranear y qué mejor momento que en Semana Santa.

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